Políticas

21/5/2009|1084

EXCLUSIVO DE INTERNET | Chávez contra la clase obrera venezolana

Con los precios internacionales del crudo en baja, Hugo Chávez anunció la nacionalización de unas 40 empresas de servicios petroleros ubicadas en las orillas del lago Maracaibo, en el estado opositor de Zulia. Las empresas nacionalizadas eran contratistas de PDVSA y empleaban uno 35.000 trabajadores; 8.000 de ellos serán incorporados a la petrolera estatal. La nómina de empresas de servicios petroleros estatizadas podría extenderse a otras veinte, con firmas internacionales de peso como Halliburton.

El gobierno venezolano anunció que con la estatización de estas contratistas, PDVSA podría reducir hasta un 20% su costo de producción, lo que le permitiría reducir las pérdidas provocadas por la caída del 70% en el precio internacional del crudo.

Algunos comentaristas, sin embargo, dicen que el objetivo de la estatización es “abatir la potencial amenaza, por parte de las empresas contratistas, de paralizar las actividades como protesta por la falta de pagos” (Sur, 10/5). Según la agencia Dow Jones, PDVSA acumulaba una deuda de 13.400 millones de dólares con las compañías nacionalizadas (ídem).

A diferencia de anteriores estatizaciones, pagadas en efectivo, la compensación a las empresas de servicios petroleros estatizadas se pagará en bonos del Estado. En los hechos, esto significa que PDVSA ha declarado una moratoria forzada de la deuda con sus acreedores. La cuestión que se plantea es ¿cómo podría una empresa en moratoria disponer del capital necesario para hacer funcionar las empresas de servicios? Más aún cuando otras empresas estatales -como las eléctricas, la del aluminio y la propia Sidor- están en retroceso por la ausencia de inversiones. La estatización no aleja la amenaza de la paralización de PDVSA.

Nuevas concesiones

Mientras estatiza las empresas de servicios, el gobierno venezolano ha llamado a licitación internacional para otorgar nuevas concesiones petroleras en la Franja del Orinoco. Cada una de las áreas licitadas tiene una capacidad de producción de 400.000 barriles por día. Las empresas que anunciaron su intención de presentarse a la licitación incluyen a Total (Francia), Chevron (Estados Unidos), Repsol, British Petroleum, Shell y Petrobrás, entre otras. Las ganadoras se asociarán en una empresa mixta de mayoría estatal con PDVSA para explotar la Franja.

Los trabajadores de PDVSA

La reducción de los costos de PDVSA anunciada por el gobierno saldrá de otro lado: de los salarios y las condiciones de los trabajadores de PDVSA.

En enero venció el convenio colectivo y no hay fecha para la apertura de las negociaciones por el nuevo contrato. El gobierno las ha subordinado a la unificación en un sindicato único de los tres sindicatos petroleros existentes; la fecha prevista para la realización de esas elecciones era el 20 de mayo. Sin embargo, un día antes, Consejo Nacional Electoral las suspendió sin establecer una nueva fecha. Rafael Ramírez, presidente de PDVSA, anunció que aunque se abra la negociación colectiva con los petroleros, no está previsto aumentar los salarios.

Los trabajadores de PDVSA denuncian que “el 80% del convenio (ya vencido) no se cumple”. Por ejemplo, no pueden usar el servicio de salud porque, aunque la empresa les descuenta el porcentaje correspondiente de los salarios, no paga a las clínicas, que se niegan a atender a los trabajadores. Tampoco se pagan, desde hace varios años, diversos plus salariales (como la evaluación por desempeño). Las contratistas de PDVSA despidieron varios miles de trabajadores.

El ataque contra el convenio de PDVSA forma parte de un ataque más general contra la negociación colectiva. El gobierno desconoció el convenio firmado con los trabajadores del subte de Caracas por considerar que tenía “privilegios excesivos”. Firmó el convenio de los docentes cuatro después de su vencimiento y sólo luego de que los sindicatos aceptaran una cláusula de “trabajo voluntario” (no pago). El convenio de los estatales lleva cuatro años vencido.

El ataque contra el derecho a la negociación colectiva es general. La Asamblea Nacional estudia una nueva “Ley Orgánica del Trabajo”, que daría el poder para firmar convenios colectivos a los “Consejos de Fábrica”, los cuales estarían encuadrados dentro del PSUV, el partido oficial. Es una vía de regimentación y estatización del movimiento obrero. La pretensión oficial de amordazar a los sindicatos y a los trabajadores choca con el vasto malestar en las fábricas y empresas ante la licuación de los salarios por la inflación, los despidos, el incumplimiento de los convenios y las leyes laborales. Hay reclamos, petitorios y conflictos en plantas cementeras (estatales), telecomunicaciones, electricidad, siderúrgicos, petroleros, salud, docentes universitarios.

Chávez amenaza con la represión a los sectores obreros y sindicales que no aceptan la estatización sindical. El gobierno logró impedir que los trabajadores del subte fuera a la huelga mediante amenazas de intervención militar. Alrededor de un centenar de trabajadores -entre ellos trabajadores de Sidor y de PDVSA- enfrentan juicios penales por su participación en manifestaciones sindicales. Las empresas estatales se niegan a cumplir la orden judicial de reponer en sus puestos a unos mil trabajadores despedidos, la mayoría activistas sindicales.

En el curso de importantes luchas sindicales, sicarios patronales asesinaron a seis dirigentes obreros en los últimos meses sin que la justicia o las fuerzas de seguridad dieran con uno sólo de los asesinos.

La clase obrera venezolana y sus organizaciones están bajo el ataque del gobierno al que buena parte de los trabajadores consideran como propio. La estatización del movimiento obrero y sindical es el objetivo estratégico del chavismo. La defensa de sus convenios, de sus condiciones de trabajo y de sus propias organizaciones deberá llevar a los trabajadores a una delimitación política respecto del nacionalismo burgués chavista. La tarea revolucionaria es desarrollar concientemente esa delimitación y estructurar políticamente a la clase obrera.

Luis Oviedo