Políticas

9/12/1999|650

Ibarra pide ayuda a la iglesia para salvar su candidatura

La victoria de Ruckauf en la Provincia de Buenos Aires significó un duro golpe para la certeza de la Alianza de que ganaría las elecciones porteñas previstas para mediados del 2000. La Alianza teme, con razón, que a su candidato Aníbal Ibarra le pueda ocurrir lo mismo que a la Fernández Meijide el pasado 24 de octubre. El bloque del clero y la policía que, con Cavallo, viabilizó la victoria del PJ en la provincia, está dividido en la Capital entre Cavallo y Beliz. Pero como en las elecciones de la Capital rige el sistema de doble vuelta, el segundo turno podría acabar con las ilusiones de la Alianza y del Frepaso. En este caso, el escenario centroizquierdista del 24 de octubre se desplazaría aún más hacia la derecha y De la Rúa y los frepasistas se verían obligados a gobernar con un fuerte condicionamiento del ala más reaccionaria de la política argentina.


Al principio, los políticos aliancistas imaginaron que para superar el peligro de una derrota debían sacarle la candidatura a Ibarra para dársela a alguien de más confianza para el llamado establishment. Pero ahora ha aparecido otra variante, la de que el propio Ibarra arme un pacto con la derecha. Es así que Ibarra se acaba de reunir con Beliz “para evaluar la posibilidad de que uno apoye al otro en la segunda vuelta” (Página 12, 5/12). El propio Beliz dice que “percib(e) en sectores de la propia Alianza, que no le tienen confianza (a Ibarra), y un cierto nivel de duda que él mismo aparenta tener al no sentirse respaldado” (Página 12, 4/12).


Como en la película Zelig, de Woody Allen, al Frepaso le basta mirar a su adversario para adoptar su fisonomía.


Pero si arriba a semejante compromiso, Ibarra le habrá dado a los radicales la oportunidad de armar ellos mismos, con Beliz, un acuerdo de gobierno directamente y, con este acuerdo en la mano, sabotear la candidatura de Ibarra. Valiéndose del rechazo a Cavallo y a los programas que plantean la privatización indiscriminada de la salud y de la educación, Beliz está logrando el apoyo a su candidatura de sectores liberales como el peronista Tellerman o la radical Oyhanarte. El clero, como se ve, hace todas las alianzas que sean necesarias para que otros concurrentes capitalistas no le birlen negocios e influencias.


El carácter confesional de Beliz (es miembro del Opus Dei), ofrece una mayor garantía al clero que la candidatura ‘cosmopolita’ de Cavallo, que cuenta con el apoyo de los círculos financieros norteamericanos y de los que están ligados al fundamentalismo protestante. Cavallo es socio de Steve Forbes, un capitalista de los Fondos de Inversión norteamericanos que, en el Partido Republicano, milita en el ala de la derecha religiosa. El gobierno norteamericano acaba de proponer en forma sorpresiva que la educación sea tratada en las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio, para autorizar la radicación de universidades norteamericanas en el extranjero y también de institutos de capacitación docente. El planteo encuentra resistencias en el Banco Mundial, que advierte el peligro que entrañaría una desintegración de los sistemas educativos nacionales, y en el Vaticano, el cual ha logrado una injerencia educacional creciente en las naciones católicas. Así como están ligados por fuertes intereses comunes, todo esto demuestra que Cavallo y Beliz tienen otros tantos intereses que los enfrentan. Inspirado en el éxito de Ruckauf, Beliz se acaba de ir a Estados Unidos a estudiar la tolerancia cero, es decir el reforzamiento del aparato represivo que debe ser transferido a la Capital


La jefatura de la Capital es un botín altamente apreciado por razones diferentes a la política nacional. Es el centro de las principales operaciones especulativas, bancario-inmobiliarias, y se ha convertido en mercado turístico internacional. Las elecciones van a determinar el control del Banco Ciudad, que tanto el ahora ministro Rodríguez Giavarini como el presidente del banco, Chighizola, pretendieron privatizar (La Nación, 3/12). La banca extranjera es la principal interesada en la privatización y puede pensar que Ibarra no ofrece garantías de concretarla. Por lo tanto, un fuerte frente de intereses internacionales buscará sostener las candidaturas de Cavallo y Beliz, en detrimento de Ibarra y de la Alianza. Los apoyos en la segunda vuelta dependerán de cómo se posicionen los candidatos con relación a estos negociados.


De todo esto se desprende que, en el panorama eleccionario, hay, por un lado, dos candidaturas (Beliz y Cavallo) que representan a los grandes grupos financieros y confesionales y cuyo programa es convertir a la Capital en un paraíso de la especulación y del clericalismo. Y, por el otro lado, que la candidatura de Ibarra ha perdido toda característica de independencia de esos intereses, como que se encuentra negociando la declinación a favor de Beliz en el segundo turno.


La posibilidad de que se pueda romper este monopolio político de tres depende del grado en que los explotados se emancipen tanto de la Alianza como del clero. La Capital es el escenario de un vivo movimiento gremial y de luchas, a lo que se agrega su condición de caja de resonancia y de meta política de los movimientos y luchas en todo el país. Esto explica que se encuentre a la izquierda en el escenario nacional y a que la CTA tenga mayor presencia que en la mayor parte del país. Pero también alberga a una gran masa de explotados que carecen de una organización autónoma, que no despliega grandes movilizaciones y cuya organización está custodiada por el clero y los aparatos políticos, especialmente en la periferia y en las villas.


De aquí a las elecciones, las masas procesarán su experiencia con el gobierno nacional de la Alianza, una experiecia que puede, alternativamente, producir una radicalización política o un reforzamiento de los candidatos derechistas, que no ahorrarán para lograrlo el uso al máximo de la demagogia. Lo que está a la orden del día, por lo tanto, es la lucha por imprimir una dirección consecuente a la movilización popular de los próximos meses y aprovecharla para extender el movimiento a todos los sectores explotados, es decir a los más rezagados, y para organizar una vanguardia de ese movimiento.


Antes que definir una intervención electoral dentro de los marcos actuales dominados por la burguesía, se plantea la lucha por modificar el panorama político en el seno de las masas, por medio de la denuncia y de la movilización.