Políticas

14/5/2009|1083

EXCLUSIVO DE INTERNET | Petroleros de Neuquén: Sobrevuela el Cutralcazo

Mientras los dirigentes del sindicato petrolero, las empresas, el Ministerio de Trabajo y el gobernador Sapag trataban de llegar a un acuerdo de último minuto, el miércoles por la tarde cientos de petroleros, suspendidos o que “hacen base” con su salario reducido a la mitad, se agolparon en las puertas del sindicato en Cutral Có.

Se respiraba un aire tenso.

No bien se supo que las empresas no retrocedían de sus planteos (sacar equipos a trabajar, pero a cambio de despidos y rebajas salariales), se organizaron los grupos que salieron al campo a parar la producción. Otros se convocaron en la torre frente a la destilería en Plaza Huincul (cuna de los cutralcazos).

Los voceros más mediáticos de la patronal anunciaban que se respiraban “aires de Cutralcazo”.

Esta inmensa rebelión obrera en gestación obligó a que a las 2:30 de esa madrugada, se produjera el anuncio “repentino” de que las empresas aceptaban volver a operar unos 20 equipos que están parados. De cualquier manera, el paro prosiguió más allá de la orden de levantar.

En la mañana del jueves, el secretario general del sindicato petrolero neuquino, Guillermo Pereyra, tuvo que viajar a Cutral Có a explicar la propuesta empresaria ante un desconfiado plenario de delegados. Sin gran entusiasmo, el paro se levantó.

Llegar al 28 de junio

El paro se levantó sin nada escrito, por teléfono. Todo indica que estamos ante una postergación del plan de las petroleras hasta que pasen las elecciones.

El centro del “arreglo” (los 20 equipos) no implica que mañana salen todos al campo a producir. Se hará en etapas. En el acuerdo sólo figura el regreso inmediato al trabajo de diez equipos. La fecha para el resto la establecerá “una comisión a formarse”. Con esa cantidad de equipos, dejan de “hacer base” (suspendidos) menos de la mitad de los compañeros que están parados (no los 3.000 que anuncia Pereyra). Se trata de una salida de compromiso para levantar el paro y punto.

No estamos ante un capítulo cerrado.

Antonio Arjona