Grandes intereses detrás de la guerra en el Cáucaso

Editor del periódico Isci Mucadelesi (Lucha Obrera), publicado en Estambul

La guerra por Osetia del Sur tiene tres dimensiones políticas. La primera es una cuestión enteramente local. Ciertos pueblos (en particular los osetios y los abjasios) que formaban parte de Georgia en la Unión Soviética han declarado fuerte y claramente desde la disolución de ésta que ya no quieren seguir viviendo bajo el gobierno georgiano. Georgia, por el contrario, pretende mantener esos pueblos por la fuerza bajo su dominación. Por lo tanto, los derechos a la autodeterminación de esos pueblos son violados por Georgia.

El bluff de Saakasvili

En segundo lugar, el presidente georgiano Mijail Saakasvili es un fiero partidario del imperialismo norteamericano y pretende que Georgia ingrese en la Otan. Sólo unos meses atrás, bajo la presión rusa, la mayoría de los miembros de la Otan pertenecientes a la Unión Europea rechazaron la propuesta norteamericana en vista de la incorporación de Georgia y Ucrania a la Otan.

Al atacar Tsjinvali, la capital de Osetia del Sur – un territorio independiente de hecho desde el cese del fuego de 1992 entre los ejércitos georgiano y osetio- , Saakasvili parece haber intentado llevar a Rusia a una confrontación y, entonces, forzar la mano de la Otan a actuar más rápidamente. Rusia ha visto este bluff. Pero Occidente, a pesar de ciertas palabras duras del gobierno norteamericano, simplemente no lo ha seguido. Saakasvili es un aventurero político que no se ha frenado ante el riesgo de empujar a la región, en verdad al mundo entero, al vórtice de una guerra total sólo para incorporar a su país a la alianza imperialista. En su propio interés, el pueblo georgiano debe sacarse de encima a este político sediento de sangre.

Saakasvili, el niño mimado de Occidente, convirtió a Georgia en los gurkas del imperialismo norteamericano. Hoy, luego del retiro de las tropas de ciertos países, Georgia es el tercer país en Irak, en términos de tropas en el terreno, después de Estados Unidos y Gran Bretaña. ¡Un país con una población de menos de 5 millones, un país cuyo pueblo está sufriendo desempleo y pobreza, mantiene 2.000 soldados en Irak!

No es la inminente derrota a manos de los rusos lo que debe avergonzar al pueblo georgiano, sino el hecho de que su país ha actuado como un sicario del imperialismo norteamericano en Irak.

Planes norteamericanos para el Cáucaso y Asia Central

La tercera y más importante cuestión detrás de la guerra en curso es la política norteamericana de vieja data que pretende encerrar y aislar a Rusia. Incluso en los ‘90, cuando se suponía que Estados Unidos estaba en buenos términos con el gobierno de Yeltsin y la política amistosa de Strobe Talbott estaba plenamente en vigencia, Estados Unidos intentó encerrar a Rusia mediante una red de alianzas en lo es conocido como el “exterior cercano” ruso. El establecimiento de la “Asociación para la Paz” – una sala de espera de la Otan-  y la subsiguiente expansión de la Otan a las antiguas repúblicas soviéticas y países de Europa Oriental fueron sólo la dimensión más saliente.

GUUAM fue el nombre que se le dio a la red de alianza que Estados Unidos estableció con los vecinos al sur y al este de Rusia -Georgia, Ucrania, Uzbekistán (que ya no forma parte de la red), Azerbaiján y Moldavia. La guerra de Afganistán, a pesar de la retórica de la “guerra contra el terrorismo”, fue ideada para penetrar en la antigua Asia Central soviética donde, gracias a la guerra, Estados Unidos estableció bases militares por primera vez en la historia moderna de un país occidental. La aquiescencia de Putin a las políticas de Bush después del 11 de septiembre, con el objetivo de cubrir su propia guerra sucia en Chechenia, fue tan estúpida como la confianza de Stalin en el pacto Molotov-Ribbentrop como herramienta para proteger a la Unión Soviética de la agresión nazi.

Este conflicto político entre Estados Unidos y Rusia es, entonces, el real problema de la guerra sobre la minúscula Osetia del Sur. Las ambiciones norteamericanas sobre el petróleo y el gas natural del Cáucaso y Asia Central, sumado al del Medio Oriente, son la base económica de este enfrentamiento entre Estados Unidos y Rusia. Estados Unidos pretende privar a Rusia de los beneficios de esas ricas regiones, una política simbolizada por el oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan (BTC). Detrás de esto está el deseo estratégico de evitar que Rusia y China se conviertan en superpotencias competidoras en el siglo XXI.

Esta política del imperialismo norteamericano en su propio beneficio ha dado su primer producto, llevando a una situación en la cual un pequeño coflicto puede llevar a una conflagración que amenaza a la región y al mundo.

Los socialistas en todo el mundo deben condenar la política aventurera de Saakashvili y reclamar el inmediato retiro de las tropas georgianas de Osetia del Sur. El argumento de Bush para resguardar la “integridad territorial de la nación soberana de Georgia” no es válido ni siquiera desde el punto de vista legal, desde que el cese del fuego de 1992 estableció la autonomía de hecho para Osetia del Sur, sancionada internacionalmente a través del envío de una misión de paz encabezada por tropas rusas.

Mucho más importantes que cualquier consideración legal son los derechos a la autodeterminación de los osetios y los abjasios, el aventurerismo reaccionario de Saakasvili y los objetivos imperialistas en la región. Ver la guerra entre Rusia y Georgia por Osetia del Sur como la guerra entre una gran nación históricamente dominante (Rusia) y una pequeña nación históricamente oprimida (Georgia) es juzgar erróneamente su importancia real. Esta es una guerra de procuración, donde el ejecutor (Saakasvili de Georgia) ha hecho una movida arriesgada sin el consentimiento del real culpable, el imperialismo norteamericano. Por lo tanto, Georgia se ha embarcado en una guerra injusta y debería retirarse (…)

Extractado para su publicación