EXCLUSIVO DE INTERNET | La “obediencia debida” de Barack Obama

Torturas de la CIA

Hamed Abderramán, español ceutí de 34 años, fue interrogado bajo tortura en 2002, en el campo de concentración norteamericano de Guantánamo… en presencia de policías de su propio país que, según le dijeron, estaban allí “de parte del gobierno español” (El País, 30/4). Si a eso se añade la comprobada complicidad de distintas capitales europeas en la red de vuelos clandestinos organizados por la CIA para trasladar secretamente personas secuestradas, se entiende el por qué del silencio internacional que acompaña a la decisión de Barack Obama de dictar su “punto final” y “obediencia debida” sobre la represión ilegal ordenada por sus antecesores.

El jefe de la Casa Blanca parece sufrir también la acción sediciosa de sus propios “carapintada”, porque “otro prisionero de Guantánamo también respaldó las versiones de que las torturas habrían empeorado desde la asunción del presidente Obama” (www.lanaciondominicana.com, 18/4).

Además, “un informe de inteligencia del Senado asegura que en 2002 Condoleeza Rice -entonces consejera en Seguridad Nacional de Bush- autorizó en forma verbal a la CIA para usar ‘brutales técnicas de interrogatorio’, como el ‘submarino’ o la asfixia simulada, privación del sueño y golpes contra presuntos terroristas presos” (DPA y AFP, 23/4).

Según ese informe, Rice, el entonces vicepresidente, Dick Cheney, y otros cuatro funcionarios de alto rango de Washington le dieron cobertura legal y política a la aplicación de tormentos. Aquella autorización verbal a la CIA le fue dada por Rice, en julio de 2002, al entonces jefe de la central de inteligencia, George Tenet.

Ahora, “cinco días después de dar a conocer cuatro documentos redactados durante la administración Bush… Obama reiteró, como dijo la semana pasada, que no cree conveniente que sean juzgados miembros de la CIA que aplicaron directivas del gobierno” (www.mercosurnoticias.com, 22/4).

Ahora bien: al decir que no serán juzgados los ejecutores de las torturas, Obama dejó abierta la puerta para que sí lo sean quienes las ordenaron, lo cual, dijo, será analizado por el secretario de Justicia, Eric Holder.

“Atrapen a quienes deban y hagan con ellos lo que quieran”, había dicho en su momento Donald Rumsfeld, secretario de Defensa de Bush, en el contexto de la “guerra al terrorismo”. Ésa es la política que ahora Obama necesita cambiar.

El Nobel Paul Krugman, ha dicho (¿Perdón y olvido?, en The New York Times, 20/1) que si esos crímenes quedan impunes, inevitablemente volverán a suceder.

Obama está ahora “ante una de las decisiones más importantes de cuantas ha tenido en su escritorio: determinar si funcionarios de la anterior administración -incluido George W. Bush- podrían ser perseguidos por la violación de leyes, domésticas e internacionales, contra la tortura” (Financial Times, 27/4).

Esto es: se discute cómo y hasta qué punto llegará ese giro político de la Casa Blanca, y “el efecto que esas medidas tendrán en la oposición” (ídem). La búsqueda de un nuevo y precario equilibrio de poder en tiempos de crisis.

Alejandro Guerrero