Políticas

10/3/1994|413

El voto en blanco es derrotismo

Algunas organizaciones políticas de izquierda están llamando a votar en blanco. Hay en este llamado dos cuestio­nes: una menor y otra mayor. La menor es que la mayor parte, si no todas, las organizaciones que impulsan el voto en blanco lo hacen porque temen perder la personería electoral ante la certeza de que no obtendrían el 2% en las próximas elecciones Aunque se quiera disimular esta cuestión menor como un asunto de conveniencias prácticas, su carácter real es indudablemente político, ya que pone de manifiesto la incapacidad de estas organizaciones de organizar o sumarse a un frente de izquierda que dé una salida positiva y luchadora a su atomización política


Estas organizaciones han preferido disimular esta impotencia, sin embargo, y otorgarle un carácter virtuoso al voto en blanco Esgrimen para esto que la Cons­tituyente es “fraudulenta”, que está “condicionada” por el pacto Menem- Alfonsín; que está obligada a votar un paquete cerrado; u otras críticas del mis­mo orden Pero semejantes pretextos no hacen sino confirmar que estamos ante un caso claro de impotencia política y de incapacidad para la acción, que se disi­mula con una línea de derrotismo.


Preguntamos: ¿Qué aspecto o cuestión de la democracia burguesa no es fraudulenta? ¿Qué Institución política del Estado no está condicio­nada por los capitalistas, el imperia­lismo, la burocracia clerical o la mili­tar? ¿Qué planteamiento de los parti­dos burgueses no es un paquete ce­rrado de reivindicaciones capitalis­tas, limitado solamente por las diver­gencias entre los propios capitalis­tas? Sin darse cuenta, quizás, al criticar a la Constituyente de este modo, los votoblanquistas hacen el elogio ilimitado del conjunto de la democracia capitalista y hacen aparecer a la Constituyente como una “anomalía” dentro de esa democracia o como un “des vio “con respecto a un patrón democrático universal. Pero después de todo, quien ha condicionado a la Constituyente es el Congreso, a cuya constitución han contribuido todos los votoblanquistas al participar de las elecciones respectivas y en el cien por ciento de los casos votando a los Menem, a los Chacho Álvarez o a los Alsogaray, impulsores o cómplices de esta Constituyente reaccionaria.


La Constituyente reaccionaria es una variante del parlamentarismo burgués, que tiene la misión concreta de reforzar al régimen hambreador mediante el ple­biscito del pacto y, también, introducien­do en la Constitución el sistema de go­bierno por decreto; la liquidación de las conquistas sociales y laborales; y todo el arsenal antidemocrático de carácter clerical. Si el pueblo trabajador no ha mani­festado aún su disposición para impedir semejantes designios mediante la lucha revolucionaria, es necesario valerse de las tribunas electorales y parlamenta­rias para denunciar la política del capi­talismo y contraponer a ella las reivindi­caciones y la política de la clase obrera. Mediante este trabajo de agitación se pavimentará el camino de la organización y la acción anticapitalista.


Los votoblanquistas se abstienen, no de la Constituyente, sino de la lucha que nos plantea la reunión de esta Constituyente, es decir de la lucha contra la “reforma laboral”, contra la ‘ju­bilación privada”, contra la “educa­ción clerical”, contra el entreguismo y contra el reforzamiento político y repre­sivo del Estado.


Se trata de una línea de derrota, disimulada, como es habitual, por la verborragia, y es una manifestación de completa impotencia frente a la ofensiva anti-popular y a las exigencias que plan­tea el conjunto de la situación política.