Políticas

21/11/2002|781

“¡Fuera los hijos de puta que nos gobiernan!”

La muerte por desnutrición de los pibes en Tucumán, en Formosa y en todo el país es la manifestación del hundimiento de todo un régimen social. Bajo la dominación social de la burguesía, Argentina está entrando en la barbarie.


Argentina es un país que anualmente produce alimentos para 300 millones de personas y el mayor productor mundial de proteínas por habitante. La exportación de esos alimentos y de esas proteínas –en gran parte, gracias al forzado subconsumo de la población– alcanzó un valor de 16.000 millones de dólares que, en parte, los pulpos exportadores fugaron del país y, en parte, se utilizaron para pagar la deuda externa y subsidiar a los banqueros. La masacre de la población trabajadora tiene un fin social preciso y definido: salvar a los capitalistas en quiebra.


La burguesía comienza a sentir terror ante el enorme foso de sangre y odio que se ha abierto entre ella y los explotados. Por eso, hablan ahora de crear “redes de contención social” para “combatir la miseria”. En manos de los que la crearon, esa “lucha contra la miseria” es una farsa.


¿Qué “redes de asistencia” se pueden montar cuando el 80% de la población en Formosa, Tucumán, Salta o Jujuy está por debajo de la “línea de la pobreza”; cuando la desocupación llega al 70% en los pueblos del interior tucumano, o al 60% en grandes bolsones del Gran Buenos Aires? ¿Qué perspectiva de país plantean estos “filántropos”? ¿Es viable un país con el 60% de su población viviendo de la asistencia social? ¿Y qué perspectiva ofrece a los trabajadores vivir con un “plan”, con una bolsa de comida o con una caja de leche que muchas veces no llega?


Las “redes de asistencia” significan el congelamiento de la barbarie actual. Nada mejor que esto revela la completa ausencia de perspectivas históricas que ofrece la burguesía.


No pueden ni deben seguir gobernando. El único elemento de civilización, de progreso y desarrollo social en este cuadro de barbarie es la lucha de la clase obrera y del movimiento piquetero.


Frente a la miseria social, política y moral de los “honorables” funcionarios que se roban los fondos, la heroica lucha de las mujeres y hombres que sostienen en pie miles de comedores y merenderos piqueteros en todo el país es un ejemplo de la potencial reorganización social que llevará a cabo la clase obrera en el poder.


Por una vez, Aníbal Fernández, secretario general de la Presidencia, dijo una verdad: “Argentina tiene (…) un grupo que gobierna que son unos hijos de puta”. Terminemos con el gobierno de los hijos de puta que matan de hambre a nuestros pibes y convoquemos a una Asamblea Constituyente con poder para reconstruir a la Argentina sobre nuevas bases sociales y políticas.