Políticas

7/3/1996|484

Horacio Verbitsky, o ‘por algo se los llevaron’

Horacio Verbitsky, atacó, el domingo 25/2, las movilizaciones estudiantiles de La Plata, acusando a sus protagonista de no “discernir las diferencias entre 1976 (bajo la dictadura) y 1996” y de “reivindicar involuntariamente el 24 de marzo”.


Los dos demonios de Storani


Verbitsky ensalza en cambio a ‘Freddy’ Storani (ex presidente de la FUA y actual del bloque de diputados de la UCR), quien acusó a la extrema izquierda y a la represión policial de ser “dos pinzas de la misma tenaza que se cierne sobre aquellas universidades que el menemismo no puede controlar, con el propósito de presentarlas como ingobernables y favorecer su intervención”.


Como en 1974/6, se pretende responsabilizar a la resistencia de los trabajadores y estudiantes a los planes antiobreros y proimperialistas, por una hipotética intervención a las universidades. Aunque nadie demostró hasta ahora que una complacencia del pueblo con los verdugos lopezreguistas hubiera evitado el golpe de Videla (en realidad, éste se produjo ¡cuando la derrota popular era un hecho!), para los Verbitsky el arte de la política se reduce a aceptar morirse de hambre en democracia, o sea permitir que los objetivos imperialistas se impongan sin necesidad de golpes.


Verbitsky hace suya la teoría de ‘los dos demonios’, que esgrimió Videla durante todo su mandato. Es la misma de la que se vale el revisionismo histórico en Alemania (el peligro bolchevique) para justificar a un hitlerismo que, sin embargo, no reivindica. El arte de la hipocresía se ha refinado mucho últimamente.


A Verbitsky no le importa que el régimen menemista no pretenda intervenir las universidades, que están dirigidas por su socio pactista. El alfonsinismo está ejecutando los planes menemistas para la Universidad. La intervención es el pretexto del cobarde Storani para capitular ante la ley privatista.


Facismo en defensa de las instituciones


Verbitsky sale en defensa de las Asambleas Universitarias encargadas de adecuar los estatutos a la ley menemista, en nombre, claro, de la intangibilidad de las instituciones. Finge olvidar que todos los totalitarismos modernos se enseñorearon del Estado con el apoyo de estas instituciones (Videla con la Corte y los partidos). Repudia los ‘abrazos’ estudiantiles que intentaron impedir que se votara la ley universitaria. Ex oficial montonero, no ha abandonado sus costumbres, porque ahora exige que se defiendan a las instituciones del Estado contra las manifestaciones de rebelión (qué hubiera  preconizado Verbitsky contra el Santiagueñazo no lo sabemos, pero sus amigos del Frepaso y la UCR mandaron a la gendarmería con el cavallista Schiaretti).


En el caso de La Plata, era partidario de organizar una milicia de los decanos y la ‘conducción radical’ para romperles la cabeza a los jóvenes que pretendían impedir la realización de la Asamblea, es decir, una versión payasesca de la Liga Patriótica y de las S.A. Lamenta que la ‘milicia’ no hubiera visto la luz debido a “las divisiones internas en Franja Morada y a la actitud vergonzante del rector Lima”.


Verbitsky quiere demostrar que la Asamblea radical, sesionando bajo la custodia de los represores, era más sensata y realista que la acción de los apaleados. “La (asamblea) de La Plata decidió que no lo haría (adecuarse a una pretendida ‘hiperreglamentación’ de la ley menemista) y ratificó la gratuidad de la enseñanza”. Pero lo que aprobaron los radicales (con la ayuda de Piotti) en La Plata es la “venta de servicios a terceros” como fuente de financiamiento, es decir, la privatización universitaria; la restricción al ingreso; el arancelamiento de carreras y cursos de posgrado; el monopolio de la representación del claustro docente para los profesores titulares; etcétera. Es decir, siguió las orientaciones del Banco Mundial “de implementar los cambios en forma gradual logrando consenso en las reformas…” (Informe Nº 13835-AR).


Ocurre que Verbitsky es partidario liso y llano de la reforma menemista,  ya que defendió una Asamblea platense del año pasado, donde se votó aceptar “una línea de préstamos del Banco Mundial, administrados por el Fomec, un ente especial del Ministerio de Educación, para cursos de posgrado, becas para estudiantes en el exterior y retribución para profesores invitados… el Consejo superior entendía que era un aporte imprescindible para que la universidad pública pudiera competir con las privadas”. El problema para el ‘rana’ Verbitsky (y el rector radical Lima) es que había que “buscar la forma de endosar esa deuda al Estado nacional”.


El ex-montonero, devenido en defensor del orden y las instituciones, reclama que el Frente Grande discipline a sus bases estudiantiles para que hagan causa común con la Franja Morada radical, para aislar a la ‘extrema izquierda’.


Con Duhalde y la Federal


Verbitsky se opone a los que “consideran que la conducta policial… fue una advertencia deliberada contra quienes se oponen a la profundización del ajuste… Este razonamiento prescinde de las diferencias de intereses entre la administración nacional… y la provincial”. Es decir que Duhalde es ‘popular’, ‘hace obras’. Verbitsky es ‘perceptivo’: distingue a Menem de Videla, a Duhalde de Menem, a Storani de Duhalde y de Menem, a Verbitsky ‘monto’ del Verbitsky agente del demócrata Clinton; como dicen los franceses, “corta un pelo en cuatro”. Por medio de este pronunciamiento, lo que Verbitsky busca es que los oprimidos sean furgones de cola de algunos de los grupos que forman el bloque de la burguesía.


El periodista concluye que “la única explicación sería el descontrol de un aparato represivo que, a diferencia de la Policía Federal, carece de un cuerpo especializado para el control de disturbios urbanos”. Fueron también ‘disturbios urbanos’ el asesinato de Bulascio y la represión salvaje a la marcha 150 de los jubilados, por ejemplo, o la represión de Duhalde contra los trabajadores estatales concentrados frente a la legislatura, a fin de año, para protestar contra las leyes antiobreras, o los comandos Albatros usados para desalojar a los trabajadores del Astillero.


¿Cómo quiere Verbitsky  que sean los ‘cuerpos especializados’? ¿Como los que apalea el ‘primer mundo’ en Los Angeles?


El derecho a la rebelión contra la injusticia


Para Verbitsky “el mundo cambió” y ahora hay que cambiar a los menemistas (o a los ‘malos’ gobiernos) mediante los procedimientos democráticos. Pero esos ‘procedimientos’ están controlados por los Citibank, Boston, Techint, Macri, Fortabat y los capitanes de la industria. Ellos  controlan los procedimientos y los medios de la democracia: los diarios (bien debiera saberlo Verbitsky), las radios, la TV, la educación, la justicia.


Contra la prédica de los que se han vendido a las ‘instituciones’, se levantan quienes defienden los derechos democráticos y sociales de las masas trabajadoras contra un capitalismo en descomposición.