Políticas

19/2/2004|838

“Intereses de clase”

En defensa de los pulpos exportadores

La semana pasada pusimos de manifiesto, en estas páginas, que la posición del gobierno de Kirchner de proponer una quita del 75% de la deuda vieja obedecía al interés de la burguesía nacional de mantener devaluado el peso, lo que funciona como un subsidio a la exportación. Una mayor recaudación fiscal (para pagar la deuda) y un retiro mayor de pesos de la circulación (para comprar los dólares) para pagar esa deuda tiene como resultado una revaluación del peso, lo que afecta los superbeneficios de los exportadores.


El sábado pasado, La Nación compartió esta caracterización. Haciendo referencia "al sector empresarial más favorecido por la devaluación", el columnista de diario, Jorge Oviedo, dice que "estos mismos sectores…seguirán apoyando una poda lo mayor posible a (esa) deuda". Agrega que "esto lo hacen en defensa propia". ¿Por qué? Porque, según una "fuente calificada" del gobierno, dice, "mayores pagos por la deuda significarían o más impuestos para ellos o un dólar más barato: cualquiera de las dos alternativas los perjudicaría". Pero si tenemos en cuenta que un aumento de impuestos se aplicaría a los consumidores o se trasladaría al consumo, lo que queda en pie es que un mayor compromiso en el pago de la deuda y, por consiguiente, en un mayor superávit fiscal para pagarla, impactaría en una revaluación del peso frente al dólar. Es lo que admite expresamente el columnista cuando dice que "el otro camino sería lograr que el superávit fiscal alcance para comprar una mayor cantidad de dólares. El camino sería sencillo: dejar que el dólar se aprecie".


Lo que se desprende de todo esto es que la posición del gobierno frente a la deuda en default no tiene que ver con la defensa de los intereses nacionales, tomados en general, sino específicamente con los de los grandes pulpos vinculados a la exportación, donde los que más facturan son extranjeros (Dreyfuss y Cargill en agro, Repsol en petróleo, todos los de la minería; ‘nacionales’ serían Bunge y Born o General Deheza).


Esto mismo explica que el gobierno haya dejado salir del país más de 20.000 millones de dólares que habían ingresado como consecuencia del saldo favorable del comercio exterior en los últimos dos años. La hemorragia de divisas evita que ellas se devalúen frente al peso, o sea que evita que el peso se revalúe frente al dólar, lo cual reduciría la cantidad de pesos que los exportadores obtendrían por cada dólar que exportan. Un gobierno defensor del patrimonio nacional habría actuado de otra manera: habría centralizado la tenencia de los dólares en un fondo estatal de inversiones y habría destinado esos dólares a importaciones estratégicas para sustentar la independencia del país.