Políticas

5/11/2018

Galardón a un operador del Estado en el caso Maldonado y carnero de la huelga de Télam

El corresponsal de Clarín en Bariloche, Claudio Andrade, fue premiado por FOPEA.

La última gala y entrega de premios de FOPEA (una asociación de periodistas que, luego de varias depuraciones y alejamiento grupales e individuales, agrupa sobre todo a quienes publican sus trabajos en grandes medios como Clarín o La Nación) se realizó en medio de una ola de despidos en el gremio (situación que no mereció mención alguna durante la ceremonia) a la vez que alguno de los galardones entregados provocó sorpresa, cuando no náuseas. En el rubro “Periodismo de profundidad” se eligió como ganador al corresponsal de Clarín en la Patagonia, Claudio Andrade, quien se convirtiera en punta de lanza de las operaciones de Estado en torno al caso Maldonado durante la segunda mitad de 2017.


Su rol en la operación de Estado acerca de la “amenaza mapuche terrorista” que habría estado poniendo en vilo al gobierno de Macri comenzó ni bien esta empezaba. Días antes de la manifestación de la comunidad Pu Lof en Cushamen que se realizó el 1 de agosto de 2017 y que sería la última ocasión en que se vería con vida a Santiago Maldonado, Andrade participó como fuente del informe del programa Periodismo Para Todos, de Jorge Lanata, que exponía la supuesta violencia de un supuesto grupo terrorista y separatista en el sur del país. Andrade oficiaba como voz de autoridad y remarcaba, en el programa emitido el 6 de agosto, la peligrosidad del grupo. El programa, que formaba parte de la operación de prensa usada para avalar los acuerdos en una zona de conflictividad social debido a la instalación de emprendimientos contaminantes en territorios pertenecientes a las comunidades indígenas y a estar en el centro de las actividades del mayor grupo terrateniente del país, el grupo Benetton (que posee más de un millón de hectáreas en la Argentina), sólo mencionó de pasada la desaparición de Maldonado. Diez días antes, el jefe de gabinete del ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich, Pablo Noceti, había participado de una reunión con las planas mayores de las fuerzas represivas de Neuquén, Río Negro y Chubut para coordinar el uso de la violencia estatal contra la protesta social en la región. A ese fin también respondía el programa de Lanata y la participación del galardonado.


A partir de entonces, Andrade –que era un corresponsal monotributista que enviaba sus notas al diario Clarín– cubrió el caso desde que el grupo comunicacional dirigido por Héctor Magnetto no tuviera más remedio que darle difusión: esto sucedería recién el 8 de agosto, cuando ya habían sucedido manifestaciones en Río Negro y Buenos Aires que reclamaban la aparición con vida de Maldonado y que el caso fuera publicado por otros medios, a la vez que difundido por redes sociales. 


“Hipótesis”


A cada paso de los acontecimientos, Andrade se convirtió en el vocero de las especulaciones echadas a rodar por el Estado con el fin de sacar a Maldonado del lugar de los hechos, que habían consistido en una represión de gran violencia en la que alrededor de cien gendarmes y de manera ilegal, habían perseguido a una decena de manifestantes hasta el río Chubut en medio de golpes, balas de goma y de plomo, según un plan elaborado con anterioridad para escarmentar a quienes ejercían el derecho al reclamo por la tierra. Si en sus primeras intervenciones la ministra Bullrich había señalado que no se podía asegurar que Maldonado hubiera estado en el corte de ruta de la comunidad Pu Lof, Andrade escribía notas sobre su probable paradero en Chile, al que (adicionaba para dar color a sus notas) habría llegado a través de pasadizos secretos usados por la guerrilla que abarcaba como lugar de acción las dos naciones. Cuando Bullrich en su aparición en una comisión en el Senado dio a entender que Maldonado habría muerto en un ataque terrorista a un puestero, Andrade sostuvo la teoría del puestero que en su propia defensa habría acuchillado a Maldonado, a quien sus compañeros mapuches habrían enterrado en las montañas del sur (para dar color a sus notas, Andrade describía cantos rituales mapuche y atribuía a Maldonado una radicalidad que lo llevaba a sostener el estandarte mapuche con virulencia). Cuando la sangre del cuchillo del puestero (y sus propias declaraciones) descartaron la posibilidad de que Maldonado hubiese sido atacado con ese arma blanca, Andrade redobló la apuesta y postuló, entonces, que las investigaciones apuntaban a que Santiago se hubiera sacrificado a sí mismo internándose en las estepas patagónicas para darle causa a la lucha mapuche y en homenaje al líder Facundo Jones Huala. La podredumbre de Andrade y sus operaciones superaba cualquier límite entre realidad y ficción. 


Andrade continuó con el guión oficial de manera antiperiodística hasta que el cuerpo de Maldonado fuera encontrado en las aguas del río Chubut el 17 de octubre de 2017. Su última “colaboración” con el Estado es la suscripción a la tesis de que Maldonado “se ahogó”, como si hubiera sufrido un accidente en una pileta, haciendo caso omiso a la represión en que sucedieron los acontecimientos y el contexto represivo estatal general que rodeó a la cuestión.


Un premio al servilismo


A partir de entonces, Andrade dejó de ser monotributista, ya que el grupo Clarín lo premió con un lugar en su planta permanente. Desde las páginas del diario, cubrió con el mismo método el Encuentro Nacional de la Mujer realizado en Trelew: las notas alertaban sobre la presencia de mujeres violentas y fanáticas en la ciudad y aconsejaban a la población a no salir de sus hogares durante lo que durara el ENM. No contento con eso, Andrade publicó unas notas para la agencia Télam mientras sus trabajadores realizaban un paro de actividades contra los despidos, a la vez que se ofreció mediante su cuenta de Twitter a “barrer o escribir” gratis en la agencia en una de las más descarnadas actitudes que un carnero pueda haber exhibido en los últimos tiempos. A este fabulador al servicio del Estado y carnero contra sus propios compañeros de gremio FOPEA le entregó un galardón.


No debería sorprender. El congreso de FOPEA estuvo auspiciado por las embajadas de los Estados Unidos y de Gran Bretaña y se convirtió en una autocelebración del servilismo de la corporación mediática a los fines de las grandes empresas, el Estado y el imperialismo. Por eso no hubo espacio para ninguna investigación sobre los entramados de corrupción del gobierno macrista sino que sólo se galardonó a las notas –ya que no investigaciones periodísticas– que involucran a la corrupción existente en el gobierno K, puntal de intervención de los Estados Unidos en función de penetrar en los negocios que hasta hoy le eran esquivos ya que habían sido acaparados por los intereses económicos de otros imperialismos.


La velada de gala en un lujoso hotel y con un sofisticado menú fue el marco en el que se premió a Claudio Andrade como “periodista”. La conducción del evento le correspondió a Mariano Iúdica. Una puesta en escena que confirma que los premios FOPEA son, en el mejor de los casos, un chiste de mal gusto.