Políticas

2/2/2006|932

Fuera Ibarra y su gobierno


Las primeras jornadas del juicio político a Ibarra han confirmado brutalmente los cargos contra su gobierno. En primer lugar, la inexistencia de un plan de emergencias, así como el desmantelamiento del sistema hospitalario. Pero, principalmente, los testimonios ratificaron la existencia de una red empresarial-oficial que digitaba la inspección de boliches o estadios. Este sistema de habilitaciones “a pedido” estaba comandado por la camarilla que responde directamente a Vilma Ibarra y Alberto Fernández, es decir, a los ibarro-kirchneristas.


 


O sea que Ibarra es la cabeza de toda una organización estatal. Los inspectores que declararon como testigos admitieron haberse reunido días antes con Ibarra para “armar” sus declaraciones.


 


La “alternativa” de un interinato de Telerman, él mismo un capitalista del espectáculo, significa la continuidad del gobierno de Ibarra y la supervivencia del “Estado de Cromañón”. Es este Estado el que ordena el desalojo de los puesteros del mercado Dorrego y a los vendedores ambulantes de otros puntos de la ciudad, “si es preciso por la fuerza” (El Cronista, 26/1).


 


El juicio político tiene dos puntas: o el salvataje de Ibarra o el continuismo de Telerman, para dejar intacta a la ciudad de los capitalistas del espectáculo, del juego y del suelo. La consigna debe ser “que se vaya el gobierno de Ibarra”, o sea que se vayan todos.