EXCLUSIVO DE INTERNET | Entre la dignidad intelectual y la vergüenza de los escribientes

La conducta militante “contra la masacre sionista en Gaza” de una organización como la SEA, la más importante de escritores e intelectuales de nuestro país, trasciende por su dignidad y compromiso. No es sólo una expresión a título individual como la que honra a tantas personalidades judeo-argentinas, entre otras, Juan Gelman, León Rozitchner, Pedro Lipcovich o Laura Ginsberg; como a nivel mundial -incluido Israel- hicieron cientos de intelectuales judíos anti-sionistas, como ellos mismos se declaran (ver la red www.ijsn.net) (en esta red actúan las aguerridas canadienses que se han movilizado reiteradamente, junto a organizaciones árabes-musulmanas, al igual que en decenas de ciudades del mundo).

Al pronunciamiento de la SEA hasta ahora nadie se atrevió de acusarlo de antisemita, como se ha hecho con el PO -ni siquiera la ínfima minoría que se desafilió de esa organización censurando “los abusos de lenguaje” y que ahora se escandaliza frente a la gran (y pequeña) prensa filosionista. La SEA seguramente, como sucede en buena parte de los medios intelectuales porteños, está poblada también de ciudadanos judíos, no importa de qué manera. De judíos, claro, que ya no se dejan atrapar por la patraña de la gran burguesía judía, partidaria de la limpieza étnica palestina, que procuró siempre amalgamar la condición de judío a la de sionista.

El pronunciamiento de la SEA -y su importante repercusión a nivel nacional y continental- converge de este modo con las demostraciones populares convocadas juntamente por organizaciones judías y árabes y pluricomunitarias de todo tipo. Este hecho a grosso modo indica un viraje en la conciencia democrática mundial, por lo menos desde la constitución del Estado de Israel hace más de 60 años: está en vías de superación de la estrechez y el anestesiamiento que caracterizó el pensamiento ‘progre’ medio, incluido el de la inmensa mayoría de la izquierda, que estableció el principio anacrónico que la defensa de la existencia del Estado sionista -y su supuesto régimen ‘democrático’- estaba por encima del derecho a la existencia nacional del ‘atrasado’ pueblo árabe autóctono de Palestina, cuyo territorio usurpó ese Estado y del cual los palestinos vienen siendo sistemática y violentamente expulsados desde 1947.

El pronunciamiento de la SEA destaca este salto en la conciencia popular poniendo de relieve un renacimiento de los principios de la solidaridad humana y de lucha común de los pueblos contra toda forma de opresión. Esto contribuye a redimir, por un lado, la larga tradición libertaria del judaísmo democrático que siempre aportó a las mejores causas sociales, contra el largo ciclo de posguerra de dominación sionista del progresismo (judío en particular) en torno a la cuestión palestina y de los pueblos árabes en general; por el otro, destaca que toda vez que se yergue un movimiento libre de las masas no hay ninguna posibilidad de que levante cabeza el antisemitismo (¡los sionistas nunca probarán que por aquí brote ese flagelo!).

El sionismo ha resultado una superchería de esta época de descomposición capitalista como lo fue y sigue siendo el antisemitismo. Pero aunque el sionismo no ha alcanzado obviamente la criminalidad infinita del hitlerismo, sólo si se comprende que se trata de un movimiento completamente reaccionario se podrá impedir la repetición eventual de la historia, esta vez contra el pueblo palestino.

Quienes alimentan la crítica al pronunciamiento de la SEA concluyen en un ‘negacionismo’ completamente reaccionario. Venido de gente letrada es dos veces grave.

SEA ‘megalómana’ y escritores (si no sin intelecto seguro sin memoria)

Ciertamente los ‘progres’ que se fueron de la SEA no llegan tan lejos como los Marcos Aguinis o los Marcelo Birmajer, a quienes no podríamos (ni pretendemos) criticar como escritores, pero tenemos el deber de denunciar como desembozados agentes sionistas -aunque se reclaman de la misma cofradía, mal llamada también centroizquierda. Los primeros no tienen agallas para hacer porquerías del tipo de las que la Daia y la Embajada sionista intentaron contra el PO. ¿Con qué argumentos atacan la organización que integraron hasta ayer? Por expresiones (“paremos la masacre en Gaza”) que “suenan inequívocamente megalómanas”, dice Leopoldo Brizuela, uno de los críticos (Página/12, 17/1).

Habría que concluir entonces que Borges o Sábato actuaron ‘sensatamente’ frente a la dictadura de Videla, pero Bayer -que denunció a estos respetados escritores de colaboracionistas con aquélla- fue un ‘megalómano’. Graciela Aráoz o Víctor Redondo, los poetas y directivos de la SEA que recogieron el guante, como Bayer ayer, enorgullecen el pensamiento crítico y el intelecto, lo de Brizuela y compañía es de un enanismo sin par. La SEA tiene el honor de reproducir en su página web las declaraciones de repudio a la masacre sionista, entre otras, del escritor argentino residente en Israel, David Wapner. Los críticos de la SEA seguramente se identifican con ese ‘izquierdismo’ israelí a lo Amoz Oz-Grossman, dócil y arrodillado frente al militarismo sionista. Los intelectuales democráticos del mundo entero han denunciado esa cobardía y se han identificado con sus pares antisionistas de Israel, como David Wapner, Uri Avneri, Ilan Pappe, Gideon Levi y muchos otros.

¿Por el camino de Mario Goloboff-León Uris-Stalin…?

La frutilla del postre de la crítica a la SEA, o bien dicho, su numen es Mario Goloboff, que esgrime ser “muy especialmente (un) judío progresista” (Ñ, 17/1), es decir que se jacta de aquéllo -como dice el viejo refrán- de que adolece. ¿O ‘progresista’ es la reivindicación de la ya vieja novela-panfleto imperialista Exodo de fines de los años ’50 (luego superproducción cinematográfica con Paul Newman) que presentaba la emigración judía de Palestina al finalizar la Segunda Guerra como un gran acto humanitario. La negación de la Nakba de 1947-48 y la ‘historia oficial’ imperialista-staliniana se repite desde entonces y ha permitido que se perpetúe y profundice.

Goloboff lleva al paroxismo la versión de que el Estado de Israel “nació como un Estado de aspiraciones socialistas”, cuya “tierra fuera liberada del ocupante inglés por los ‘heroicos combatientes de la Haganá'”, como declaraban los PC de la época, ocultando claro que se trataba del verso del antisemita y criminal Stalin, cuya ‘pluma’ sigue intoxicando a este “narrador, ensayista y docente argentino”. Tan idílico y falso es todo lo que dice en Ñ que si fuera cierto, por ejemplo, lo del “aporte de brigadas internacionales socialistas y comunistas” a la construcción del Estado de Israel ya ni la justa causa de la España republicana podría parangonársele. Claro que en España las brigadas encubrieron la traición de la revolución (sobre todo porque Stalin la desabasteció de armas y fondos); en el caso de la causa sionista-colonialista, los únicos ‘brigadistas’ fueron los más de 200 mil sobrevivientes del holocausto (por los que las ‘democracias’ imperialistas nada hacían -igual que antes frente a los 6 millones de exterminados en las cámaras de gas). Esos ‘brigadistas’ fueron utilizados entonces como ‘carne de cañón’ para el asentamiento de la cuña imperialista en que va a transformarse Israel en el vital Medio Oriente. A esos desamparados se los dejó a merced de las bandas sionistas derechistas del Sterm-Irgum -al servicio de EEUU- que van a converger con los centroizquierdistas de la Haganá en el Ejército del nuevo Estado, pertrechado vía Checoslovaquia por Stalin, a fin de expulsar y aterrorizar en masa al pueblo palestino.

Durante casi 30 años, los gobiernos laboristas-izquierdistas de Israel abonaron las teorías negacionistas que esgrimían que en Israel se construía un socialismo-kibutsiano, por las granjas ‘colectivas’ que primero sirvieron a la colonización de la tierra palestina y luego se transformaron en grandes empresas privadas. Bajo esa forma ‘socialista’ tras la guerra ‘de los seis días’ (1967) se abrió camino a las colonias de la Cisjordania.

¡Y nuestro intelectual ‘progresista’ acusa de “escándalo conceptual” a la SEA porque confundiría las masacres “planificadas” como las de la Shoá o las de nuestra dictadura con los hechos en Palestina! ¡Pocas masacres, guerras y expulsiones de pueblos en la historia fueron planificadas y organizadas como cada uno de los golpes que ha sufrido el pueblo palestino en su historia, desde la Nakba en 1947/8 a la guerra de Gaza!

¿…o por el camino de Rodolfo Walsh y Julio Cortázar?

Acompañamos a este texto otro escasamente conocido, de 1974, mucho más largo y documentado del gran periodista y escritor Rodolfo Walsh, asesinado por la dictadura, quien fuera uno de los primeros intelectuales en nuestros medios que se atrevió a cuestionar la ‘historia oficial’. El enanismo intelectual seguramente acusaría ese texto de ‘apología’ al terrorismo de los fedashim de la OLP, como hoy acusa a la SEA de ser cómplice del ‘fundamentalismo islámico’ por defender a Gaza.

Lo que nunca comprenderá un izquierdista de pacotilla es que el deber de toda conciencia democrática, no hablemos ya de quien se proclama socialista, es colocarse en el campo de quienes encarnan la lucha por la liberación humana. Cualesquiera sean los límites del nacionalismo ‘islamista’ de Hamas no puede caber duda que encarna en el presente al movimiento nacional palestino y sólo a partir de la existencia y el desarrollo de éste podrá plantearse su superación. El deber más elemental es entonces apoyar incondicionalmente esta lucha.

Los Goloboff sacan a relucir ‘títulos’ de izquierda para esconder la superchería sionista. La SEA, en cambio, honra la memoria de los Walsh o los Cortázar que fueron capaces de desprenderse de sus pasados derechistas (en sus juventudes, uno apoyó la tristemente célebre Alianza Libertadora Nacionalista, el otro al campo franquista en la guerra civil española) para transformarse más tarde (y morir sin ningún reconocimiento oficial) como adalides de los intelectuales comprometidos con la liberación nacional y social de los pueblos oprimidos.

La historia dejará en el fango a los Goloboff y compañía, y enaltecerá finalmente a los sucesores de Walsh y Cortázar hoy en la SEA.

Norberto Malaj (30 de enero de 2009)