Políticas

20/1/2000|653

Ibarra ‘seduce’ al clero y al FMI

En la Capital, las principales corrientes políticas patronales están librando una dura batalla. ¿Su objetivo? De un lado, el control del preciado botín que significa un presupuesto de 3.300 millones de dólares y los grandes negocios, como los servicios privatizados, la especulación inmobiliaria y la privatización del Banco Ciudad. Del otro lado, ganar posiciones dentro de la gran coalición patronal que gobierna el país, o sea, de la que han formado la Alianza y los Ruckauf, Reutemann y De la Sota.


La persistente división entre Cavallo y Beliz, así como la crisis cada vez mayor en el peronismo, están expresando que el imperialismo y la patronal en general no ven conveniente desestabilizar la alianza entre la UCR y el Frepaso, como podría ocurrir si Ibarra perdiera. El Frepaso pretende, naturalmente, conservar esta preferencia de los capitalistas, para lo cual se pliega a fondo a sus exigencias, como lo demuestra la reforma laboral.


Los puntos en común entre los candidatos son muchos. La “tolerancia cero” de Beliz, Cavallo que recorre comisarías, e Ibarra contactando a la policía londinense, recuerdan la campaña electoral de Ruckauf y Patti. La incorporación de Castrilli a las filas de Beliz y de Borocotó, un simpatizante de Patti, a las de Cavallo, tienen el mismo sentido.


El ‘progresista’ Ibarra ni siquiera intenta ocultar su nuevo perfil reaccionario. “Un acuerdo con Beliz (acaba de decir) o con cualquier otra persona comprometida con la Ciudad obedece a una concepción, quiero encabezar un gobierno con un amplio respaldo…” (Página 12, 9/1). También, “Federico Storani proyecta proponerle a Beliz un acuerdo programático, una importante participación en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y un papel destacado en la administración nacional” (La Nación, 4/1).


La Alianza impulsa una reforma electoral para la Ciudad, que reduce a una tercera parte el número de candidatos que serán elegidos directamente en distrito único. Con esto, eleva del 1,5% al 5% el porcentaje de votos que se necesitan para consagrar un legislador. La reforma electoral, en todos los proyectos presentados, es reaccionaria; los otros dos tercios de los candidatos, a elegir por zonas, serán digitados por intereses capitalistas como inmobiliarias, empresas y comisarías.


El Partido Obrero intervendrá en estas elecciones con el objetivo primordial de levantar tribunas de denuncia y agitación con el fin de impulsar la lucha de conjunto de los trabajadores para que se retire la reforma laboral y se establezca un mínimo salarial de 600 pesos y la jornada de 8 horas, y para impulsar la huelga general por estas reivindicaciones y por el apoyo a la lucha de los trabajadores provinciales.