Políticas

24/7/2004|861

Entramos a la Legislatura

Las libertades democráticas en cuestión

El jueves 22 de julio, el centro de Bue­nos Aires era el de una ciudad en es­tado de sitio. Centenares de efectivos de Infantería esperaban la marcha que las organizaciones piqueteras habían convo­cado para la tarde, contra la reforma del Código contravencional y por la libertad de todos los presos. Como destacó Clarín al día siguiente (23/7), entre los efectivos represivos se contaban “los policías de ci­vil, inconfundibles y camuflados al mejor estilo piquetero, que entraban y salían de la zona vallada”. La tarea de infiltración y provocación contra las organizaciones po­pulares tenía lugar, como corresponde a este gobierno, con completa “transparen­cia”. A la Legislatura, cercada, sólo ingre­saría “el personal de la casa, la prensa y el público que llegue al recinto de sesiones con invitación especial” (Clarín, 22/7). Aunque no estaba previsto para ese día el tratamiento del Código, el operativo de “seguridad” anticipaba lo contrario. Mien­tras tanto, el Polo Obrero había hecho sa­ber a todo el país que pretendíamos culmi­nar la marcha con el ingreso de una dele­gación a la Legislatura, para presentar nuestra posición sobre el Código contra­vencional, lo cual es un derecho.


Con el correr de las horas, decenas de carros de vendedores ambulantes, a los cuales el Código les niega el derecho a ga­narse el pan, se fueron sumando a la co­lumna. También organizaciones de dere­chos humanos, la Fuba, y compañeros “sueltos” de hoteles y pensiones que tam­bién viven de la venta callejera. A las dos de la tarde, un informe desde la Legisla­tura nos advertía: “Los recibiremos, pero en la puerta, y ustedes podrán entregar­nos un petitorio”. Hacia las tres y media, una gruesa columna desafiaba la intimi­dación policial y el clima de terror insta­lado por los medios desde los días ante­riores. A esa altura, la decisión de “clau­surar” la Legislatura se había venido abajo: desde “adentro” llegaba la decisión de hacernos entrar.


La más pública de las sesiones


El ingreso de los piqueteros a la Legis­latura fue rodeado de la calidez de sus trabajadores, que se acercaban para salu­dar y alentar a la delegación. La junta in­terna de ATE se hizo presente en la puer­ta para darnos la bienvenida. La única excepción, claro, fueron algunos burócra­tas de Sutecba que, insultos mediante, ganaron la interesada atención de los ca­nales de Hadad y de la Noble.


Ya en el interior, veinte representan­tes piqueteros explicamos, ante todo el país, el sentido de nuestra lucha contra el Código contravencional. Denunciamos la tentativa de restringir y regimentar la movilización y las expresiones de lucha, nada menos que en el centro político del país. Los vendedores ambulantes denun­ciaron las restricciones que se les preten­de imponer y las extorsiones que resulta­rán en beneficio de las mañas municipa­les y de los grandes comerciantes. Denun­ciamos la intervención de agentes clan­destinos del Estado en la provocación del viernes 16, así como de la propia Legisla­tura. Caracterizamos a los 17 presos polí­ticos de ese día como las víctimas de esa conspiración estatal y exigimos su inme­diata libertad.


La cuestión del Código contravencional ha quedado en el centro de la crisis políti­ca. Afecta las libertades democráticas a las que el pueblo no renunciará.