Políticas

19/3/2009|1075

GRUPO DE ACCION REVOLUCIONARIA | México: El escenario de la crisis económica acentúa la crisis política

Mientras los números estremecedores y sombríos de la situación económica nacional se expresan en los medios de comunicación oficiales, entre verdades y mentiras, la sensación es que México será el siguiente Estado que se declare en bancarrota.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) revela que en noviembre se tuvo el mayor déficit en el comercio exterior de la historia: 2.830 millones de dólares (El Financiero, 12/10). El desempleo en México aumentó más que cualquier otro de los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE): 4 a 4,8% (Harmonised Unemployment Rates for OECD countries, enero 2009). Las sociedades de inversión (aquéllas que invirtieran en las bolsas de valores que se derrumbaron en octubre pasado) frenan por primera vez su crecimiento y declaran una caída de 7,16% en sus activos (ídem). La Bolsa de valores de México perdió 3% de su valor en el año; el peso se devaluó frente al dólar cerca de un 24% en tres meses (de 10,9397 pesos el 30 de septiembre pasado a 13,6430 pesos para el 9 de enero) (El periódico Guatemala, 31/10/08). El poder adquisitivo perdió 32,64% (“Canasta alimenticia y poder adquisitivo del salario”, Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la Unam).

Mientras el gobierno federal declara que sólo será un bache en la economía y que está preparado para enfrentar la crisis, el secretario de Economía, Agustín Carstens, declara que la economía no crecerá hacia  finales de 2009 (El Universal, 9/1). El gobierno central le exige a la burguesía financiera que baje las tasas de interés, y así aparecen las primeras diferencias en los grupos de poder que dirigen al país.

La respuesta calderonista

El déficit presupuestario que se encara frente a la caída en los precios del petróleo, el saqueo de los fondos de los trabajadores por las bolsas de valores y la avecinada declaración de bancarrota de las empresas, pone a temblar al gobierno y revela al conjunto del pueblo pobre las políticas para favorecer a los empresarios e inversionistas que nos llevaron a la crisis.

La presidencia anunció una disminución de hasta 20% en tarifas eléctricas industriales y comerciales, y trata de rescatar a la burguesía nacional. Mientras el crédito a corto plazo para el consumo cae, Calderón anuncia más crédito a las llamadas pequeñas y medianas empresas. La salida del gobierno es por arriba, salvar a los ricos, mantener a salvo sus relaciones con los distintos empresarios nacionales e internacionales, mientras el pueblo de México paga la crisis con la carestía, el aumento en los servicios y los despidos.

El problema para Calderón radica en que su plan, basado en la inversión en infraestructura, el congelamiento del precio a las gasolinas (de por si ya excesivamente elevadas, y no se congela el diesel) y el salvataje de las empresas que se declaren en quiebra (que es la misma fórmula que anunció Obama en EEUU), se encuentra en tela de juicio.

La industria en general en México cae vertiginosamente: 2,9% en noviembre pasado, y en específico la de las manufacturas hasta 3,6% (El Financiero, 12/10). Las más importantes entradas de capital al país se desploman (remesas, petróleo y servicios), y entonces, ¿de dónde sacará tanto dinero para la inversión “más grande de nuestros tiempos” en infraestructura, y para suprimir las obligaciones fiscales y la parte de los salarios de las empresas en quiebra? Del bolsillo de los trabajadores.

El plan anticrisis de Calderón y sus asesores financieros es más que insuficiente y, sobre todo, se basa en un escenario ficticio para 2009. Estados Unidos acaba de declarar que, en caso de un colapso repentino y explosión social, intervendría militarmente al país (EU: México es susceptible de “intervención”, El Universal, 13/1).

La crisis económica crece las diferencias entre la burguesía nacional. El paro de transportistas en Veracruz y el paro indefinido de pescadores en todo el país son las primeras señales de que la pequeña burguesía relacionada con los servicios y la industria, observa cómo este gobierno se alinea con las empresas que dirige el gran capital dejándolos también a la deriva.

Ante este escenario, pensamos que es de suma importancia realizar una construcción programática que nos permita atacar al capital para intervenir decididamente en esta crisis.

Llamamos luchar por la nacionalización de la banca mexicana, bajo control de sus trabajadores porque sólo así se garantizará que el dinero de los mexicanos no siga pagando los errores de los capitalistas.

Llamamos a luchar por renacionalizar la industria energética nacional, a ponerla bajo control de sus trabajadores; arrebatemos los sindicatos a los charros y asesinos de las cúpulas burocratizadas; exijamos la anulación a las reformas en el tema de los energéticos.

Llamamos a luchar por igualar el salario mínimo a la canasta básica, por la repartición de las horas de trabajo, ni un solo despido ni reducción salarial; poner a las empresas en quiebra bajo control de los trabajadores.

Necesitamos realizar una construcción programática que en la perspectiva se plantee derribar a este gobierno incapaz de sacar adelante al país; por la construcción de una alternativa obrera y socialista que luche por transformar las condiciones reales de la población desde abajo y con los de abajo: los siempre explotados y oprimidos de México.

Ocupar las fábricas y empresas en quiebra, resistir la embestida represiva del gobierno, y comenzar a producir bajo control de los trabajadores. Sólo la clase obrera será capaz de sacar al país de la crisis.

9 de enero de 2009

Alfredo Villarreal (del Grupo de Acción Revolucionaria)