Políticas

9/4/1998|580

¿Frente ‘nacional’ contra Roque y el FMI?

El proyecto de reforma impositiva ha desatado una virulenta discusión en los círculos patronales. La Unión Indus­trial y varias cámaras empresarias pu­blicaron solicitadas en las que acusan al proyecto de afectar la “competitividad”, encarecer el “costo del capital” y perjudicar a la producción. En el Con­greso, el PJ adelantó que no votará el proyecto a “libro cerrado”. También la Alianza se pronunció, a través de Machinea, por introducirle cambios ale­gando la necesidad de favorecer a los sectores exportadores.


Choques


Lo más importante de la reforma impositiva es que vuelve a rebajar los aportes patronales transfiriendo un beneficio adicional a la clase capitalis­ta que el Ministerio de Economía cal­cula en 2.700 millones de pesos por año.


De sancionarse este proyecto, los aportes patronales quedarán práctica­mente eliminados, y sólo subsistirán los del trabajador. Esto le da el golpe final al sistema previsional que deja de tener sus recursos propios para pasar a depender en forma exclusiva de lo que, año a año, le asigne la ley de Presupues­to.


¿Por qué la reforma impositiva pro­duce entonces esta ‘rebeldía’ en la pa­tronal?


El Estado necesita compensar la pér­dida de ingresos que le originará esta rebaja de aportes, porque de lo contrario entraría en cesación de pagos con sus acreedores. Para eso propone extender el IVA a sectores que hoy no pagan, como la medicina privada o la publicidad, o reimplantar algunos impuestos inter­nos (cigarrillos, gaseosas, vinos) que Cavallo anuló en 1996. Aunque el IVA se traslada al público, los sectores patro­nales vinculados a esas ramas temen que les disminuya la demanda y perju­diquen sus negocios.


Endeudamiento


Sin embargo, el plato fuerte de la crítica está en la parte del proyecto que grava con un impuesto los intereses de los créditos del exterior y en la reim­plantación del impuesto a los activos de las empresas.


Según el Ministerio de Economía y el FMI, una parte de esos créditos son autopréstamos. Es decir, las empresas ingresan el dinero ‘negro’ propio que tienen en el exterior en la forma de un préstamo a sí mismas, lo que les permite deducir de sus beneficios los intereses truchos de esos préstamos. Así pagan menos o nada de impuesto a las ganan­cias.


Según el viceministro de Economía, Carlos Rodríguez, el 61% de las empre­sas no paga impuesto a las ganancias {Clarín, 29/3). Precisamente las empre­sas que no pagan tienen una relación muy alta de deuda respecto a su patri­monio, confirmando que utilizan el en­deudamiento ficticio con el exterior para no pagar el impuesto a las ganancias.


El impuesto a los activos cumple la misma función, pues obliga a las empre­sas a pagar con independencia de lo que digan que son sus ganancias, porque se supone que éstas son disminuidas arti­ficialmente.


Al poner un impuesto a los intereses y el impuesto a los activos, el FMI y el Ministerio de Economía no sólo preten­den que las empresas paguen un im­puesto mínimo. Buscan además, que las empresas traigan sus capitales del exte­rior, y que, en lugar de endeudarse, emitan acciones y se abran, de este modo, al ingreso de nuevos capitalistas (extranjeros).


El aumento de la deuda pública y privada es la mayor preocupación del FMI y del Banco Mundial, en especial luego del estallido de la crisis asiática. El plan de convertibilidad favorece ese endeudamiento que le otorga un seguro de cambio gratuito al prestamista ex­tranjero. A esto se le agrega que los intereses o las ganancias que se generan en el país con esos capitales no pagan hasta ahora el impuesto a las ganan­cias, lo que realimenta el endeudamien­to. Pero el endeudamiento elevado es el estadio inmediato previo a la quiebra de la empresa y, de conjunto, a la devalua­ción de la moneda


Se trata de un fenómeno más gene­ral, como se vio en el sudeste asiático, y como se ve en gran parte de América Latina. Por eso el Banco Mundial lo plantea como una medida de conjunto. Así, el jefe de economistas del Banco Mundial, Joseph Stiglitz acaba de plan­tear el uso de “la política impositiva para, por ejemplo, limitar la exten­sión de la deducción por intereses de deudas nominadas o vinculadas a monedas extranjeras” {Financial Times, 25/3). Aunque la razón que se alega para esto es disminuir la ‘volatibilidad de los movimientos de capi­tal’, se trata en realidad de un planteo de concentración de capital por medio de la absorción de los más débiles por los más fuertes.


El economista Guillermo Calvo, que sigue el libreto del FMI y el Banco Mun­dial, también señaló a la deuda interna y externa como insostenible y por eso apoyó la exigencia del FMI de limitar el crédito. Pero sobre todo, porque “una medida semejante golpearía a las entidades más chicas”, lo que para Calvo sería bueno porque “la industria bancaria en Argentina todavía re­quiere más concentración”, {Página 12, 1/4).


Naturalmente que se corre el riesgo que este giro del endeudamiento incon­trolado a la apertura de los capitales accionarios provoque una cadena de quiebras. No por casualidad una consul­tora como Coopers & Lybrand plantea que “gravar los intereses del exte­rior y a las obligaciones nacionales sería atacar las bases de la inver­sión” {Clarín, 2/3) y que la reforma es “la peor reforma tributaria del go­bierno de Menem”.


Exportadores


Para conciliar las necesidades de mayor recaudación con el reclamo de que se bajen los aportes patronales para la seguridad social y no se graven los intereses a los préstamos ni a los acti­vos, la Unión Industrial plantea que la rebaja de aportes sólo beneficie al agro y a la industria, pero no a los servicios, con el argumento de que esto ayudaría a las exportaciones y disminuiría las impor­taciones.


Machinea, de la Alianza, es el más ferviente partidario de esta postura de los grandes pulpos exportadores, como Techint. “La prioridad debería ser reducir los impuestos al trabajo (léase aportes patronales) en aquellos sectores que compiten con el exte­rior… El impuesto a los activos es un mal impuesto. No se pueden cambiar las reglas impositivas de un día para el otro. El caso más evidente es el de los intereses de los préstamos” {La Nación, 29/3).


En la misma línea se pronunció el cavallista Juan Llach y, en las últimas semanas, lo mismo hicieron Roggero y Lamberto, del PJ.


De esta forma se ha ido delineamien­to un frente ‘nacional’ contra Roque Fernández y el FMI. Por eso, se vuelve a hablar de cambios en el gabinete que podrían tener la bendición de la mismí­sima Alianza.