Políticas

25/11/2004|878

¿En las vísperas de una crisis política?

Aunque para el gobierno son apenas “turbulencias” en un poder que se afirma, un conjunto de hechos es­tá indicando la maduración de una crisis política.


Con el retiro “inesperado” del banco responsable del canje de la deuda externa argentina en los Estados Unidos (acompa­ñado por la demora de la Comisión de Va­lores de Italia en autorizar el canje), se ha caído todo el escenario previsto por el go­bierno como cierre del rescate de la burguesía en default. Cualquier banco a quien se ofrezca ocupar su lugar exigiría “desde pro­tección legal para evitarse eventuales de­mandas judiciales -o que sea otro que pa­gue por ellas- hasta la posibilidad de ha­cer más atractiva la oferta” (Clarín, 23/11).


El gobierno ha sido arrinconado por su propia política de salir de la crisis sobré la base de las viejas relaciones sociales. Lue­go de haber licuado las deudas de la bur­guesía argentina, por 30.000 millones de dólares (pesificación) y rescatado a los bancos por una cifra similar (compensa­ción), el gobierno ofreció reconocer la mi­tad del valor de la vieja deuda, que antes de la bancarrota se cotizaba, sin embargo, a 10 centavos de dólar. Ha reconocido al ciento por ciento la deuda con los organis­mos internacionales, además de pagarles en efectivo 7.000 millones de dólares por servicios de capital y de intereses. Ahora, el codirector del Comité Global de Tenedo­res de Bonos de la Argentina (GCAB) H. Humes, informa que “el consenso de los analistas de Wall Street calcula que la Ar­gentina cuenta con la capacidad de pago de 55 centavos” de dólar por cada divisa adeudada. “La Argentina puede pagar más” es la conclusión (La Nación, 21/11). Pero solamente en el 2005, Argentina tie­ne vencimientos por 14.000 millones de dólares, de los cuales 5.500 corresponden a pagos de capital al FMI y al resto de los organismos.


El gobierno argentino ha creado las condiciones de la extorsión. Al arrancar un superávit fiscal de 20.000 millones en el año sobre la base de una sangría al pueblo de características históricas, ha logrado una masa de recursos que hoy está en la mira del FMI, los bancos y los acreedores.


China, Brasil


Una segunda vertiente de crisis ha sido planteada por la negociación con China. El gobierno argentino le concedió el status de “economía de mercado” y abrió con ello una crisis política con los sectores que han pros­perado, desde la devaluación, por medio de la “sustitución de importaciones”.


De un modo más general, los acuerdos de ´liberalización´ con China no constituyen de ningún modo una suerte de alianza tercermundista, por la simple razón de que China ha ido pasando progresivamente a manos del capital financiero internacional. Se puede decir, incluso, que es un peldaño hacia el Alca que vienen reclamando, por lados diferentes, los capitalistas yanquis y los europeos.


La negociación con China marginó casi por completo a Lavagna, concentrándose en De Vido, fuertemente-asociado a las pe­troleras, pulpos mineros y privatizadas, planteándose una diferenciación dentro del bloque que conforma el gobierno de la bur­guesía “nacional". Página/12, del domingo pasado, publica un análisis que asegura que la negociación fue llevada adelante, tanto por parte de los argentinos como de los chinos, al margen de las instituciones oficiales del Estado. Casi una denuncia de "cometas’ al por mayor.


Crisis política


Una tercera variante de crisis es la feroz lucha política que se libra tras el telón del acuerdo Kirchner-Duhalde. Las elecciones internas del PJ en la provincia de Buenos Aires estuvieron limitadas, por el “acuer­do” de lista única, sólo a algunos distritos. Solá, hoy aliado con Kirchner, conquistó un


25% del Consejo Provincial, en alianza con una decena de dirigentes de distrito (Balestrini, de La Matanza; Alak, de La Plata; Otacehé, de Merlo, entre otros).


Cuando se juntan todos los hilos de los acontecimientos recientes, se advierte que la crisis de la deuda podría ser usada por Kirchner como un pretexto para desemba­razarse de Lavagna y cerrar rápidamente un acuerdo con los banqueros internacio­nales sobre la base de diversas concesiones y ‘mejoras’. El conjunto de intereses econó­micos que rodean a Kirchner hacen muy improbable que se decida por un default in­definido. La versión de que podría indepen­dizarse de los bancos mediante la cancela­ción de la deuda con el FMI es también re­mota.


La combinación de la crisis de la deuda con una crisis al interior del equipo que li­deró la etapa política abierta con la caída de De la Rúa cambiaría todos los ejes y re­ferencias de la política nacional.


El Partido Obrero vuelve a advertir la debilidad de conjunto de la etapa de re­cuperación que ha pretendido iniciar la burguesía nacional. El agotamiento de la tentativa nacionalista es manifiesto. En estas condiciones llamamos, sobre la ba­se de las reivindicaciones sociales que impulsan las actuales huelgas y manifes­taciones, a organizar una alternativa obrera y socialista.