Políticas

26/3/2009|1076

EXCLUSIVO DE INTERNET | Ucrania: La próxima Islandia

Aunque no es la única en la lista, Ucrania encabeza el pelotón de candidatos a convertise en la “próxima Islandia”, el país que colapsó a poco de iniciada la crisis mundial.

Ucrania es un gran productor de acero; la exportación de la mayor parte de su producción le permitió un rápido crecimiento en los últimos años. Pero, con la crisis, el precio mundial del acero se derrumbó y el motor económico ucraniano se paró. La producción de los metales necesarios para fabricar acero cayó un 43%, la producción metalúrgica cayó un 46% y la industrial un 33% (datos de diciembre de 2008 respecto de diciembre del año anterior). El desempleo crece de manera pavorosa. Los salarios nominales caen y mucho más los reales, como consecuencia de la devaluación de la moneda, que perdió un 60% de su valor respecto del dólar. Con reservas de 28.000 millones, Ucrania debe pagar una deuda externa de 103.000 millones de dólares.

Si Ucrania aún no estalló es porque en octubre el FMI le otorgó un préstamo de 16.500 millones de dólares. Las condiciones fueron brutales: debía eliminar el déficit fiscal en tan sólo cuatro meses, lo cual exigía una drástica reducción de gastos sociales, salarios y jubilaciones, y el despido de miles de trabajadores estatales. Las condiciones del FMI amenazaban provocar un gigantesco levantamiento popular. Como Ucrania no cumplió esas condiciones, el FMI no girará la segunda cuota del crédito.

Mientras el país se hunde, los antiguos aliados de la “revolución naranja” -el presidente Yushchenko y la primera ministra Timoshenko- disputan abiertamente el poder. El enfrentamiento se vincula, en parte, con el manejo del negocio del gas que Rusia exporta hacia Europa a través de Ucrania.

En octubre, Yushchenko disolvió el parlamento y convocó elecciones anticipadas; Timoshenko bloqueó el financiamiento de los comicios, que no se sabe cuándo se realizarán. Ambos se han derrumbado en las encuestas: a Yushchenko lo respalda el 3,5% de la población; a Timoshenko, el 15%. No le va mucho mejor al presidente derrocado por la “revolución naranja”, el pro-ruso Viktor Yanukovich: apenas recoge el 17% de las intenciones de voto. Se viene el ‘que se vayan todos’ en ucraniano.

Mientras se multiplica la agitación contra el gobierno ‘occidental’ en el este, en el oeste crece la agitación ‘anti-rusa’. En las recientes elecciones municipales de Ternopol (en el oeste del país) arrasó el partido ultranacionalista anti-ruso, de rápido crecimiento en toda la región occidental.