El verdadero “cuento chino”
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Aunque los voceros del régimen lo atribuyen a “desprolijidades” o “errores de comunicación”, los anuncios y desmentidas en tomo de un “megaacuerdo" con China retratan una impasse más profunda del gobierno.
Con menos centimetraje que el dedicado al “cuento chino", pero en forma simultánea, circuló la noticia de que el FMI, violando los acuerdos vigentes, habría decidido no reembolsarle a la Argentina los millones de dólares pagaderos por el país entre junio de 2004 y marzo de 2005. Si el FMI no reintegra esos recursos, incorporados a los ingresos del Presupuesto 2005- la Argentina debería realizar “ahorros” equivalentes. El FMI dejaría caer el acuerdo actual, para “discutir un nuevo arreglo con “sus con- dicionalidades” (Clarín 9/11). Es decir que a la salida del “túnel” de arreglo con los bonistas, lo que le espera a Kirchner es una nueva crisis con el Fondo.
China, ¿“tercera vía”?
Es este cuadro el que “puede haber alentado la posibilidad de un megacrédito con China que le permitiera salir al país de la tutela del organismo” (Ídem). Como el enfermo que sueña con curaciones quiméricas, Kirchner pretendió ver en el acuerdo con China una salida a la impasse de la deuda externa.
En el poco tiempo que duró el cuento chino”, los nacionales y populares no perdieron la oportunidad de señalar que Kirchner estaba abriendo paso a un “tercer camino entre los yanquis y Europa’’. El problema es que China misma no pertenece a ninguna tercera alternativa. En el rubro de los hidrocarburos, por ejemplo, que concentra los mayores anuncios de inversiones, las compañías estatales chinas “abrieron su capital… a Exxon Mobil, British Petroleum y Shell” (Clarín, 7/11). Una enajenación de la plataforma del Mar Argentino al imperialismo, mediante la asociación de Enarsa con las “Enarsas” chinas, seria como un caballo de troya de las grandes petroleras en Argentina. La “tercera vía China” es, por lo tanto, un mito de escribas.
Lo cierto es que mucho antes de viabilizar una “corriente de inversiones”, China ha planteado un reclamo ‘clásico’ de “Europa y EE.UU”: una apertura comercial irrestricta. La penetración del capital imperialista en China exige “libertad de comercio”. En su escala previa a la Argentina, el presidente Hu Jintao firmó un acuerdo con Brasil por el cual el gobierno de Lula reconoce a China como “economía de mercado”, desestimando cualquier acción protectiva contra las importaciones de manufacturas desde ese país. A cambio de esta disposición, Lula logró una apertura del mercado chino a la carne porcina y aviar brasileña. “Si la Argentina otorga ese reconocimiento, terminará afectando precisamente a los sectores más beneficiados por el modelo postdesvaluación”, (Página 12,13/11). Las inversiones chinas se orientan, dice La Nación (13/11), “no sólo a los recursos, sino que también buscan el abastecimiento de mercados y… la producción en naciones de mano de obra barata”. En la industria pesquera patagónica, China reclama contra la “rigidez” de las leyes laborales argentinas, es decir que consideran demasiado benéfica para el trabajador a la legislación “bandeo”.
La restauración capitalista en China ha arrojado a la competencia mundial a la clase obrera más importante del planeta. El régimen chino actúa a cuenta del imperialismo contra la clase obrera internacional, contra sus conquistas y condiciones laborales. Los progresistas Kirchner y Lula tampoco le hacen “asco” a esta perspectiva catastrófica.
Fracaso en puerta
El gobierno de Hu salió a desmentir, sin embargo, la “envergadura” del alardeado acuerdo. Es que la burocracia china se mueve en los marcos que el FMI y sus consortes han establecido para Argentina. Estos no rechazan la posibilidad de una corriente “exportadora de productos primarios” desde América Latina a China, pero en la perspectiva de contribuir a pagar la deuda externa.
Con o sin megaacuerdo con China, la crisis planteada en torno suyo sacó a la luz que la pretensión de reconstruir a la nación sobre las viejas bases sociales, repudiadas por el Argentinazo, es el fondo del verdadero “cuento chino”.