Francia: “Jornada nacional de movilización”

La “jornada nacional de movilización” convocada por ocho centrales sindicales francesas tuvo varios hechos destacados.

El primero, la masividad de las manifestaciones: 2,5 millones de trabajadores en casi 200 ciudades de todo el país; más de 300.000 en París. Fue la mayor movilización desde el ascenso de Sarkozy al gobierno.

El segundo, la participación de una fracción de la clase obrera industrial de las grandes empresas privadas, en particular en las provincias y entre los trabajadores de las plantas automotrices. La participación de los obreros industriales de las empresas privadas fue vista como una de las grandes ‘novedades’ de la jornada del 29 de enero por varios comentaristas.  
La jornada mostró una enorme bronca popular frente a los despidos, las suspensiones, la reducción de los salarios, el deterioro de su poder adquisitivo, la extensión de la jornada laboral, la liquidación de numerosas conquistas en cada sector de los trabajadores y el millonario salvataje a los bancos. “Este vertiginoso deterioro de la situación económica -dice una corresponsal-  ya ha provocado varios estallidos sociales en el interior (…) A mediados de noviembre, durante la visita de Sarkozy a Normandía, la policía tuvo que utilizar gases lacrimógenos para dispersar a estudiantes y maestros enfurecidos que silbaron estruendosamente al presidente” (La Nación, 30/12). Para echar leña al fuego, Sarkozy anunció que, a pesar de la recesión, no dará marcha atrás con el planificado despido de 30.000 estatales.

¿Con qué política enfrentan las grandes centrales esta catástrofe? Realizaron la convocatoria del 29 de enero sin objetivos específicos; se limitó a presentar una larguísima lista de reivindicaciones sectoriales. “La diversa naturaleza de los reclamos de los manifestantes privó a la jornada de una consigna unificadora”; por eso, el gobierno estima que la movilización “no podrá desembocar en una crisis de gran amplitud” (Le Monde, 30/1).

“Las manifestaciones – dice un corresponsal-  fueron convocadas principalmente como una vía para que los trabajadores expresaran su frustración” (The Washington Post, 30/1). Lo confirmó Francis Chérèque, cabeza de la CFDT: la movilización “fue un grito de cólera” (ídem).

La burocracia convocó a la movilización para ganar tiempo; por eso, no tiene prevista su continuidad.

En respuesta a esta parálisis, tiene lugar “un vertiginoso ascenso del sindicato Solidario, Unitario, Democrático (SUD), ligado a grupos trotskistas y revolucionarios, (que) obligó a las centrales obreras moderadas a adoptar una combatividad que parecían haber perdido hace tiempo” (La Nación, 30/1). 

Las direcciones de las centrales sindicales “saben que deben obtener resultados si no quieren ser desbordadas”, advierte Le Monde (30/1). Que esta posibilidad se plantee es el tercer hecho destacado de la jornada nacional del 29 de enero.