GRIPE A | Más que la gripe, mata el gobierno

La Argentina es el tercer país por número de víctimas de gripe A (42 hasta el martes 1º) y por el aumento  de casos. Pero el Comité de Crisis -que ni siquiera se reunió en la semana de las elecciones- decidió esperar al nuevo ministro para ver qué hace. Autorizaron que cada provincia amplíe, a su criterio, el período de vacaciones. Llegan tarde: seis provincias ya lo hicieron, Buenos Aires decretó la emergencia, hay universidades evacuadas e infinidad de colegios cerrados. Según el infectólogo Eduardo López, el ausentismo escolar llega al 40%, y el laboral al 30%. Los especialistas coinciden en que el cierre de las actividades públicas en México, “al mundo le resultaron sorprendentes, pero lograron frenar la epidemia” (La Nación, 28/6). Habría que hacer lo mismo: limitar los viajes, montar cordones sanitarios, prohibir eventos masivos. La industria del espectáculo y el turismo se opuso. El comité decidió esperar.  

“El comité está absolutamente desorientado, desbordado, no saben qué hacer”, opina Médicos Sin Bandera (26/6). Se equivocan: hasta las elecciones, mantuvo un cerrado ocultamiento, compartido por todo el arco patronal y sus candidatos, que jamás hablaron de la gripe en la campaña. Y todas sus “desorientaciones” van en la misma dirección: ahorrar recursos a costa de la vida de la población. Por ejemplo:

Reactivos e hisopados

El Comité suspendió los hisopados “excepto en casos de absoluta necesidad” para “no atiborrar los laboratorios”. El Malbrán demora diez días en dar el resultado. Pero, “a partir de la semana próxima, la provincia de Buenos Aires contará con tests que en sólo 15 minutos determinan si la persona es portadora de gripe A”. ¿Por qué el Malbrán no tiene el test de los 15 minutos? Porque lo condenaron a la asfixia presupuestaria, sin cubrir vacantes, con salarios infames… Que los médicos diagnostiquen como pueden. Una embarazada de la Maternidad Sardá, que consulta hace diez días, denuncia: “Si sigo así, me dijeron que me van a hacer las pruebas de gripe A” (La Nación, 27/6). Es un crimen, porque el diagnóstico inmediato es clave para bajar la tasa de mortalidad. En Estados Unidos murió menos gente que en México, justamente, porque tenían el diagnóstico en el día. Médicos Sin Banderas afirma que en el Malbrán “no hay reactivos específicos para la gripe A, el diagnóstico se hace por descarte” (Urgente 24, 8/5). Hay que confiscar todos los laboratorios privados y abrir nuevos laboratorios públicos, dotarlos de profesionales e insumos.

Colapso hospitalario

La gripe A “ya circula más que la gripe común”. El Ministerio indicó que se deben tomar “todos los casos de influenza como potenciales de gripe A” e internar “a todos los que padecen neumonía”. Cínicos: “¿Tiene la Argentina hospitales y camas suficientes como para tolerar una eventual marea humana?”, se pregunta La Nación. Responde: “No” (La Nación, 29/6).
Los funcionarios niegan el colapso sanitario: el 24 de junio, antes del pico, “más de treinta niños esperaban ser derivados sin camas disponibles en la zona sur” (FesProSa). En Mar del Plata, los pacientes que deban ser aislados ¡irán a parar a los cuarteles! (Clarín, 25/7). Desde el 15 de junio, “las camas de las terapias intensivas y de neonatología de los hospitales porteños estaban colmadas al 100%”. En Capital y provincia se postergaron todas las cirugías programadas “para priorizar la atención de los pacientes que sufren Gripe A H1 N1 graves, neumonías y bronquiolitis” (Clarín, 23/5). El Hospital de Campo de Mayo y el Policlínico Posadas -30% de sus internados tienen gripe A- decretaron por su cuenta la emergencia. La Asociación de Profesionales de Posadas informa que “no hay agua caliente, faltan camas y médicos, y los que hay están agotados, duermen como mucho dos horas por noche debido a la gran demanda”. En el hospital Notti, de Mendoza, dos médicos de guardia atienden un promedio de 300 pacientes. Esa es la norma en todo el país: una debacle. “No puede ser que no haya presupuesto ante una pandemia”, dice Horacio López, infectólogo de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Claro que hay que aumentar el presupuesto. Pero además hay que terminar con las clínicas cinco estrellas de menú a la carta mientras el pueblo se muere en las camillas porque no alcanzan los nebulizadores.

Según La Nación (29/6), “los muertos serían más de un centenar y el número de infectados, más de 10.000”. ¡Hay que suspender ya las clases y terminar con las muertes de alumnos y docentes! La oposición no dice ni pío porque la gripe A desnudó tres núcleos fundamentales del régimen social que todos defienden: que el país “carece de sistema sanitario”; que el gobierno “no tiene estrategia ni plan ni logística para enfrentar el flagelo”; que “muchísimos argentinos viven precariamente, casi desnutridos. El sistema inmunológico de ellos es muy escaso” (La Nación, 29/6). Más claro: los chicos del partido de polo, a los 20 días volvieron a jugar al polo. Pero a los enfermos de las barriadas, la gripe “les incendia los pulmones”, incluso si no tienen patologías previas. “Estamos viendo la internación de pacientes jóvenes, con neumonías, algunas que evolucionan hacia una gravedad inusitada, en la que el pulmón se ‘incendia’ en cuestión de horas”, dijo Jorge San Juan, jefe de Terapia del Hospital Muñiz (La Nación, 27/6).

“El gobierno de la Capital no tiene facultades legales para usar en una emergencia las instalaciones de clínicas y sanatorios privados”, advierte por si las moscas el inefable Joaquín Morales Solá. No es nuevo que para La Nación la propiedad está antes que la vida. Pero el pueblo debe imponer que todas las camas privadas se incorporen a la nómina oficial, se refuercen las dotaciones de personal e insumos en el sistema público, y se aumente el sueldo de los trabajadores, que se están jugando la vida. El aumento del presupuesto sanitario debe incluir las reivindicaciones de los trabajadores. Los privatizadores de la salud pública no pueden administrar los recursos. Deben estar bajo control de las asambleas de pacientes, vecinos y trabajadores de la salud y la educación. Es el único programa que salvará vidas.

Olga Cristóbal y Clementina Robles