Políticas

4/10/2007|1012

El ‘vía crucis’ de la ‘Nueva Izquierda’

El MST se ha asignado la tarea de desarrollar una ‘Nueva Izquierda’ “abierta a trabajar con los compañeros independientes” y de “confluir con otros espacios que no son de izquierda… con sectores críticos al gobierno y que, además, defienden el patrimonio nacional, que levantan puntos antiimperialistas y se reclaman del campo nacional y popular”. No solamente esto, sin embargo. Alcanzado este estadio, se debería “ir hacia un proyecto grande, con perspectivas para todos los sectores, no sólo para los que se referencian con la izquierda o el campo nacional y popular” (ídem). Como se decía en el viejo lenguaje del trotskismo, un frente popular sin límites a la derecha.


Con esta inmensa claridad en los objetivos, el MST intentó con mucho empeño concretar un acuerdo electoral con el bloque que encabeza Pino Solanas, que sin embargo no prosperó. La razón del fracaso, explica el MST, es que Pino Solanas les planteó “un armado con hegemonía en la fórmula de referentes de la centroizquierda y que la izquierda vaya diluida en las listas. Es decir que nos sumáramos a su proyecto en lugar de conformar un frente que integre a ambos espacios” (Alternativa, 5/9). Es sencillamente delirante: el MST fue con el corazón y Solanas le respondió con la codicia —como lo hubiera dicho el viejo ministro de Alfonsín, Juan Carlos Pugliese.


Cualquier avezado seguidor de la izquierda habrá notado que la descripción que hace el MST de las negociaciones inconclusas, es la denuncia de Solanas como ‘autoproclamatorio’. Pero es obvio que la ‘nueva izquierda’ enfrenta el mismo escollo en todos lados —el sectarismo de la ‘ultra’ y el sectarismo de los ‘moderados’; el único que no es sectario es, obviamente, el MST, que contrariamente a los sectarios ha quedado aislado como consecuencia de su alegada amplitud de miras y de método. El MST ha quedado suspendido como un ángel por encima de las mezquindades que asolan a los terráqueos.


Pero tampoco esto es lo fundamental. Lo fundamental es que el MST no ha sido consecuente con su planteo de ‘nueva izquierda’, que en los papeles se declara dispuesta a aliarse incluso con las corrientes que están a la derecha del centroizquierda, pero que en los hechos recula mucho antes de llegar a ese punto. ¡Qué importa si hay que “sumarse al proyecto” de Solanas, si en eso consiste el planteo de ‘nueva izquierda’, o sea en declarar el carácter progresivo, positivo, transformador de esa clase de ‘proyectos’! ¿No se encuentra acaso, el MST, en el ‘espacio’ del partido único de Chávez, que no admite ni otros ‘proyectos’ ni otros ‘espacios’, porque precisamente se trata de una regimentación?


En definitiva, el MST ha elegido el camino típicamente ‘sectario’ del aislamiento, pero en este caso conservadoramente y sectariamente, o sea, no en función de un programa o de una estrategia política, sino de autoproclamar su propio espacio. Seguramente, también ha temido una nueva escisión en sus filas, lo cual indicaría que al revés de lo que ocurre con las doctrinas conocidas, la de la ‘nueva izquierda’ tiene ya más de un intérprete mucho antes de alcanzar su consagración. Pero la inconsecuencia de la ‘nueva izquierda’ es también el resultado de la percepción de que el armado de Solanas es superficial, sin alcances, que prontamente se desbarrancará por rumbos inciertos. Pero si esto es así: ¿cuál es el punto o la consistencia del planteo de esta ‘nueva izquierda’ —que solamente recoge ‘incomprensión’ a diestra y a siniestra?