Políticas

8/9/1994|427

Generales y ministros comprometido

Una periodista de Canal 7 de Neuquén, Eugenia Chorny, acaba de dejar asentado ante escribano público que “a media mañana del 6 de abril de 1994, el general Díaz (comandante de la VI Brigada, de la que depende el regimiento donde se produjo el asesinato) le narró que había aparecido el cuerpo sin vida de Omar Carrasco” (Ambito Financiero, 23/8/94). Es decir que el generalato sabía con antelación lo que había ocurrido con Carrasco y que falseó la hora expresamente. En el comunicado “oficial” original aparecían datos que ahora no aparecen mencionados y tanto o más graves que éste: se “identificaba” el cuerpo a pesar de su estado de descomposición y se lo ubicaba “fuera del perímetro del cuartel”, cuando estaba adentro.


El testimonio de la periodista habría sido precipitado por las denuncias de los abogados defensores del subteniente Canevaro, uno de los cuatro presuntos implicados por la justicia militar. Los abogados “descubrieron que el expediente militar se inició a las 13 del 6 de abril” (Ambito, 23/8) y que el cadáver “apareció” y fue “identificado” a las 16.30. La crisis vuelve a desnudar la conspiración de Estado para tapar el crimen. Ahora se intentará cerrar la crisis, para lo cual el tribunal federal oral le ha devuelto la causa al juez Caro, que a esta altura debería ser enjuiciado como encubridor del crimen a cuenta del alto mando. El juicio “sería separado en dos causas… una relacionada estrictamente con el homicidio y la restante para descubrir una supuesta red de encubridores” (Ambito, 31/8). Aquella causa se acelerará, enjuiciando a los “marcados” por la justicia militar, y la causa por encubrimiento morirá “en el grado de subteniente”.


El 16 de setiembre es el aniversario de la “Noche de los lápices” y la oportunidad de volver a movilizarse por el “juicio y castigo” a los asesinos de Carrasco y por todas las consignas contra la dictadura militar en los cuarteles: investigación independiente, derechos políticos y sindicales para la tropa y la suboficialidad.