Políticas

17/6/2010|1133

Interna peronista: ¿los separa un “abismo”?

Según parece, el kirchnerismo se las arregló para hacer de la “reforma política” –y su interna abierta– su propia cuadratura del círculo. El régimen electoral de los “K” plantea que los partidos y las alianzas electorales elijan a sus candidatos a través de una votación abierta y simultánea. En ese caso, el PJ y sus diferentes aliados deberían consagrar a sus candidatos en una única interna. No se equivoca un periodista de La Nación al señalar que si, por ejemplo, Solá o Duhalde vencieran en esa hipotética interna única, “terminarían llevando en sus listas a D’Elía o Dante Gullo” (12/6) a partir de un reparto proporcional de candidaturas entre las diferentes fracciones. El cronista, incluso, no tiene en cuenta una eventual integración de Macri al universo peronista, tal como lo se lo reclaman De Narváez o Solá. Se comprende, a la luz de esa perspectiva, que la mayoría de los peronistas disidentes no quieran saber nada con esa “interna única”. Adicionalmente, todavía está por verse si los siete u ocho peronistas federales que se reunieron la semana pasada logran una “interna” para establecer entre ellos un candidato común. La pretensión de “compactar la política” o, en otras palabras, de remediar la desintegración de los partidos históricos de la burguesía con una reglamentación –en eso consiste “la reforma política”– podría terminar pasando a mejor vida.

Pero lo más significativo de este sainete pasa por otro lado. A pesar del “abismo que lo separa” de los Duhalde o De Nárvaez, el kirchnerismo está redoblando sus esfuerzos para marchar a una interna común con ellos. Las razones del empecinamiento son conocidas: el kirchnerismo quisiera servirse de la “interna” para neutralizar a los otros pejotistas y polarizar luego, en la elección general, con los Cobos, Alfonsín o Carrió. Según informan los diarios, los “K” fueron muy lejos en las ofertas a Duhalde, De Nárvaez y tutti quanti para una lista común, invitando incluso a los aliados de derecha de todos ellos: “que traigan al PRO, el partido federal, a quien quieran” (Clarín, 11/6). A despecho del “abismo”, hay una negociación en curso. A nadie se le escapa que las tratativas podrían pasar por recortar los dos extremos del arco pejotista: los transversales y centroizquierdistas “K”, por un lado, y los Macri, por el otro. Pero más allá de los candidatos o tendencias, las tratativas en torno de una sola “interna pejotista” plantean una cuestión de fondo: la posibilidad de un acuerdo de carácter estratégico, entre unos y otros, respecto de la orientación de un eventual gobierno “pejotista” a partir de 2011. Sólo en esas condiciones, los Duhalde o Solá podrían admitir concurrir en una lista con los K. Por lo pronto, el matrimonio oficial está dando las “señales” del caso, como lo demuestra la reapertura del canje de deuda, la pretensión de “volver a los mercados” o el pago “por ley” de la deuda con reservas, que recibió el apoyo de Duhalde. A ello, se suma la decisión de criminalizar la lucha de Gualeguaychú, una de las “banderas” represivas que enarbolan el peronismo federal y, en general, la oposición patronal.

Otra señal fuerte es el despido masivo de los papeleros de Massuh por parte de Moreno, entregando la planta “limpia” a la convocatoria del vaciador que antaño dirigiera la Unión Industrial.

A nadie se le escapa que una interna común del PJ debería superar múltiples contradicciones.

Principalmente, las disidencias que enfrentan a los lobbyes capitalistas y sus representantes políticos en el marco de la crisis mundial. Pero la aproximación “K”, aún en grado de tentativa, para con Duhalde, Reutemann y compañía, delata una orientación estratégica. Con la “reforma política” y las internas abiertas, los Kirchner han construido su propio cepo en torno de los intereses capitalistas y de sus voceros históricos. Los que creen ver en el kirchnerismo a la “encarnación de la nueva identidad popular” deberían tomar nota de estos dimes y diretes.