Políticas

4/7/1995|454

Fraude y negocios

En los comicios tucumanos se consumó un gran fraude. Al bloqueo informativo habitual que sufre la izquierda (en esta oportunidad aún más acentuado), se sumó el retraso para la oficialización de las listas y la posterior impresión de la boletas. Muchos sublemas, al igual que el PO, recién tuvieron las boletas el día anterior a los comicios. El justicialismo hizo imprimir 100 millones de boletas (más que los que imprimió nacionalmente el 14/5), haciendo las delicias de Alberto Pierri, flamante dueño de Papel de Tucumán y de otras papeleras de Buenos Aires.


El día de los comicios fue completamente caótico, y fue casi imposible votar para quien no llevara la boleta en el bolsillo. En la mayoría de las escuelas no se encontraban las boletas de la izquierda, y cuando los fiscales las ponían, desaparecían de inmediato, afectadas por las pugnas entre los fiscales de los sublemas del PJ (especialmente). A la hora del escrutinio se impidió la presencia de los fiscales generales, lo cual generó numerosos incidentes y afectó, en especial, a los partidos de izquierda, que no contaban con fiscales de mesas.


Los medios recogieron la protesta constante de los votantes que se quejaban por la falta de boletas, y la imposibilidad de subsanar esta irregularidad por la existencia de 200 sublemas.