Políticas

13/8/2015|1376

Inundaciones en la provincia. Organizar a los damnificados


El problema de las inundaciones vuelve a azotar a diversos poblados de la provincia de Buenos Aires. Muertes, enfermedades, casas bajo agua, rutas cortadas, campos anegados, roturas de infraestructuras varias, son algunos de los problemas que aquejan a las poblaciones inundadas.


La recurrencia es tal que hemos tenido inundaciones casi todos las últimas dos décadas. La Plata en 2013 fue la que tuvo que lamentar la pérdida más significativa en muertes, 89 víctimas fatales. La de estos días en las cuencas de los ríos Areco, Luján, Matanza, Reconquista y otros se cobró la vida de un nene de 11 años.


¿Por qué se producen?


Es bien sabido que, si bien se está en los finales de un ciclo húmedo, las inundaciones también se pueden producir en un ciclo seco.


Las causas pueden ser por múltiples factores, pero a nivel más general, el cambio climático influye notablemente, pues el calentamiento que sufre el planeta lleva a que en determinadas regiones se profundicen las inundaciones y en otras las sequías; además, con el aditamento que las inundaciones puedan ser provocadas por precipitaciones muy intensas y en lugares con sequías, éstas sean más extensas.


En mucha mayor medida, sin embargo, las causales son más propias del lugar, de la región, que por razones planetarias. Y en ella están presentes la falta de planificación en los ambientes rurales, y mucho menos en los urbanos. Planificación rural que no sólo incluye la adopción de prácticas agronómicas sustentables, más rotaciones, menos agroquímicos, sino, y fundamentalmente, la realización de obras de infraestructura prediales que respondan a un plan agro hidrológico regional, y no a la práctica de uso y costumbre actual que es la realización de canales para sacarse el agua excedente y trasladar el problema aguas abajo a otras zonas, y que, finalmente, terminan desembocando en arroyos o ríos, incrementando enormemente su caudal y provocando rebalses, sobre todo en áreas urbanas que es donde encuentran más obstáculos en su avance.


En las zonas urbanas el problema es aún más conocido. La especulación inmobiliaria de los gobernantes de turno ha permitido la construcción de barrios o asentamientos en lugares inapropiados, propensos a inundarse por constituir lechos antiguos de arroyos o de lagunas.


La falta de planificación es total, las obras que puedan paliar estos problemas están ausentes o realizadas en un 10 o 15% de lo necesario.


¿Se podrían prever?


Es totalmente falso que no se puedan realizar tareas de prevención. Mejor dicho, es imposible que los gobernantes actuales, que defienden los grandes intereses inmobiliarios urbanos y a los sectores de la gran producción en el campo, vayan a realizar obras o propongan medidas que prevean estas catástrofes.


Corresponde movilizarse por la agenda de los que sufren las inundaciones, en todos los terrenos. Organizando, en primer lugar, con los métodos de las asambleas barriales, la realización de congresos de vecinos y trabajadores afectados que plantee un nuevo ordenamiento urbano al servicio de sus intereses. Basta de asentamientos precarios donde viven miles de bonaerenses, por un plan de urbanización y de viviendas ya. Llevemos estos reclamos a los concejos deliberantes, a la Legislatura provincial y al Congreso Nacional, exigiendo el pago de los resarcimientos por las pérdidas sufridas; la relocalización de obras y viviendas, el cese de las canalizaciones de los predios rurales, la realización de planes hídricos que planifiquen el crecimiento urbano hacia zonas sin peligro potencial de inundarse.


Es la tarea de la hora en la provincia.