Políticas

14/7/2011|1185

‘Fino’ Palacios le ganó a Schoklender

Las elecciones en la Ciudad

Si es cierto que las elecciones reflejan distorsionadamente los procesos políticos y los antagonismos sociales, entonces la votación porteña de este domingo fue muy lejos en ese plano. Aunque el 80% de los votos fue fagocitado por el macrismo y el kichnerismo, es sabido que Macri y Filmus llegaron a la campaña electoral en un estado avanzado de desmoronamiento. Macri se tuvo que ‘bajar’ a la Ciudad cuando comprobó el fracaso de su tentativa presidencial y el peligro de perder su distrito a manos del kirchnerismo. Las escuchas telefónicas lo llevaron a los tribunales de justicia y le produjeron una crisis de gabinete. Por otro lado, tenía parado el plan de subtes y en sub-ejecución las partidas sociales. Filmus heredó la candidatura de la completa desaparición del PJ local y luego se enfrentó nada menos que al llamado escándalo Schoklender -en realidad, una manifestación extrema del carácter corrupto de los métodos de gobierno del kirchnerismo; si cabía alguna duda sobre esto, la disipó el segundo escándalo: el del Inadi. La disputa por la jefatura de Gobierno se presentó como un desafío de supervivencia de dos bloques en crisis.

Derrota abrumadora

La característica principal de las elecciones del domingo 10 fue la derrota abrumadora del kirchnerismo. Esto es así porque la diferencia de veinte puntos que saca Macri golpea el triunfalismo (victoria cómoda en primera vuelta) que ha estado desplegando el oficialismo para octubre próximo. La pérdida de esa certeza autoproclamada implica una crisis política en el armado oficial y en el gobierno. La manifestación de este hecho se expresó enseguida con las divergencias y vacilaciones que provocó el tema de ir al balotaje, así como la reacción desmedida de alcahuetes y hasta intelectuales del oficialismo ante el desprecio que sufrieron por el electorado del distrito. Horas antes de los resultados, adelantaban una interpretación de los resultados que ponía a ese mismo electorado del lado del gobierno para octubre. La interpretación ‘ideológica’ de las elecciones que hace el kirchnerismo (los porteños son de derecha) escamotea que la gente piensa como vive en el marco de una experiencia social concreta, y no al revés. Para los K, el voto por el pedracista Tomada y los punteros de Shocklender hubiera sido un voto de ‘izquierda’. Macri sacó una distancia abrumadora gracias a los votos de los especuladores inmobiliarios, pero también de la mayor parte de la población que carece de vivienda (y de los obreros de la empresa ‘Sueños Compartidos’), es decir que no se puede interpretar a partir de la ‘ideología’. Esta misma circunstancia pone de manifiesto que se trata de un voto de contenido contradictorio, que menos aún puede interpretarse por el rasero ideológico. En la Ciudad se votó en medio de una inflación que arruina a los sectores de ingresos fijos, de una salida de capitales creciente, de una acentuada postergación social de los jubilados que han caído a la categoría mínima, etc. En medio de una crisis social que no se limita al distrito.

Parque Indoamericano

La clave para caracterizar el resultado del domingo se encuentra en el conflicto que se manifestó en el Parque Indoamericano -una mini guerra civil en la Ciudad: la mayoría en ambas partes de la barricada votó por Macri. El macrismo conjugó estas tendencias sociales antagónicas porque le ganó al kirchnerismo el balance político de ese conflicto enorme, por parte de sus protagonistas directos e indirectos, como una provocación armada por los punteros del gobierno nacional -la cual sirvió para asustar a los propietarios reales pero empobrecidos y a los habitantes sin vivienda que quedaron sin ninguna clase de salida. En las villas y asentamientos del sur, el macrismo ejecutó un remedo de “urbanización” a cargo de la Corporación del Sur, que constituyó una “unidad de gestión social” (asistencial), al mismo tiempo que reservaba los terrenos más valiosos de la zona para proyectos inmobiliarios. En algunas villas, el macrismo promete titularizaciones selectivas a cambio de que sus beneficiarios rechacen o denuncien asentamientos nuevos.

Los comentaristas señalan ahora que el “componente local tuvo poca influencia” en la elección (Clarín, 11/7), cuando deberían decir, por el contrario, que los antagonismos y conflictos locales adquirieron una repercusión nacional. El kirchnerismo fue condenado por haber subordinado una salida a la crisis social a la explotación de la misma para provocar un derrumbe del gobierno local. En lugar de arbitrar se ejercitó en provocar y le dejó el arbitraje al macrismo. En la crisis del Indoamericano, el macrismo se presentó como un factor de “orden” ante la población del sudoeste, la que padece en monobloques destruidos, mientras canjeaba su política de desalojo de las villas por una urbanización trucha. El jefe de Gobierno ‘neo-liberal’ quedó convertido en un ‘populista’ de derecha. Para proteger este régimen de gobierno, Macri está obligado a una semi-abstención en la campaña electoral de octubre, lo que pone de manifiesto los límites de su victoria política del domingo pasado.

Gemelos

La oposición del kirchnerismo al macrismo nunca tuvo un contenido social, no pasó de la provocación política. En la Legislatura votaban los mismos proyectos. La Presidenta se abstuvo de meter la cuchara de la anunciada “lucha contra la derecha” en la Ciudad. La “batalla cultural” que prometió el kirchnerismo terminó con el envío de gendarmes a la zona sur y con Filmus prometiendo “más seguridad” en los afiches. Para llegar al 28% de los votos, el kirchnerismo tuvo que recurrir a tres colectoras. El cristinismo y La Cámpora sólo reunieron el 14% de los votos: el proyecto de partido oficial debutó mal. Ibarra y los sabbatellistas demostraron que carecen de proyección propia o de posibilidades de liderar ‘el proyecto’. Después de la derrota, Filmus ofreció un “gobierno de coalición”, una mentira desesperada de un candidato digitado por un gobierno de camarilla que no reúne ni a su propio gabinete. La oferta no vale la saliva del anuncio, menos para las elecciones de octubre.

El Partido Obrero y el Frente de Izquierda ratificamos nuestra oposición intransigente a ambos gobiernos y camarillas capitalistas. De cara a las internas abiertas del 14 de agosto, convocamos a todos los que se sumaron a nuestras listas, militaron y declararon su apoyo al Frente a reforzar la lucha para derrotar la tentativa de proscribirnos, aprovechando para ello el cuadro diferente de fuerzas que se presentan el 14 de agosto.