Políticas

26/12/2002|773

En las vísperas, en Brasil también hacen un plebiscito

La semana pasada, 10 millones de brasileños se manifestaron en un plebiscito contra el ALCA. Fue promovido por la izquierda del PT y otros partidos de izquierda, la CUT y los sindicatos, numerosos gobiernos municipales y por la Pastoral Social. Según uno de los convocantes, el PSTU, el papel de la iglesia en el éxito de la consulta fue decisivo. El ALCA es una asociación de libre comercio de las Américas que impulsa el gobierno norteamericano con la finalidad de profundizar su penetración en América Latina. La dirección nacional del PT desautorizó el plebiscito, indicando con ello que el ALCA es otro de los precios que está dispuesta a pagar al imperialismo para llegar al gobierno.


La masividad de la participación no alcanza para ocultar el enanismo político de la empresa. Violando incluso el sentido común, los organizadores entregaron el resultado del plebiscito, no al gobierno brasileño sino a la embajadora norteamericana. Con esto dejaron perfectamente en claro que no conciben la lucha contra el ALCA como una lucha contra el poder político del país. Apelando a la candidez que se le atribuye a los norteamericanos, la embajadora se los sacó de encima con el pedido de que esperen al inicio de las negociaciones para emitir una opinión definitiva.


Lo singular del plebiscito es que al mismo tiempo que se instalaban las urnas, Brasil ingresaba abiertamente en la cesación de pagos a pesar de un reciente y muy saludado acuerdo con el FMI. Mientras la estampida financiera atizaba el crecimiento de los precios y apresuraba un colapso económico, el “espacio” izquierdista de Brasil distraía a su pueblo con problemas más distantes y, lo que es más importante, cuya viabilidad está condicionada al desenlace de la crisis financiera. Si el imperialismo consigue imponer su salida a esta crisis habrá ganado la batalla principal para imponer el ALCA sin que importe para ello el resultado del plebiscito. Hace tres años tuvo lugar un plebiscito contra la deuda externa que no impidió para nada la continua esclavización financiera de Brasil.


Por el método y las circunstancias, el referéndum brasileño nos trae la reminiscencia del plebiscito del Frenapo en las vísperas del 19 y 20 de diciembre. Cuando la CTA y sus consortes pretendían arreglar los problemas del país en el marco del gobierno De la Rúa-Cavallo, las masas se preparaban para dar su opinión en la calle, lo cual abrió un período de características revolucionarias. A fuerza de querer diferenciar a nuestros países, los malabarismos centroizquierdistas los hacen parecerse cada vez más.


De conjunto, la izquierda brasileña ignora la tendencia capitalista al colapso y ni qué decir de la posibilidad de que produzca una situación revolucionaria. No prepara al pueblo para esta alternativa de ninguna manera. Comparte con la cúpula del PT todos los prejuicios contra el argentinazo. Es de “mal gusto” en los medios izquierdistas señalar la fuerte tendencia en esta dirección. No señalan que el PT tiene limitaciones insalvables para contener la crisis capitalista; es más, no sólo la precipitará sino que ya está trabajando por una salida a ella pautada por el imperialismo. La presión del colapso capitalista impulsa al PT a gobernar contra la clase obrera.