Políticas

26/3/2009|1076

EXCLUSIVO DE INTERNET | ¿Un golpe en Rusia?

La prensa rusa ha comenzado a pronosticar “escenarios catastróficos” (Financial Times, 8/3). Entre las perspectivas planteadas se encuentra la de una masiva rebelión popular hasta la de un golpe de estado, impulsado por los oligarcas. Una y otra podrían combinarse: el editor del habitualmente oficialista Moskovski Komsomolets, advierte que “podría producirse una ‘repetición’ de las protestas callejeras de 1991 y (de) la ‘revolución naranja’ de 2004 en Ucrania (…) Las fuentes de protesta social deberían buscarse en los corredores del poder” (ídem).

Las razones de todas estas intrigas están a la vista. El desempleo se ha disparado: la cifra oficial es del 7,5% pero la real, según los especialistas, la triplica. En febrero, la producción industrial cayó un 18% y no hay recuperación a la vista. La devaluación del rublo, del orden del 30%, liquidó los salarios, elevó enormemente el precio de los alimentos, la mayoría importados, y liquidó los ahorros de los trabajadores. El atraso en el pago de los salarios crece: oficialmente, más de medio millón de trabajadores no cobró los salarios de febrero; como esas cifras están basadas en información dada por los propios empleadores, “sólo dicen una parte de la historia real” (The Economist, 19/3).

La crisis mundial está sacudiendo, fuerte, la base social del régimen restauracionista: los oligarcas. Se registra una caída espectacular de los precios del petróleo y de las materias primas, y la desaparición del crédito. Los bancos acreedores -la mayoría europeos pero también rusos- exigen el repago de sus deudas, que superan los 130.000 millones de dólares. La exigencia del oligarca Mijail Fridman, propietario del Alfa Bank, al oligarca Oleg Deripaska, dueño de la compañía de minerales Basic Element, para que pague la segunda cuota de una deuda de 650 millones de dólares, generó un enfrentamiento que fue zanjado, por ahora, por la intervención directa del presidente Medvedev.

“La crisis ha creado una intensa disputa entre las facciones de los funcionarios del gobierno y los grupos económicos acerca de la política económica”, dice un corresponsal (The Economist, 8/3). Cada grupo económico tiene sus ministros y funcionarios “propios” en el gabinete.

El viceprimer ministro Shuvalov anunció que “no salvará a los oligarcas de Rusia ni a sus acreedores externos” (Financial Times, 21/3). Después de haber gastado 200.000 millones de dólares, un tercio de sus reservas en intentar (inútilmente) impedir la devaluación del rublo, el gobierno ruso vio disminuida fuertemente su capacidad de intervenir para salvar a los oligarcas. El propio Shuvalov anticipó que “por algunas empresas estratégicas estamos dispuestos a pelear. Hablamos de sólo un puñado…”. Para el resto, aconseja a los bancos extranjeros convertir sus acreencias en acciones, aunque advierte que “nadie quiere en estos momentos activos que no valen nada” (ídem). Desde el inicio de la crisis, la Bolsa de Moscú cayó un 80%.

La posibilidad -más que real- que varios oligarcas pierdan sus empresas es una razón suficiente para un golpe. “Por primera vez se dice que quizá Putin deba irse para evitar arrastrar a todos hasta el fondo” (Financial Times, 8/3).

Algunos observadores, sin embargo, sostienen que el propio gobierno ruso difunde pronósticos ‘catastrofistas’ en “un intento por unir a una clase gobernante cada vez más dividida (y) consolidar la elite” (ídem).

Luis Oviedo