Políticas

22/1/2004|834

Entre Bush y la revolución boliviana

Kirchner se volvió de la reunión de presidentes, en Monterrey, con un compromiso cargado de consecuencias: a Bush, en particular, le prometió que seguiría cumpliendo con el FMI y pagándole, por supuesto, religiosamente –como, por otra parte, lo ha venido haciendo hasta ahora. La Argentina le debe al FMI, al Banco Mundial y al BID un poco menos de cuarenta mil millones de dólares. La renovación de la deuda pactada con los organismos internacionales no incluye los intereses y, debido especialmente a los pagos al Banco Mundial, la Argentina ha efectuado desembolsos netos, en los dos últimos años, de unos siete mil millones de dólares. Para un Estado en bancarrota no es poca cosa.


Lavagna fue incluso más lejos que su jefe. En un artículo que publicó en El Cronista excluye de cualquier clase de ‘quita’ o incumplimiento al FMI y a los organismos internacionales. Argumenta que al haberse puesto fin al sistema de rescates de las naciones que entran en cesación de pagos es inevitable que los acreedores privados carguen con una parte fuerte (‘quita’ del 75%) de la cuenta que dejan las bancarrotas. Este razonamiento ‘impecable’ adolece, sin embargo, de dos fallas: una de ellas es que excluye a los bancos instalados en la Argentina, la mayor parte extranjeros, a los cuales literalmente se los ha “rescatado”, al compensarlos integralmente por la llamada “pesificación asimétrica” y por las diferencias de cambio en sus deudas (en dólares) al exterior (incluidas sus propias casas matrices). También se les ha refinanciado a los bancos sus créditos usurarios a las provincias, que se han convertido en deudas del Estado nacional. Todo este ‘rescate’ ha incrementado la deuda pública ¡en otros cincuenta mil millones de dólares! La otra falacia de Lavagna es que si el FMI ha dejado de ‘rescatar’ a los países que quiebran, lo razonable sería que fuera disuelto y de ningún modo asegurarle el pago pleno de los préstamos que hubiera otorgado y que fueron económicamente barridos por la bancarrota.


Lavagna oculta que el capitalismo no puede prescindir de la intervención y el arbitraje del Estado –del Estado nacional y de los estados imperialistas que operan con el FMI– y mucho menos es capaz de salir de sus gigantescas bancarrotas sin ese arbitraje. Eso es, precisamente, lo que busca disimular la demagogia nacionalista de Kirchner. Pero contra lo que dice Lavagna, el FMI sigue cumpliendo aquel papel de “bombero’, como lo demuestran, entre otros casos, los enormes préstamos que entregó a Brasil, Turquía e incluso Uruguay durante todo el año pasado –sin los cuales estos países habrían literalmente estallado. Tanto los gobiernos de Duhalde y Kirchner como el FMI han arbitrado a favor de los bancos, cuya masa de créditos se encontraba concentrada en Argentina. En el exterior, en cambio, los bancos ya habían vendido la casi totalidad de la deuda pública argentina a inversores individuales o fondos de pensión (que operan cuentas individuales de clientes); lo hicieron apenas percibieron que el ‘defol’ argentino era imparable.


Pero más allá del rescate de los bancos que operan en Argentina, Duhalde-Kirchner salieron al rescate de la burguesía nacional que se encontraba endeudada tanto con los bancos ‘locales’ como con los del exterior (la banca internacional retuvo la mayor parte de la deuda de las empresas en sus manos). Mediante la pesificación y la declaración del ‘defol’, el Estado argentino salió simplemente al rescate del conjunto del capitalismo nacional –a costa de una enorme confiscación de los trabajadores, que vieron caer sus salarios en un 65% y contraer sobre sus espaldas una nueva deuda pública. Se inició con esto, al mismo tiempo, un enorme negociado, pues los capitalistas empezaron a exportar en dólares revalorizados y a pagar salarios y deudas en pesos. O lo que está ocurriendo ahora, que los pulpos inmobiliarios han recuperado los precios de las viviendas nuevos a los niveles pre-crisis y pagan la construcción de ellas a los costos posteriores a la devaluación.


El compromiso con Bush


Al comprometerse con Bush a un cumplimiento a rajatablas con el pago riguroso de la deuda con el FMI y los otros organismos, Kirchner ha entrado en una completa contradicción con su reiterada promesa de no aflojar en la quita del 75% a la deuda que se cotiza en el exterior. Como el FMI no está de acuerdo con el planteo (y tampoco Bush, que propuso reducir la quita al 50-55%), la colisión es clara: o Kirchner acepta el planteo del Fondo o se rompe el acuerdo y Kirchner tiene que elegir entre pagar a los organismos internacionales con las reservas o romper con el FMI (es, precisamente, para oponerse a esta ruptura que Lavagna escribió el artículo en El Cronista).


¿Por qué tiene importancia para el FMI resolver la cuestión de los acreedores externos, independientemente de que el desacuerdo con éstos no afecte directamente a los bancos? Por la sencilla razón de que los mercados de deuda, bonos u obligaciones constituyen, en primer lugar, la red de seguridad que le permite a los bancos descargar la crisis financieras sobre las espaldas de los pequeños inversores (¡capitalismo popular!) y porque, en segundo lugar, esos mercados son el mecanismo del que se vale el capital financiero para apropiarse de los ahorros individuales.


La bancarrota argentina se inserta en una cadena de bancarrotas, las que en el caso de algunos países han dejado al mercado de deuda o bonos en ruinas. En Italia, las quiebras de Parmalat, Cirio y Argentina han dejado impaga una deuda que podría llegar a los cuarenta mil millones de dólares; lo mismo ha ocurrido con la quiebra de la supermercadista holandesa Ahold, de los pulpos yanquis Nerón y Worldcom, de la francesa Vivendi. En todos estos casos, los bancos pasaron el riesgo a los ‘ahorristas’ a través del mercado de capitales, con el visto bueno de los bancos centrales, los auditores y las calificadoras. En Italia se ha llegado claramente a una crisis política e incluso los bancos responsables de estos operativos están prometiendo resarcir parcialmente a los inversores perjudicados (Capitalia y Citibank). El derrumbe potencial de los mercados de bonos se ha visto acentuado por el gran incremento de la deuda pública norteamericana, la mayor parte del cual es financiado desde Asia. Para evitar la caída de este mercado, el banco central norteamericano compra bonos (emite dólares) en forma masiva, lo que explica la creciente devaluación del dólar. La moneda norteamericana ya se ha devaluado un 30% frente al euro en los últimos meses. En suma, se cierne un peligro de alcance internacional detrás del fraude cometido por los bancos en los mercados de bonos para zafar de las bancarrotas como las de Argentina. ¿Pero es Argentina la que tiene que salir a ‘rescatar’ al mercado financiero mundial o los propios bancos? El resarcimiento parcial que están proponiendo algunos de ellos es completamente insuficiente y hasta una tomada de pelo en lo que hace al monto que proponen, pero no es por ello menos significativo a la hora de reclamar que el ‘muerto’ de la deuda capitalista argentina la paguen los capitalistas y no los trabajadores.


Economía … y Bolivia


El gobierno argentino se apresta a designar los bancos de inversión que van a tener a su cargo la renegociación de la deuda externa, como figura en el acuerdo con el FMI. Si lo hace efectivamente podríamos decir que es el principio del fin de la demagogia de la quita del 75%; si no lo hace sería una violación del acuerdo con el FMI y la obligación de la Argentina de pagar la deuda con los organismos internacionales en dinero efectivo. Un columnista de Clarín dio a entender que se estaría considerando la vía intermedia de refinanciar con el FMI también los pagos en concepto de intereses y usar ese dinero para mejorar la oferta ‘externa’. Cualquiera de estas variantes significaría el fin de la demagogia nacionalista, algo que tiene muy ‘nervioso’ al Presidente, al punto que ha decidido tomar en sus manos directamente la negociación en curso. Mientras tanto, pulpos como Telecom (manejados por ‘amigos’ recientes de Kirchner, como Julio Werthein) han refinanciado sin quita su deuda exterior, lo que significa que confían que obtendrán los aumentos de tarifas que les permita cumplir con los pagos.


La posibilidad de dilatar el desenlace de este impasse dependería de un nuevo arbitraje de Bush, lo cual hace entrar en juego otros factores, como el Alca y, por sobre todo, Bolivia. En la crisis revolucionaria de octubre último, Kirchner y Lula intervinieron para que las direcciones populares de Bolivia aceptaran la designación ‘constitucional’ de Mesa hasta el 2007. En “A dos voces”, Kirchner dio cuenta del informe que le dio a Bush en México sobre la confiabilidad de Evo Morales –dijo que incluso Mesa reconoció que le debía a Morales la permanencia en la presidencia. La crisis, mientras tanto, se ha agravado, al extremo que se acaba de conformar un “grupo de apoyo” a Bolivia, por parte de Estados Unidos, países europeos y latinoamericanos y hasta la ONU. Lula y Kirchner están en el ‘grupo’ formado por los yanquis.


Para desviar una nueva insurrección popular, que sería detonada por nuevas medidas de ‘austeridad’ que estaría por adoptar el gobierno, Mesa se ha largado a reflotar el tema de la ‘salida al mar’, para lo cual contó con el apoyo entusiasta de Chávez y Fidel Castro (de Jimmy Carter y de Kofi Annan); se pretende crear un ‘Malvinas’ boliviano para encarrilar a las masas, como ocurrió en su momento con Galtieri. Kirchner reculó del apoyo al planteo de Mesa luego de una reprimenda de Chile. Morales se ha puesto a la cabeza del apoyo a Mesa en el tema de la ‘salida’, porque es consciente de la finalidad diversionista del planteo.


“Grupo de amigos’, ‘salida al mar’, enfrentamientos con Chile –está montado el escenario de una intervención exterior en Bolivia. Según Horacio Verbitsky (Página/12, 11/1), el general Bendini le habría desmentido al gobierno una reunión con sus iguales de Chile y Brasil para organizar una “fuerza de estabilización” para actuar en Bolivia (ver Prensa Obrera N° 833). De acuerdo a Verbitsky, la información habría sido una ‘operación’ desestabilizadora del diario La Nación. Pero esto solamente probaría que hay fuerzas ‘operando’ en esta dirección. Como de todos modos Kirchner advirtió a Morales contra el ‘insurreccionismo’, resulta claro cuál es el lado de la barricada del Presidente. La semana pasada La Nación informó sobre vuelos clandestinos de aviones norteamericanos con destino a Bolivia que fueron interceptados por la Fuerza Aérea brasileña.


Conclusión básica


No solamente están claras las limitaciones insalvables del autoproclamado gobierno de la burguesía nacional, sino que estas limitaciones se estrechan cada vez más. También es claro su papel contrarrevolucionario frente a la revolución boliviana y el pánico que provoca su alcance internacional.


De aquí se desprende la necesidad de reforzar la agitación por la ruptura con el FMI, el no pago de la deuda externa, la confiscación de los banqueros y el control obrero de la banca, y la formación de un frente internacionalista en apoyo a la revolución boliviana.