¿En las vísperas de una crisis política?
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Aunque para el gobierno son apenas “turbulencias” en un poder que se afirma, un conjunto de hechos está indicando la maduración de una crisis política.
Con el retiro “inesperado” del banco responsable del canje de la deuda externa argentina en los Estados Unidos (acompañado por la demora de la Comisión de Valores de Italia en autorizar el canje), se ha caído todo el escenario previsto por el gobierno como cierre del rescate de la burguesía en default. Cualquier banco a quien se ofrezca ocupar su lugar exigiría “desde protección legal para evitarse eventuales demandas judiciales -o que sea otro que pague por ellas- hasta la posibilidad de hacer más atractiva la oferta” (Clarín, 23/11).
El gobierno ha sido arrinconado por su propia política de salir de la crisis sobré la base de las viejas relaciones sociales. Luego de haber licuado las deudas de la burguesía argentina, por 30.000 millones de dólares (pesificación) y rescatado a los bancos por una cifra similar (compensación), el gobierno ofreció reconocer la mitad del valor de la vieja deuda, que antes de la bancarrota se cotizaba, sin embargo, a 10 centavos de dólar. Ha reconocido al ciento por ciento la deuda con los organismos internacionales, además de pagarles en efectivo 7.000 millones de dólares por servicios de capital y de intereses. Ahora, el codirector del Comité Global de Tenedores de Bonos de la Argentina (GCAB) H. Humes, informa que “el consenso de los analistas de Wall Street calcula que la Argentina cuenta con la capacidad de pago de 55 centavos” de dólar por cada divisa adeudada. “La Argentina puede pagar más” es la conclusión (La Nación, 21/11). Pero solamente en el 2005, Argentina tiene vencimientos por 14.000 millones de dólares, de los cuales 5.500 corresponden a pagos de capital al FMI y al resto de los organismos.
El gobierno argentino ha creado las condiciones de la extorsión. Al arrancar un superávit fiscal de 20.000 millones en el año sobre la base de una sangría al pueblo de características históricas, ha logrado una masa de recursos que hoy está en la mira del FMI, los bancos y los acreedores.
China, Brasil
Una segunda vertiente de crisis ha sido planteada por la negociación con China. El gobierno argentino le concedió el status de “economía de mercado” y abrió con ello una crisis política con los sectores que han prosperado, desde la devaluación, por medio de la “sustitución de importaciones”.
De un modo más general, los acuerdos de ´liberalización´ con China no constituyen de ningún modo una suerte de alianza tercermundista, por la simple razón de que China ha ido pasando progresivamente a manos del capital financiero internacional. Se puede decir, incluso, que es un peldaño hacia el Alca que vienen reclamando, por lados diferentes, los capitalistas yanquis y los europeos.
La negociación con China marginó casi por completo a Lavagna, concentrándose en De Vido, fuertemente-asociado a las petroleras, pulpos mineros y privatizadas, planteándose una diferenciación dentro del bloque que conforma el gobierno de la burguesía “nacional". Página/12, del domingo pasado, publica un análisis que asegura que la negociación fue llevada adelante, tanto por parte de los argentinos como de los chinos, al margen de las instituciones oficiales del Estado. Casi una denuncia de "cometas’ al por mayor.
Crisis política
Una tercera variante de crisis es la feroz lucha política que se libra tras el telón del acuerdo Kirchner-Duhalde. Las elecciones internas del PJ en la provincia de Buenos Aires estuvieron limitadas, por el “acuerdo” de lista única, sólo a algunos distritos. Solá, hoy aliado con Kirchner, conquistó un
25% del Consejo Provincial, en alianza con una decena de dirigentes de distrito (Balestrini, de La Matanza; Alak, de La Plata; Otacehé, de Merlo, entre otros).
Cuando se juntan todos los hilos de los acontecimientos recientes, se advierte que la crisis de la deuda podría ser usada por Kirchner como un pretexto para desembarazarse de Lavagna y cerrar rápidamente un acuerdo con los banqueros internacionales sobre la base de diversas concesiones y ‘mejoras’. El conjunto de intereses económicos que rodean a Kirchner hacen muy improbable que se decida por un default indefinido. La versión de que podría independizarse de los bancos mediante la cancelación de la deuda con el FMI es también remota.
La combinación de la crisis de la deuda con una crisis al interior del equipo que lideró la etapa política abierta con la caída de De la Rúa cambiaría todos los ejes y referencias de la política nacional.
El Partido Obrero vuelve a advertir la debilidad de conjunto de la etapa de recuperación que ha pretendido iniciar la burguesía nacional. El agotamiento de la tentativa nacionalista es manifiesto. En estas condiciones llamamos, sobre la base de las reivindicaciones sociales que impulsan las actuales huelgas y manifestaciones, a organizar una alternativa obrera y socialista.