Políticas

4/7/1996|501

¿Es una causa nacional?

Hace años que se viene agitando la cuestión limítrofe con Chile como un problema ‘nacional’, que plantearía el peligro de pérdida de territorios y pondría en juego la soberanía. Zanjada la disputa por Laguna del Desierto a través de un arbitraje (que favoreció a la Argentina), subyace la disputa por los Hielos Continentales.


A uno y otro lado de la cordillera, la cuestión del ‘expansionismo trasandino’ (chileno o argentino) es un virtual monopolio de la derecha: el pinochetismo en Chile, los amigos de Onganía en la Argentina. En nuestra provincia, sin embargo, la cuestión de los Hielos ha sido instalada no por la derecha sino por los autodenominados partidos ‘populares’ (PJ-UCR-PAIS) que, al mismo tiempo y sin que parezca importarles la contradicción, son partidarios de la ‘defensa de la soberanía’ y de la ‘integración’ que impulsa Di Tella … al que acusan de ‘vendepatria’.     Tanto el matrimonio Kirchner como sus ‘opositores’, son partidarios de la política exterior impulsada por el menemismo … de la misma manera que son partidarios de la política menemista de salud, de educación o de privatización previsional; utilizan la cuestión limítrofe para ‘diferenciarse’ . Concretamente, en la política santacruceña, los radicales levantan la bandera de los Hielos para esconder su impotencia cotidiana.


Ninguno de estos políticos ‘serios’  llega a percibir que la supuesta ‘soberanía’ que dicen defender no existe; no sólo sobre los Hielos sino en ningún rincón de nuestro territorio: los resortes políticos y económicos fundamentales de nuestra nación están en manos del FMI, el Banco Mundial y la embajada norteamericana. Lo mismo sucede en Chile.


Cacarean sobre la ‘soberanía’ para defender, en los hechos, una ‘integración’  proimperialista que no es otra cosa que la desintegración de nuestras naciones en beneficio de los pulpos de uno y otro lado de las fronteras. Los tratados bilaterales con Chile, el Mercosur (con la incorporación reciente del país trasandino), responden al interés de la Fiat, Ford, VW, General Motors y, fundamentalmente, de los yanquis, en el marco de la guerra comercial que desarrollan con la Unión Europea y Japón.


Para ellos, la cuestión ‘nacional’ no está en juego cuando se les entregan áreas petroleras, acciones de empresas eléctricas o buena parte del negociado de las AFJP, la desregulación de las obras sociales o el de las ART a grupos extranjeros, ya sean chilenos, yanquis o ingleses. A los parásitos de la usura internacional no se les pide certificado de residencia ni carta de ciudadanía. La razón es muy sencilla: los ‘nacionales’ de uno y otro lado de la frontera participan de estos negociados, y lo único que está en discusión en la cuestión limítrofe es quién se asociará con los ‘gringos’ y de qué lado de la cordillera quedarán los ‘retornos’.


Por último, en la medida que los pueblos de Argentina y de Chile no ejercen la soberanía sobre su territorio, cualquier acuerdo que se establezca sobre éste u otro conflicto carece de validez y estabilidad; el único acuerdo válido es el que reposa en la soberanía de los pueblos, y para que ésta pueda ejercerse libremente, es necesaria la revolución social.


La consigna del momento es lograr la unidad de los explotados de ambos países, unidad para luchar por la recuperación de la jubilación, la vigencia de los convenios colectivos, la salud pública o el derecho a la educación de ambos pueblos, hoy sojuzgados por un puñado de grupos económicos, una verdadera asociación ilícita cuyos cabecillas son el Banco Mundial, el FMI, representantes de empresas coimeras como la IBM.


Desde el Frente de Unidad Trabajadora repudiamos todo este tipo de demagogia ‘nacionaloide’ y defendemos la unidad de los pueblos en la lucha por la liberación nacional y social.