Políticas

23/7/2009|1092

EXCLUSIVO DE INTERNET | Gripe A y crisis política

La quiebra del sistema sanitario

El 26 de junio, la Sala de Situación del Ministerio de Salud del Gobierno de la Ciudad señalaba un ascenso temprano en la semana 11ª y un ascenso sostenido desde la semana 17ª en los casos de bronquiolitis en menores de dos años residentes de la Ciudad.

La curva de la enfermedad tipo influenza transcurría hasta la semana 24ª por encima de lo observado en el bienio anterior, con un ascenso temprano en la semana 11ª, alcanzando en la semana 16ª la zona de alarma o brote.

La notificación de casos en 2009 superaba la serie histórica anterior.

A partir de la semana 18ª, la enfermedad tipo influenza en pacientes de 5 a 14 años de edad ingresó en la zona de alarma; para los residentes de 15 a 64 años de edad el brote se había instalado a partir de la semana 15ª.

Sucedió lo mismo con las neumonías. Las enfermedades respiratorias agudas en la Ciudad superaban los registros históricos.

El aumento de la circulación del virus de influenza A (H1N1) quedaba demostrado.

El informe daba cuenta de la disminución de la capacidad operativa pediátrica debido a refacciones… ¡con un 11% menos de camas pediátricas disponibles!

Hacia la semana 25ª (3/7), la enfermedad tipo influenza (ETI) verificó un crecimiento mayor a expensas de los menores de 5 años y los mayores de 15, con igual déficit de camas pediátricas.

El 5 de julio, el Ministerio de Salud de la Nación dio a conocer las cifras oficiales de los casos de ETI notificados sospechosos: 119.481, 60 fallecidos confirmados y otros 62 en estudio.

El gobierno de CFK no podía seguir ocultando la expansión de la pandemia en el país.

En la semana 26ª (14/7), la Ciudad muestra un panorama contundente: la curva de casos de ETI presentó un incremento sostenido desde la semana 16ª, actualmente en zona de brote; todos los grupos están comprendidos, pero la mayor incidencia se observó entre 5 a 64 años.

La curva de casos de neumonía entró en zona de brote desde la semana 20ª. Los grupos más comprometidos son los menores de 5 años y el grupo entre 15 a 64 años.

La circulación viral global es superior en magnitud respecto del año anterior, con predominio del virus A (H1N1).

El porcentaje ocupacional de camas pediátricas de hospitales generales es del 70%. El 87% de los internados pediátricos en hospitales generales de agudos son por bronquiolitis. En los hospitales pediátricos, la situación se agudiza: las camas de terapia intensiva y terapia intermedia pediátricas están ocupadas en un 100%.

La epidemia se expande, es inocultable.

Al tiempo que el gobierno porteño rechazó acatar el feriado sanitario decretado por el Ministerio de Salud de la Nación el 10 de julio, la pandemia provocaba distintas reacciones.

El Colegio de Médicos de la provincia de Buenos Aires reclamó el 4 de julio la declaración de la emergencia sanitaria nacional, exigiendo el inmediato incremento de los planteles profesionales, deficitarios crónicamente, y la declaración de la insalubridad del trabajo médico.

En Quilmes, la declaración de las organizaciones gremiales, barriales, políticas y sociales denunció la falta de personal e infraestructura sanitaria, la crisis de alimentos generada por el cierre preventivo de comedores escolares y barriales, la falta de camas en los hospitales, insuficiente personal y precarización laboral.

El 15 de julio, Críticadigital daba cuenta de la expansión de los casos de gripe entre el personal de salud del Hospital Posadas, desbordado por el número de pacientes internados; según ATE, el ausentismo en la provincia de Buenos Aires provocado por la gripe A (H1N1) alcanzaba el 40%.

Un parte difundido por el Malbrán (14/7) confirmó 3.056 casos de gripe A en el país, de los cuales 137 son de personas fallecidas. Los fallecidos por la enfermedad suman 69 en la provincia de Buenos Aires, 42 en Santa Fe, 11 en la ciudad de Buenos Aires, tres en Misiones, dos en Santa Cruz, Córdoba, San Juan y Chubut, uno en Neuquén, Entre Ríos y Río Negro y otro en el área metropolitana sin especificar jurisdicción.

Críticadigital (16/7) informa 155 fallecidos en Argentina, ahora en el segundo lugar a nivel mundial.

La provincia de Santa Fe es una de las más afectadas por la epidemia. Su viceministra de Salud y vocera, Ferrandini, anticipó que la información sobre la cifra de muertos en el país aumentará en las próximas semanas, obedeciendo a la actualización de los datos, mientras en su provincia los muertos ascienden a 51 (casi el 30% del total del país).
Ferrandini agregó: “Hemos prolongado las licencias terapéuticas hasta el 27 de julio y estamos en el receso de las escuelas. Se han suspendido actividades o jornadas que dependieran del Estado y se hizo una recomendación a la ciudadanía de no participar de eventos masivos y en general ha respondido con mucho compromiso” (Críticadigital, 16/7).

El gobierno nacional, los provinciales y la CABA actúan por reflejos sobre los hechos consumados.

La pandemia se ha desatado en medio de una crisis estructural del sistema de salud de largo alcance, ya golpeado por el desabastecimiento, la tercerización de servicios, la insuficiencia de insumos y tecnología, el deterioro edilicio y el vaciamiento del recurso humano.

El sistema de salud de la CABA ya estaba al borde del colapso, en la medida que las demoras quirúrgicas son la regla, el cierre de los neuropsiquiátricos no se detiene, la compactación del Ferrer, Udaondo y Muñiz está planificada y el proceso de privatización avanza.

La respuesta del “sistema de salud” porteño consistió en achicar aún más su disminuida capacidad operativa. Lejos de ser una medida para ampliar el recurso de salud, la postergación de las cirugías y de la atención en consultorios externos… para hacerle un lugar a los enfermos con gripe, revela la profundidad de la crisis.

En el plano nacional, la ocultada epidemia de dengue ya había dejado al descubierto la pobreza y la miseria en la que viven millones de trabajadores y pobres que no acceden ni siquiera al agua potable.

La Nación publica (17/7) que el receso escolar que se inició hace dos semanas fue una excepcionalidad y, como tal, obligó al gobierno a tomar algunas medidas acordes a la contingencia.

Para los estatales porteños y bonaerenses, este permiso venció el último día de clases antes de las vacaciones de invierno. A las licencias laborales para los grupos de riesgo se sumaron, en algunas provincias, otras medidas preventivas, que siguen vigentes hasta nuevo aviso.

Sobre la marcha, el Ministerio de Trabajo de la Nación resolvió que las embarazadas y grupos de riesgo tendrán una semana más de licencia laboral en la administración pública nacional y en el ámbito privado en prevención de contagios, prorrogando los 15 días anteriores, mientras el gobierno bonaerense extendía las licencias a estos grupos de riesgo hasta nuevo aviso y en la Ciudad hasta el 3 de agosto próximo (La Nación, 17/7), en una muestra acabada de la crisis sanitaria desatada por la pandemia de gripe.

Ante la crisis sanitaria desatada por la epidemia de gripe y la incapacidad gubernamental para detener su expansión, el Partido Obrero propone:

Triplicación inmediata del presupuesto de salud para enfrentar la emergencia, bajo control de los trabajadores de los hospitales y centros de salud de todo el país.

Colocar todo el sistema de salud privado y de obras sociales bajo manos públicas, utilizando todos los recursos disponibles para la atención del pueblo.

Incorporar el presentismo al salario básico mientras dure la emergencia.

Que los salarios se paguen al 100% en caso de suspensión de actividades.

Régimen único, nacional, para el beneficio de licencias laborales durante la epidemia, sin afectar los salarios, premios ni presentismo.

Nombramiento para todos los cargos vacantes y designaciones inmediatas de todo el personal necesario para enfrentar la emergencia sanitaria sin flexibilización laboral.

Aprovisionamiento de insumos y recursos técnicos para enfrentar la emergencia sanitaria en todos los hospitales y centros de salud.

Que las asambleas sindicales y las organizaciones gremiales de los trabajadores de la salud de todo el país se reúnan y organicen un plan de trabajo con turnos rotativos y descansos de cumplimiento efectivo sin afectar los salarios, cumpliendo todas las medidas de bioseguridad, preservando la integridad psicofísica de los trabajadores técnicos y profesionales que se ve agravada por el aumento del trabajo y la demanda asistencial.

Por un plan nacional de emergencia frente a la epidemia que garantice la asistencia de los enfermos, la provisión de insumos, la medicación y los recursos técnicos para la asistencia, y que organice a toda la población a través de sus organizaciones gremiales. Asambleas barriales, en cada lugar de trabajo, en las escuelas y en los comedores de cada rincón del país, bajo el control de sus trabajadores, para tomar las medidas adecuadas para cada situación.

Luis Trombetta