Claudio Lozano y los demás diputados enrolados en la CTA desistieron, a último momento, de su declarada intención de votar la nueva Banelco. La CTA había consensuado durante más de un mes el proyecto de ley con el ministro Tomada. El propio Lozano, en declaraciones radiales y televisivas, había dicho que votaría la ley.

Pero el cambio de voto de Lozano no altera la cuestión, la hace más siniestra. La CTA, durante un mes, hizo campaña a favor del proyecto ley y se opuso a las movilizaciones que se hicieron para que la ley no fuera aprobada. Según consignaron todos los diarios, el asesor laboral de la CTA, al igual que el de la CGT oficialista y la de CGT de Moyano, participó de la elaboración del proyecto. Por ejemplo, el 5 de febrero puede leerse en Clarín que “la iniciativa fue consensuada por las tres centrales sindicales (CGT, CGT disidente y CTA) que, sin embargo, plantean algunas objeciones en puntos menores”, sin que ninguna de las tres burocracias desmintiera la información.

Ante el impacto de las denuncias y las movilizaciones del Bloque Piquetero, la CTA decidió a último momento cambiar el voto, sabiendo que no alteraba el resultado de la votación. En el recinto no se hicieron ninguna autocrítica por el apoyo a todo el proceso que llevó a la aprobación del engendro. Ahora alegarán que “se opusieron”. Mentiras, fueron los mayores oficialistas, porque sin el apoyo de ellos el engendro ni siquiera hubiera entrado al Congreso. IU, que presentó con la CTA un proyecto en minoría, se hizo cómplice de este fraude.