Políticas

8/8/2017

Estilo Bullrich

@tomaseps


Con las perlitas públicas del ex ministro de Educación en el último año y medio podría componerse un manifiesto de la reacción política. Su reivindicación de “un pibe preso más todos los días” no fue un acto fallido.


 


En septiembre pasado se despachó con una reivindicación de la genocida Campaña del Desierto de Julio Argentino Roca (quien estaría orgulloso de la represión de gendarmería a los mapuche); en noviembre afirmó a los capitalistas de la UIA que más que ministro de Educación era para ellos “un gerente de Recursos Humanos” (léase: un transformador de estudiantes en mano de obra barata para las empresas); en marzo de este año fue a la casa de Ana Frank y señaló sin sonrojarse que la barbarie nazi fue producto de “una dirigencia que no fue capaz de unir”. En los meses siguientes lo poseyó su afinidad con el Opus Dei: en abril sostuvo que “Todas las religiones debían tener espacio en la educación”, y el mes pasado trazó una analogía entre los femicidios y  el aborto, cuyo carácter ilegal se lleva a la vida de cientos de mujeres por año. A los despedidos, los mandó a fabricar cerveza artesanal –y a los trabajadores de AGR-Clarín y Pepsico, su gobierno les mandó la policía.


 


Ese es el hombre elegido por el macrismo para candidato a Senador en el distrito más populoso del país. El mismo que en 2005 defendió que el genocida Luis Patti asumiera una banca en el Congreso.