Políticas

22/11/2020

LA SEMANA

Guiños “progresistas” y maniobras en el camino al pacto con el FMI

Creciente reacción popular frente al intolerable ajuste

Editor de Prensa Obrera

Muchos, por derecha y por izquierda, han creído ver un giro progresista del gobierno. Los primeros se quejaron, los segundos festejaron. Para llegar a esa conclusión señalaron dos hechos. El primero es la presentación del proyecto de aborto legal, después de muchos amagues y promesas, idas y vueltas; que abren la justa sospecha de cuál es la verdadera voluntad de defenderlo frente a la campaña de los antiderechos, encabezada por la iglesia del Papa amigo de Alberto. De todas maneras corresponde decir que esta presentación es la conquista de un poderoso movimiento llamado Ola Verde que conmueve a este país desde hace dos años.

El otro hecho fue la aprobación del llamado “aporte solidario”. El proyecto de Máximo y el banquero Heller fue desempolvado después de meses y, bastante deshilachado, logró la aprobación de los diputados (falta que el Senado lo convierta en ley lo cual será seguramente un trámite). Ley, de dudosa aplicación, que termina “sacándole a los ricos” para dárselos por la otra ventanilla, entre ellos a los pulpos del fracking. Con el mismo “espíritu progre” se le dio media sanción a la ley sobre el manejo del fuego y la demagógica ley Yolanda para cooptar a las organizaciones ambientales.

Pero no hay que confundirse. La leyenda atribuye a Perón la frase “hay que poner el guiño de giro a la izquierda para doblar a la derecha”. Y esto es lo que parece estar sucediendo.

Las pruebas de que la política del gobierno de los Fernández y Massa es la de un ajuste descomunal sobre los trabajadores saltan a la vista. El gobierno anunció con bombos y platillos un aumento del 5% para los jubilados. En el caso de la mínima son 30 pesos por día; en concreto terminarán cobrando lo mismo que cobraron en enero de este año con el bono de 5.000 pesos: una descomunal confiscación del haber jubilatorio. Que a su vez viene acompañado del proyecto de cambios de la movilidad jubilatoria que será un nuevo (pero no último) ataque las jubilaciones.

Continuando con la saga del ajuste, ya establecido en el presupuesto 2021, se eliminaron los precios máximos y la inflación sigue trepando. Las consecuencia de estas medidas están medidas, valga la redundancia, por el Indec: una familia tipo necesita $ 50.000 para no ser pobre (sin contar alquiler, de hacerlo llega a $65.000), algo que la gran mayoría no alcanza. Pero si cobra 73.000 o más le enchufan el impuesto a las ganancias. Solo para graficar, un enfermero (la primera línea en la lucha contra el coronavirus) en el mejor de los casos redondea los 36.000. Peor aun es la situación de los indigentes, cuyo número crece día a día, ya que la canasta de indigencia tuvo un aumento del 6,8%, en una inflación del 3,8%. La razón es clara: lo que más aumentó fueron los alimentos de primera necesidad.

Todo este padecimiento tiene un objetivo. El gobierno quiere un acuerdo con el FMI que lo habilite para que toda la clase capitalista pueda salir a endeudarse, ya que a pesar del acuerdo con los bonistas Argentina tiene cerrado el acceso al crédito. Los buitres quieren garantías y eso es lo que el gobierno les quiere asegurar mediante un brutal ajuste, para juntar dólares, que el FMI con su acuerdo terminará bendiciendo. Nos vuelven a someter al capital financiero internacional. Que el Fondo, según las versiones, haya postergado la posibilidad de un acuerdo a febrero luego de la asunción de Biden revela que la batuta la tiene el imperialismo yanqui. Alberto por ahora ha iniciado una campaña para que el nuevo presidente norteamericano lo atienda, aunque sea por teléfono. Mientras y para despejar dudas, se reunió con el derechista presidente de Uruguay, Lacalle Pou.

Y en este sometimiento no hay grietas. Con mucho palabrerío, para terminar reclamando unos puntos menos de interés y un poco más de plazo, el bloque cristinista que domina el Senado se dirigió a la misión del FMI en Buenos Aires. Con otras palabras y críticas a los kirchneristas hicieron lo mismo los senadores cambiemitas.

En el ajuste tampoco hay grietas. Comparemos el presupuesto de Larreta (que mete un nuevo impuesto al consumo vía los gastos hechos con tarjeta de crédito) y el del ultracristinista Axel Kicillof y se verá que las diferencias son de matices; en la esencia son un calco: tarifazos, caída del salario, menos obras públicas y gastos sociales, etc.

Quien se ha puesto a trabajar firme para que se alcance el acuerdo con el Fondo, incluidas las reformas jubilatorias, laboral e impositiva, es Cristina Fernández de Kirchner. CFK no dudó en deponer su enojo con el ortodoxo Martín Redrado, un “golden boy” según el Washington Post, y se reunió con él para “intercambiar” opiniones sobre el hundimiento del Banco Central. Evidentemente la vicepresidenta no escatima esfuerzos para mostrar que su interés central es ganar la confianza del capital internacional. No es la primera prueba. Declinó su candidatura para poner a alguien potable para el establishment (reconocido esto en su carta del 26-10); a través de Gallucio allanó el costoso (para el país) acuerdo con los buitres; lo mandó a Alberto a abrazarse con Netanyahu (el genocida de palestinos).

Como se puede deducir el “guiño a la izquierda” es una maniobra para hacer pasar un ajuste que resulta intolerable. Y esta semana ha dejado muchas evidencias de ello. La movilización piquetera del pasado jueves 19 colmó Plaza de Mayo de punta a punta. La lucha de los trabajadores de la salud tuvo sostenidos episodios. En CABA hubo una jornada de lucha de los profesionales de la salud de fuerte impacto el pasado 17, y ahora está votado un paro de 36 horas para el martes 24. Enfermería se movilizó y acampó en Plaza de Mayo. La salud en Córdoba paró el 20 y va un nuevo paro el 2 y 3. Destaquemos que en Córdoba hubo una multitudinaria movilización en repudio a la represión y desalojo de una ocupación en barrio Estación Ferreyra, la represión alcanzó a varias de las familias e incluso a nuestra legisladora Soledad Díaz y al abogado Jorge Navarro. También continúan luchas como la de Gri Calviño y las autoconvocatorias en varios gremios (telefónicos, ferroviarios, metalúrgicos, etc.).

Esta disposición a la lucha frente al ajuste es lo que los ha hecho tratar de mechar con “buenas noticias”. Pero la realidad es más fuerte y obliga a los trabajadores a replantearse día a día por dónde avanzar. Los masivos actos del Partido Obrero que empezamos el 13 y 14 son un reflejo de ello.

El ajuste encarado, con sus consecuencias, solo puede ser enfrentado con una acción de lucha de los trabajadores, quebrando la complicidad de la burocracia sindical y rompiendo con la parálisis a la que someten a las organizaciones obrera. Levantamos el planteo de un paro nacional y un plan de lucha como una tarea central para unir a los trabajadores y quebrar el ajuste en defensa del salario, de las jubilaciones, del trabajo, de la vivienda y de todas las reivindicaciones pendientes.

Buen domingo.