Políticas

1/8/2002|765

El socialismo arqueológico de los economo-izquierdistas

En un reciente artículo señalamos las características anti-socialistas del denominado agrupamiento “Economistas de Izquierda” (EDI), que lidera Claudio Katz junto a un conjunto de profesionales que en su mayoría militan o simpatizan con Izquierda Unida. Algunos de ellos han firmado o colaborado con los “planes económicos alternativos”, abiertamente capitalistas, elaborados por la CTA, el Frenapo y el grupo Fénix. Han apoyado a la burguesía devaluacionista y al gobierno de Duhalde en un frente que va desde el frenapista Carlos Heller a los más variados elementos de la CTA.


Los EDI se presentan, sin embargo, como críticos del intento de “construir otro capitalismo”, conforme aclara Claudio Katz en un reciente texto. Pretenden “demostrar que un régimen basado en las reglas del mercado y la competencia puede ser reemplazado por otro sistema de organización racional de la producción, orientado por las necesidades prioritarias de la población es la principal tarea de los economistas de izquierda.”


Socialismo y arqueología


La identificación del socialismo con la “producción racional y colectiva” es propia de los tiempos prehistóricos del movimiento socialista. Claudio Katz debe recordar que alguna vez dictamos un curso en el cual citábamos a un terrateniente cuáquero que ya en 1696 presentó en el Parlamento británico un proyecto de sociedades cooperativas que mostraba las enormes ventajas de la “organización racional de la producción” concebida como tarea colectiva y planificada. El hombre, claro, no era socialista.


Más acá, aunque doscientos años atrás, a comienzos del siglo XIX, las asociaciones de producción y consumo “planificadas” para la labor colectiva de miles de personas fueron ideadas por los exponentes del llamado “socialismo utópico”, en cuyas filas militaban industriales y filántropos. Al final de ese mismo siglo, un mediocre socialista alemán, adversario de Marx y del movimiento obrero revolucionario, llegó a la conclusión de que una “organización metódica de la economía planificada” podría multiplicar rápidamente los ingresos de los obreros y reducir el horario de trabajo a la mitad del tiempo entonces vigente.


Los EDI se han dado a la tarea de volver a explicar, como “objetivo principal”, lo que era original hace más de 300 años, pero no hoy. Lo cierto es que socialismo y producción planificada no son sinónimos, y emparejarlos es un error… pre-socialista.


Capitalismo e historia


Todo esto remite a un defecto básico del planteamiento de los EDI. El problema de la Argentina (y el mundo) no es, históricamente, el “capitalismo” vagamente definido por el propio Katz como organización anárquica de la producción, sino su descomposición.


Sólo por este motivo puede hablarse del socialismo como necesidad concreta y no, como lo define Katz, para “superar la tiranía mercantil mediante la planificación democrática”. Olvidan los EDI que la “tiranía mercantil” jugó un papel enormemente progresivo cuando sirvió para disolver el viejo orden precapitalista. La cuestión del socialismo no es de racionalidad; el capitalismo le dio al racionalismo un ímpetu sin precedentes. La pérdida de la “razón de ser” del capitalismo debe ser demostrada históricamente, por su bloqueo al desarrollo de las fuerzas productivas, y de ningún modo deducida de los principios de la “razón”.


Lo concreto, lo abstracto…


Los EDI proponen nacionalizaciones y expropiaciones a granel como un remedio universal, pero lo hacen como receta, o sea desde afuera de la lucha de clases.


Dicen que hay que nacionalizar los bancos porque robaron a los ahorristas, y a las privatizadas porque hicieron lo mismo con los usuarios; es decir, por razones morales. Pero la confiscación es una característica histórica del capital. Hoy esa tendencia ha dado un salto cualitativo: no hay mercado, no hay crédito, no hay moneda. Para decirlo en términos de una frase famosa: asistimos a una quiebra social histórica porque ha dejado de funcionar la “razón organizadora del capital”. Lo que significa que el capitalismo no habría ocupado un lugar en la historia si no fuera precisamente por su “racionalidad” (frente a los modos de producción anteriores a él).


…lo político


Los mejores exponentes del movimiento socialista dijeron hace más de 100 años que lo que importa no son las premisas técnicas de la “producción planificada” sino las condiciones sociopolíticas para concretarlas: la constitución de la clase obrera como organización política autónoma y su conciencia de que hay que destruir la maquinaria estatal de la burguesía (dictadura del proletariado).


Más allá de esto, el programa es de “transición” y la revolución es “permanente”.


En toda la larga “Propuesta” de los EDI está ausente la caracterización del derrumbe capitalista, de una crisis mundial. Es decir que configura un planteo nacionalista, no socialista. Por eso coquetea y toma, aunque en forma polémica, los planteos antisocialistas del Frenapo y del grupo Fénix; es decir de la izquierda de la decadente y fantasmal burguesía nativa.