Políticas

30/10/1997|562

En Argentina la crisis empezó hace tiempo

Desde que se desató la crisis asiática, en julio, todos los gobiernos que resultaron sucesivamente afectados se apresuraron a asegurar que sus economías eran sólidas y por supuesto más resistentes que las que acababan de caer. En Argentina viene ocurriendo lo mismo. Se pretende, además, que estaríamos importando una crisis por completo ajena al país.


Sin embargo, ya en septiembre las inversiones extranjeras comenzaron a tener un flujo negativo para Argentina, ya que cayeron un 0.3 por ciento (La Nación, 24/10); también hubo una “fuerte retirada de las tenencias en títulos públicos”. De acuerdo a una información de Ambito (20/10), los depósitos bancarios en pesos comenzaron a caer a mediados de septiembre, en tanto que las reservas del Banco Central se vienen contrayendo desde agosto.


A pesar de todas las seguridades sobre la solidez del sistema bancario, se registró el derrumbe del Banco de Crédito Provincial de La Plata. Pero más importante es el descubrimiento de serias irregularidades en el Banco Nación, que motivaron relevos en su directorio (BAE, 17/10). Recientemente, el Banco tuvo que proceder a un refinanciamiento del 80 por ciento de sus préstamos al sector agropecuario, que alegaba no tener condiciones para devolverlos. En Córdoba, Mestre se propone capitalizar los bancos oficiales, emitiendo títulos por 600 millones de dólares; De la Rua hizo hace poco lo mismo con el Ciudad, al que entregó 100 millones de la tesorería del municipio (Ambito, 15/10). En lo que se refiere al llamado ‘sector privado’, la colocación de títulos para refinanciar deudas se duplicó con relación a 1996 (El Economista, 17/10). Antes que comenzara el tifón en Hong Kong, “Las acciones de Telefónica y Telecom se derrumbaron en la Bolsa”, informaba Página 12 del jueves 24; la caída se atribuía a la lucha que se ha entablado en las comunicaciones y comprometía la friolera de 1.400 millones de dólares de colocaciones extranjeras en las telefónicas. Esto explica que el Banco Central ampliara aún más la llamada “red de seguridad financiera”, hasta una suma de 7.100 millones de dólares, para hacer frente a una corrida bancaria (La Nación, 23/10). La red es un seguro contraído con la banca internacional, que requiere para el caso de un salvataje la entrega de títulos públicos en posesión del banco afectado. Como precisamente es la caída de estos títulos lo que precipita las crisis bancarias, es claro que la ‘red’ no podría funcionar a pleno por carecer de cualquier clase de garantías.


Un menemista de la primera hora confesaba el domingo pasado en La Prensa por qué la crisis ya estaba instalada en la Argentina. “Es justamente el nivel de la deuda pública, y su relación con las exportaciones, el talón de Aquiles de la economía argentina. Esa relación, donde la deuda casi cuadruplica el nivel de exportaciones de este año, es de las más altas entre los países emergentes, tras Brasil y Perú”. Es decir que Argentina se encuentra potencialmente en cesación de pagos. Esto explica que desde hace dos meses comenzaran a subir las tasas de interes por préstamos interbancarios.


Es preciamente esta tasa, que era del 6 por ciento en agosto, la que superó el 10 por ciento con la crisis en Hong Kong. Esto significa que se retira dinero de los bancos. El Cronista dice (28/10), que “no tardarán en notarse problemas de liquidez, es decir, falta de dinero en el circuito financiero”. Este hecho provocará una crisis en la cadena de pagos y precipitará una nueva recesión.


Ambito (28/10) se consuela con “que los bancos argentinos casi no poseen acciones en cartera y sólo tienen muy pocos títulos públicos” —unos 3.000 millones de dólares que habrían perdido el 10 por ciento de su valor, 300 millones, en un solo día, es decir diez veces más de lo que el Banco Río ganó en un trimestre muy bueno. Pero hay que considerar que las AFJP tienen el 20 por ciento de su dinero en acciones y el 40 por ciento en títulos públicos, de modo que su pérdida de valor fue enorme. Además están los Fondos de Inversión, con depósitos por 6.000 millones de dólares, que tienen todo invertido en el Mercado de Valores. El lunes 27, el Banco Central vendió 150 millones de dólares a los capitalistas que han comenzado a retirarse de la Argentina; al día siguiente, los contratos de compras futuras de dólar lo cotizaron a 1.12 pesos —una devaluación monetaria del 12 por ciento.


Escribiendo para La Nación en el marco de este escenario, el vocero de Techint y de la Alianza, José Luis Machinea, llamó a “cerrar filas” y a “defender la convertibilidad” (26/10), lo que significa entregar todos los dólares que pidan los especuladores y los que retiren dinero al exterior. Si se sigue este guión de Machinea, los capitalistas vaciarán a precio de remate las reservas del Banco Central y ello precipitará luego la inevitable devaluación del peso. Es lo que este mismo hombre hizo en 1989, cuando fue funcionario de Alfonsín, desatando la hiperinflación.


Se impone por el contrario establecer un control de cambios y el control obrero del sistema bancario, para impedir la especulación contra el peso. La política de Fernández y de Machinea ya provocó el derrumbe de Tailandia, Malasia, Taiwán, Corea del Sur, Indonesia, Australia, Nueva Zelanda, México y, según parece, ahora Hong Kong.