Políticas

26/11/1998|609

‘Ellos’, no; ‘Nosotros´ los trabajadores

Mientras se informa que la Alianza dilapidó una millonada de dólares para financiar su ‘in­terna’, la crisis está arrasando la economía popular.


El gobierno está retrasando la publicidad de los datos sobre des­empleo porque, luego del anuncio de que sería “pulverizado”, los desocupados crecen como hongos después de la lluvia. Las cifras oficiales, de todos modos, escon­den más de lo que revelan porque no tienen en cuenta la “notable caída de la gente que sale a buscar trabajo” {Página! 12, 19/11), completamente quebrada por meses de búsqueda inútil, co­las interminables y maltrato sis­temático. Sólo entre los que toda­vía sí salen a buscar laburo hay más de 4.000.000 de desocupa­dos; el 30% de la fuerza de trabajo disponible.


Pero no somos nosotros, los trabajadores, atrapados entre la agonía del desempleo y los traba­jos ‘flexibilizadós’ de 12 horas seguidas por chaucha y palitos; no somos nosotros los responsables de la catástrofe actual. Son ‘ellos’ los que informan sobre la caída de la producción del 10% en octubre último; los que retiran los depósi­tos de los bancos, que vienen de caer por segundo mes consecutivo, los que pronostican más ‘sacrifi­cios’ —para nosotros, no para ellos— en el futuro inmediato.


En medio de este cuadro, como si fuera un chiste, ‘ella’, la seño­ra, cerró su campaña diciendo que la única solución para el proble­ma número uno del país laburan­te —precisamente la desocupación— es el… “crecimiento del 6% de la economía” {La Nación, 22/11), una posibilidad que nie­gan, inclusive, sus propios aseso­res, que asisten, impotentes, a la crisis provocada por los propios capitalistas. Pero, además, hasta un niño puede entender que, para trabajar y comer, el primer pro­blema no es el tamaño de la torta sino de la cuchara con la cual se la distribuye. Claro que ni Graciela ni Femando quieren reducir el cucharón de los capitalistas y chupasangres que nos han reven­tado en los últimos años. Por eso ya han reservado el Ministerio de Economía para López Murphy o Machinea, empleados del gran capital.


Por eso, también, la ‘interna’ se desarrolló sin que se hable de nada que importe realmente a los trabajadores y al pueblo. La nota discordante, la última semana, la tocó Alicia Castro, diputada de la Alianza e integrante del MTA, que denunció la existencia de un “pacto radical-menemista” (Clarín, 18/11). Se refería, concre­tamente, al apoyo explícito brin­dado a De la Rúa, por burócratas de la más pura cepa menemista. La señora Castro, a pesar de sus horas de vuelo, no consideró que esto fuera suficiente para conde­nar a la coalición qué integra con los pro-menemistas, es decir, agentes del gran capital. En con­secuencia, romper con la burgue­sía y los explotadores no sería condición para una política ‘pro­gresista.’. Pero, ¿en qué consiste, entonces, el ‘progresismo´?


En este punto, se concentra toda la situación política y la llave para enfrentar la catástrofe que viene. Que las organizaciones de los trabajadores, en primer lugar, sus grandes organizaciones sindi­cales, dejen de actuar como fur­gón de cola de los explotadores. Que la CGT, la CTA y el MTA rompan con la burguesía; que un frente común de las viejas y nue­vas organizaciones de los trabaja­dores surgidas en el seno de la propia lucha sindical, de los movi­mientos de desocupados, de los jubilados, de la mujer trabajado­ra, de la juventud; en resumen, que el movimiento propio de los trabajadores se ponga de pie y tome una iniciativa política al margen de las organizaciones pa­tronales. Es decir, un cuadro de deliberación y organización co­mún, un partido de la clase obrera.


Porque si se quiere trabajo para todos, hay que abrir los li­bros de las empresas para contro­lar los lucros siderales que acu­mularon, procesarlas por todos los chanchullos y negociados y encontrar los recursos para un plan de empleo, de salud, de edu­cación; es decir, si se quiere sacar­le el cucharón a los explotadores y permitir que los trabajadores se queden con la torta que producen, el punto central es que sean los propios trabajadores, sus organi­zaciones, sus hombres y mujeres, los que tomen la sartén por el mango. Es la búsqueda incons­ciente o semiconsciente de la enorme masa de trabajadores de nuestro país, harta de los políti­cos de tumo, oficialistas u oposi­tores, agentes de este sistema de oprobio y humillación para el laburante. Es la lucha consciente que proclamamos para construir un partido de trabajadores, un partido de la clase obrera. Para que la tortilla se dé vuelta.