Políticas

23/4/2009|1080

EXCLUSIVO DE INTERNET | La mafia de los medicamentos

Más sobre la efedrina

Eduardo Otero Rey, detenido la semana pasada, es presidente de Prefarm, importadora de 10 toneladas de efedrina, cuatro de las cuales fueron vendidas a Unifarma, de Ariel Vilán -aquel “suicidado” socio de Sebastián Forza, uno de los asesinados en General Rodríguez (habían aportado 100 mil dólares cada uno a la campaña de Cristina Kirchner). Otero Ruiz también es ejecutivo de Tacona Consulting, investigada por la justicia federal en el caso Skanska.

Dicho así, todo indica que han atrapado a un pez gordo. Nada de eso: Otero Ruiz, de 75 años, es un jubilado monotributista con problemas abundantes para parar la olla. Otro de los apresados por el juez Federico Faggionato Márquez es Eduardo Kowal, también ejecutivo de Prefarm. Pues bien: Kowal trabaja de remisero y cobraba 200 pesos por mes por firmar papeles de Prefarm.

Otro de detenidos recientes es el empresario Alberto Salvador López, y con éste todo el asunto adquiere un color más interesante porque se trata del verdadero dueño de Prefarm, llegó a ocupar una oficina en la Casa Rosada y está involucrado en múltiples negocios con el Pami y con diversas obras sociales. Es uno de los “pequeños yabranes” del kirchnerismo.

También detuvieron hace unos días a Josué Fuks, otro de los mandamases de Prefarm (el jubilado Otero Ruiz había firmado poderes de administración en su favor), proveedor del Pami y socio de Forza cuando éste era presidente del comité de acreedores del Hospital Francés. Eran los tiempos del interventor José Luis Salvatierra, aquel que en octubre de 2006 mandó una patota kirchnerista al mando del matón Sergio “Tuto” Mohamed a golpear a los trabajadores del hospital.

Con Fuks cayó Alfredo Abraham, administrador en Mar del Plata, en los años 90, del sindicato gastronómico de Luis Barrionuevo, hasta que lo echaron y se fue con una indemnización de 700 mil pesos.

Fuks y Abraham dirigían Tyvon Pharma, “gerenciadora” de la empresa Farmacéuticos Argentinos SA, que dejó abandonados en Ezeiza 30 tambores con 25 kilos de efedrina cada uno, dos toneladas en total de las nueve que había importado para triangularlas con los carteles mexicanos. Según fuentes judiciales, esta gente también importó una cantidad de oxicodona, un precursor químico más caro que la efedrina, sin que se sepa dónde fue a parar ese material.

Entre los prófugos figura un tal “Negro” López, amigo de intendentes santafecinos y hombre de vínculos aceitados con funcionarios del gobierno y con punteros… de Mauricio Macri. Están todos hasta las manos.

La salud del pueblo

El secretario general de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la provincia de Buenos Aires, Jorge Yabrowsky, dijo acerca del descontrol de la industria farmacéutica en la Argentina que “esto es algo que viene pasando desde hace años y va a seguir sucediendo, porque no hay voluntad política para terminar la corrupción debido a que las principales industrias farmacéuticas aportan a las campañas políticas y a todos los partidos. Entonces, cuando te querés meter te dicen: ‘Está todo bien pero hasta acá llegaste’…” (diariohoy.net, 2/2). Yabrowsky añadió que los emporios farmacéuticos, con “su enorme capacidad de lobby están controlando tanto al Pami como a Ioma” (ídem).

Ahora, a todo eso se añade el contrabando de precursores químicos para el narcotráfico, lo cual ha traído a la Argentina la guerra entre carteles, la cual, a su vez, no puede menos que llevar a nuevos extremos la corrupción policial y política del país y, por tanto, aumentar exponencialmente la inseguridad de la población.

La defensa de la salud del pueblo exige medidas inmediatas:

  • 1) Nacionalización de la industria farmacéutica bajo control obrero y de los trabajadores de la salud;
  • 2) Nacionalización de toda la cadena de producción y distribución de medicamentos;
  • 3) Derogación de la ley de patentes, dictada por los grandes pulpos farmacéuticos imperialistas;
  • 4) Confección un nuevo vademécum por parte de profesionales y trabajadores de la salud.

Alejandro Guerrero