Políticas

30/7/2009|1093

EXCLUSIVO DE INTERNET | Una cruzada clerical apoya el golpe en Honduras

Tal como ha sucedido históricamente, la Iglesia católica se ha colocado del lado de los genocidas, dictadores y represores. El apoyo abierto de la iglesia hondureña al golpe que destituyó a Zelaya y el inmediato sostén que promovieron los prelados de las conferencias episcopales de Bolivia, Venezuela, Ecuador y El Salvador, en solidaridad con las declaraciones golpistas del cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga, permite ver más claramente lo que está en juego en el continente latinoamericano. Es decir, el temor de la derecha a que avancen en América Latina regímenes de tipo chavistas o castristas que, siendo acompañados por una movilización y participación de las masas capaces de superar los propios marcos capitalistas que le imponen estos movimientos “nacionales y populares”, terminen por desestabilizar el poderío imperialista norteamericano sobre la región y al propio régimen capitalista. Por esta razón, al igual que en el pasado con el apoyo al nazismo, al franquismo y a las dictaduras militares en Latinoamérica en las décadas de los ’70 y ’80, la Iglesia católica actúa con la derecha sobre la base del exterminio, la represión y la persecución para aplicarle una derrota a las masas, que en este caso se levantan para reclamar la participación en los debates políticos y las decisiones del país.

Pocos días antes de haber perpetrado el golpe, la jerarquía católica hondureña, en la misma línea que los terratenientes, empresarios, fuerzas armadas y la embajada de EEUU, impugnó públicamente la consulta popular impulsada por Zelaya y llamó a levantarse contra el gobierno y sus políticas con estas declaraciones: “Lo que se ha dado en Venezuela se está dando en Honduras, se dio en Bolivia y en Ecuador. Yo aquí en todo miro la mano del presidente venezolano Hugo Chávez y el país no se puede entregar al chavismo ni a nadie, pues queremos seguir siendo libres e independientes” (monseñor Darwin Andino, obispo de Tegucigalpa, ACI Prensa, 27/6). Esta participación activa de la Iglesia hondureña en la misma conspiración para perpetrar el golpe, no llama la atención luego de haber apoyado el golpe fracasado contra Chávez en 2002 y luego de alinearse con el levantamiento de la derecha en Santa Cruz de la Sierra contra el gobierno de Evo Morales. Pero las declaraciones del clero hondureño en su compromiso golpista fueron aún más lejos, a través del cardenal Rodríguez Madariaga instaron públicamente a Zelaya que debía reconsiderar su regreso porque “podría desatar un baño de sangre”, “…hasta el día de hoy no ha muerto un solo hondureño, por favor medite, porque después sería demasiado tarde”, agregó en un clarísimo mensaje para infundir temor al pueblo que se estaba organizando en las calles para reclamar su retorno.

La cúpula clerical le teme al avance de los “regímenes populistas” porque ponen en debate la intromisión de la Iglesia en las políticas del Estado, al hacer demagogia e impulsar algunas medidas sociales que confluyen con aspiraciones de los movimientos populares, los cuales chocan con los preceptos morales y religiosos de la vida familiar cristiana, aun siendo que estos gobiernos de tipo bolivarianos les terminen cediendo tarde o temprano sus privilegios económicos y les terminen entregando progresivamente, por ejemplo, el programa de las mujeres al Vaticano. Sin embargo, estas pujas políticas permiten reforzar las aspiraciones de las masas que empiezan a creer en sus propias fuerzas para transformar la sociedad, lo que provoca la reacción de la Iglesia y los sectores de la derecha capitalista.

La crisis del catolicismo

El apoyo público al golpe de Honduras del cardenal Madariaga, desató una crisis al interior del Vaticano debido a que refuerza la visión la cual vincula a la Iglesia católica con el apoyo a las dictaduras latinoamericanas pasadas. Considerado un papable en el cónclave de abril de 2005 en el que fue elegido papa Benedicto XVI, con esta acción el cardenal ha perdido todas las posibilidades, no por principios, sino porque claramente está en juego la credibilidad y el prestigio ya profundamente deteriorados de la institución cristiana. Luego de las críticas internacionales, Madariaga se defendió rechazando que él no había apoyado el golpe, aunque con argumentos que lo legitiman directamente. En este sentido, en un comunicado del episcopado hondureño, los obispos señalan que cuando Zelaya fue capturado por los militares, “ya no se desempeñaba como presidente de la República”. “las instituciones del Estado democrático hondureño están en vigencia” y “sus ejecutorias en materia jurídico legal han sido apegadas a derecho”. Para sostener la tesis agregan en este comunicado que “conforme a lo contemplado en el artículo 239 de la Constitución de la República, quien proponga la reforma de este artículo, cesa de inmediato en el desempeño de su cargo y queda inhabilitado por diez años para el ejercicio de toda función pública”. Cabe señalar que estas leyes fueron elaboradas en el proceso dictatorial de la década del ’80.

El “despegue” oportunista y relativo del Vaticano, relativo ya que Benedicto XVI acaba de pedir la reconciliación entre Zelaya, el pueblo y los golpistas, al mejor estilo del pedido por el clero argentino hacia los militares locales, no pudo concretarse en los episcopados latinoamericanos que viven en sus países los choques internos con los regímenes de tipo chavistas, los cuales salieron a solidarizarse fuertemente con el prelado de Honduras. A través de un documento de la conferencia episcopal ecuatoriana le envían su “cercanía” y “solidaridad” con la Iglesia hondureña ante los recientes acontecimientos políticos. Además, el presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), monseñor Ubaldo Ramón Santana, declaró: “Expresamos nuestro apoyo a la Conferencia Episcopal hondureña y en especial al Señor Cardenal Oscar Rodríguez Madariaga…”. Lo mismo manifestaron los cardenales de Bolivia y El Salvador. Y cerrando con esta gran cónclave clerical queda el más grande de los interesados y perpetradores del golpe hondureño, los de América del Norte, EEUU, quienes a través de una carta enviada a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, la Conferencia de Obispos Católicos de ese país expresó su más profunda solidaridad con la Iglesia en Honduras.

Abajo el golpe derechista en Honduras.

Viva la rebelión popular del pueblo hondureño.

Restitución sin condicionamientos del presidente Manuel Zelaya.

Separación inmediata de la Iglesia del Estado.

Mariela Solesio