Políticas

26/6/1997|545

Entre el ‘arreglo’ y el golpe

Los principales ‘operadores’ políticos de la burguesía, del clero y del gobierno norteamericano han instalado en los últimos diez días la perspectiva de la caída de Menem a corto plazo.


En el programa de Grondona, el jueves pasado, Béliz dijo que la conexión que habría entre Menem y Yabrán planteaba el problema de la “gobernabilidad”.


Bordón le dijo exactamente lo mismo a una agencia de noticias: “Los llamados telefónicos… comprometen al gobierno Menem, que está inmerso en una crisis institucional y social de peligrosas consecuencias” (Río Negro, 19/6).


Ni Bordón ni Béliz ocultan sus vinculaciones con el ‘lobby’ religioso-empresarial Opus Dei.


Cavallo, por su parte, reiteró en las entrevistas de la semana que ‘una crisis política no tendría efectos económicos’ (ver, por ejemplo, su columna en La Voz del Interior, 9/6). En el citado programa de Grondona añadió que “la seguridad en el plan económico la garantizaban los partidos de la oposición”. Una ‘señal’ a los‘inversores’.


Con relación a la posición de Duhalde, su vocero, Clarín, interpreta que “una guerra de baja intensidad, como la que propone Duhalde, no deja de ser una guerra; sólo se sabe cómo y quién la empieza, pero nadie puede asegurar cómo será el final” (20/6).


Un artículo que publicó el diario anti-castrista Miami Herald delata la paternidad de toda esta operación. “El asesinato de José Luis Cabezas, dice el matutino yanqui,podría poner en jaque a personalidades del gobierno e incluso al mismo presidente Carlos Menem”. Una caída de Yabrán, insiste el Herald, “arrastrará consigo, quién sabe, tal vez, también al Presidente” (citado por el Río Negro, 19/6).


Por último, un periodista con fluido acceso a la embajada norteamericana escribió en Página 12 que “el mensaje de la embajada de los Estados Unidos (es que)Carlos Menem debe forzar la renuncia de Elías Jassan, Carlos Corach y Alberto Kohan y suspender las concesiones del Correo, los aeropuertos y del Documento Nacional de Identidad”. El encargado de negocios que transmitió el ‘mensaje’ amenazó, incluso, con la suspensión del viaje previsto por Clinton a la Argentina (24/6).


Si se tienen en cuenta los enormes servicios que prestó el gobierno menemista al imperialismo, al clero y a los capitalistas argentinos, el alcance de la pugna que se ha desatado entre los distintos clanes que representan a los explotadores no puede dejar de llamar la atención. Hace dos meses solamente, Ambito Financierocelebraba la reunión de todo el gabinete de Menem con el Consejo Empresario Argentino. El título de la nota era: “Hubo ayer un respaldo cruzado de Menem con las grandes empresas” (15/4). En fecha mucho más reciente, Página 12 proclamaba un “Nadie te recuerda Mingo”, aludiendo al hecho de que “se fue Cavallo y la Bolsa subió 60%” (11/6).


Hasta ahora, el único que no se ha inscripto en el esquema del golpe es el Frepaso, que sigue con el ‘verso’ de las instituciones y de que Menem tiene que terminar el mandato. Pero el Frepaso no maneja la crisis actual, sino que es manejado, de modo que con seguridad terminará formando fila con la tendencia que se imponga.


Economía, política y algo más


La reciente caída del ecuatoriano Bucaram (y antes las de Collor o Andrés Pérez) viene al caso para caracterizar la situación en curso en la Argentina, porque también Bucaram había comenzado un programa de entrega económica como el de Menem. Las cifras altisonantes que divulgan los voceros oficiales no logran esconder la impasse de la economía nacional tomada en su conjunto, y la agudización de la lucha de intereses que ella conlleva.


El gobierno se ufana, por ejemplo, de la reducción del llamado ‘riesgo argentino’, que estaría traducida por una disminución entre las tasas de interés de los bonos en los Estados Unidos y la Argentina. Pero un reciente informe del Banco Internacional de Pagos acaba de señalar que este hecho no debe ser tomado como un indicador de una mayor confianza financiera internacional, debido a que corresponde a maniobras especulativas muy inestables. Esto explica porqué las consultoras internacionales no mejoran la calificación financiera de la Argentina.


Un cuadro más preciso lo ofrece un instituto de investigación, que ha demostrado que la deuda pública argentina se acerca al 60 por ciento del Producto Bruto, lo que marca un fuerte índice de insolvencia (Clarín, 18/6).


Otra forma de expresar lo mismo es el señalamiento de que los giros de beneficios e intereses al exterior están llevando el déficit de cuenta corriente a los 7.000 millones de dólares anuales, lo que determina un déficit de la cuenta de capital del orden de los 20.000 millones de dólares, ya que hay que sumarle la amortización de los préstamos recibidos.


Es necesario tener en cuenta que las cifras del producto bruto se encuentran infladas en por lo menos un 20 por ciento, debido a la sobrevaluación del peso. En estas condiciones, el endeudamiento externo, que por todo concepto llega a los 140.000 millones de dólares, equivale a un 70-80 por ciento del PBI.


La suba de la Bolsa también presenta una panorama mistificador. No solamente refleja una especulación internacional fuertemente inestable, sino que responde también al dinero que ingresa compulsivamente a las AFJP, que ya manejan fondos por 7.000 millones de dólares. Sin embargo, los 1.400 millones que destinan a la compra de acciones van a las arcas de solamente veinte empresas que gozan de la calificación correspondiente. Más de 4.000 millones han sido destinados a la compra de títulos públicos. Todas estas ‘inversiones’ se encuentran amenazadas por el elevado hipotecamiento del Estado argentino y el gigantesco déficit externo.


La recuperación económica de los últimos meses también ha sido muy concentrada en automotores y cemento. El consumo no aumenta, en cuanto se duda seriamente de las cifras oficiales de inversión, debido a que el ingreso de capitales y parte de la acumulación interna se destina al pago de intereses y deudas con el exterior.


La baja del consumo refleja que la recuperación benefició exclusivamente a una minoría de la clase capitalista. La miseria popular se ha acentuado, al punto que el 20 por ciento más pobre de la población se encuentra, hoy, un 2 por ciento por debajo del inicio del ‘plan Cavallo’, y el 10 por ciento un 12 por ciento abajo(Graziano, El Cronista, 4/6).


Esta impasse económica se refleja en el planteo de Cavallo de reactivar con urgencia la construcción, a lo que se opone con todo Roque Fernández. Para el equipo económico del gobierno, lo prioritario es cumplir con los compromisos de la deuda externa, lo que quedaría en peligro si se destinan créditos a cebar la producción interior.En este conflicto está presente de nuevo la oposición de intereses entre la banca acreedora y los mercados internacionales de capitales, de un lado, y la gran burguesía argentina, del otro.


Cuando se juntan todos los elementos del cuadro, se percibe la inminencia de una nueva crisis, que sólo está esperando el detonante. Puede ser la devaluación brasileña o norteamericana; una acentuación de la extranjerización; un salto en las movilizaciones populares en curso. La burguesía ha comenzado a aterrorizarse frente a la lucha de los desocupados, lo que explica la apresurada aparición de voceros que piden un mayor criterio social.


Dentro de este conjunto se destaca la presión del imperialismo yanqui para que el Mercosur abra sus fronteras a una Asociación que incluya a toda América. La mayoría de la burguesía argentina se ha alineado con la brasileña en la defensa del Mercosur y de los acuerdos con Europa. Pero las disputas comerciales con Brasil y la crisis de la Unión Europea han ampliado las brechas en favor de las exigencias norteamericanas. La crisis de poder suscitada en torno a Yabrán esconde una lucha por el control del Mercosur entre los capitales que responden a los distintos bloques imperialistas.


Nuestra política


¿Qué significaria hoy una variante golpista? La formación de un gobierno interino controlado por un bloque de Duhalde y Cavallo.


Duhalde se ha venido preparando meticulosamente para suceder a Menem en cualquier plazo. Nada lo demuestra mejor que su política de privatización y de extranjerización de las compañías controladas por el Banco Provincia. Capitales españoles y aseguradoras norteamericanas han entrado al mercado argentino de la mano del Bapro. Duhalde se gana así la ‘confianza’ internacional. Lo mismo ocurre con su política de endeudamiento del banco y del Estado provincial en el exterior.


Duhalde necesita liquidar a como sea la presente crisis política, por la razón fundamental de que el asesinato de Cabezas compromete a ‘su’ policía desde mucho antes que se haya determinado la culpabilidad de Yabrán. Los grupos económicos vinculados a Duhalde tienen razón en temer que la crisis pueda pegar un giro de 180 grados y le cueste la cabeza al gobernador.


A la clase obrera, que sufre las consecuencias de la política capitalista actual, le interesa poner fin al gobierno de Menem con sus métodos de movilización política, no mediante un golpe Duhalde-Cavallo. A los costos de una acentuación de la actual política económica, se les agregarían los de la crisis política y sus repercusiones económicas.


La conspiración golpista de Duhalde y Cavallo debe ser denunciada, por ser de autoría de los que han gobernado y aún gobiernan con Menem, y por el carácter anti-obrero de sus objetivos y de sus métodos.


La consigna es, entonces, Fuera Menem-Duhalde mediante la lucha y la movilización populares por objetivos antiimperialistas y clasistas.


Un derrocamiento de Menem también representaría ‘un costo operativo’ para el imperialismo, que podría llegar a ser muy alto. Esto deja margen para el ‘arreglo’, es decir, para un arreglo entre Menem y Duhalde. Pero para el pueblo, el precio de este ‘arreglo’ sería el encubrimiento del crimen de Cabezas, de la policía bonaerense, de los servicios, de las conexiones de la ‘mano de obra desocupada’ con los gobiernos nacional y provincial, etcétera.


La política de Menem hasta el 99, que levanta el Frepaso, se inscribe en el ‘arreglo’ encubridor.


Para el pueblo serían igualmente negativos el golpe de Duhalde-Cavallo, un contragolpe re-reeleccionista de Menem o un ‘arreglo’ entre las maffias en pugna.


Para el pueblo, la salida es que se vayan Menem y Duhalde. Que las masas se organicen y movilicen por sus propios objetivos. Por la anulación del punto final, la obediencia debida y el indulto. Que reconquisten los salarios y derechos laborales. Que se ponga fin a la privatización de la salud, de la educación y de las jubilaciones. Que se renacionalicen, sin pago, los monopolios que vacían industrialmente al país. Que se ponga fin al saqueo de la deuda externa.