Cultura

28/8/2008|1052

Santa Fé: IX Encuentro Nacional de Murgas

Miles de murgueros coparon Suardi

Del 16 al 18 de agosto tuvo lugar en Suardi (una pequeña localidad del norte santafesino) el IX Encuentro Nacional de Murgas. Participaron alrededor de 2.000 murgueros del Movimiento Nacional de Murgas, provenientes de más de cien comparsas de todo el país, que se organizaron para viajar desde las provincias de Buenos Aires, Mendoza, Córdoba, Jujuy, Entre Ríos, varias ciudades santafesinas y también desde la Patagonia (Clarín, 18/8).

Quizás uno de los datos más importantes del encuentro haya sido su composición social: jóvenes trabajadores, estudiantes y de los barrios con un promedio de edad entre los veinte y los treinta años. Significa que una nueva generación de murgueros ha tomado en sus manos los estandartes del carnaval y de la cultura popular y ha comenzado a andar su propio camino.

La murga: un espacio en disputa

En los últimos años, y particularmente de la rebelión popular de 2001, las murgas se han ido recomponiendo de lo que, durante el período de la última dictadura militar, había sido prácticamente su desaparición como género popular. Se estima que hoy en día las murgas agrupan a más de 20.000 personas.

En los barrios, las murgas ofrecen un canal de expresión para los vecinos y compiten con las otras opciones que el sistema organiza para sus ratos libres: la Iglesia, la televisión, las drogas. En oposición a la degradación y a la descomposición social capitalista, muchas veces las murgas funcionan como un espacio de expresión cultural, confraternización, organización y lucha. De esto pueden dar cuenta los pibes del Polo, que a través de los proyectos adolescentes organizan comparsas a lo largo de todo el país.

Sin embargo, la murga no es nada por sí misma y como todo está influida por las contradicciones de su medio social. Muchas veces están lejos de ser un canal liberador. Es lo que pasa en Capital Federal con las murgas “tradicionales” manejadas por los “viejos” punteros políticos y por las barras bravas, que viven del financiamiento de la caja municipal.

Esta alianza está al servicio de la comercialización del carnaval porteño y de su transformación en un espectáculo ordenado e inofensivo. El presupuesto para el carnaval se distribuye según una “evaluación” que, entre otros puntos, juzga el contenido de las letras de las canciones, a partir de los criterios de un “jurado”, claramente influido por los gobiernos municipales. Se busca doblegar el carácter históricamente rebelde, callejero, desenfrenado y contestatario del carnaval.

En oposición a todo esto que se levanta la “nueva” generación de Suardi.

Límites

La convocatoria, sin embargo, no fue aprovechada en su potencialidad. Si bien las murgas sufren todos los días la censura y la represión del Estado (particularmente en el conurbano bonaerense donde las condiciones distan mucho de las de Capital), los organizadores del Encuentro no se propusieron nunca el diseño de un plan de lucha para terminar con la regimentación y la represión. Si bien muchas murgas expresaron en sus canciones el repudio a los dos bandos capitalistas en disputa en la crisis nacional, eso no fue aprovechado para impulsar un pronunciamiento independiente, y ni siquiera se promovió el debate.

Los pocos espacios deliberativos fueron utilizados para tratar de explicar que la risa era un factor revolucionario porque al hermanar a los trabajadores con sus patrones superaba las contradicciones de la sociedad clasista. Esta curiosidad partía de algunas murgas que se autofinancian en condiciones muy duras porque “no quieren tener ningún contacto con el dinero del gobierno burgués”.

Conclusión

El Encuentro resolvió, de todas formas, algunas movilizaciones que es importante defender (particularmente la marcha carnavalera de diciembre en La Plata), para seguir luchando por la organización sindical de las murgas, de forma independiente del Estado, para luchar por el regreso del feriado nacional de carnaval para todos los trabajadores (eliminado por la dictadura), para que el Estado financie la realización de corsos gratuitos en todo el país, por el control murguero del presupuesto, por la absoluta libertad para la creación artística y para la denuncia política, por la gestión murguera (y no empresarial, como ocurre en Capital) del carnaval y para terminar con la represión a las murgas.

Esto sólo será viable en la medida en que luchemos de conjunto por otra alternativa política, obrera y socialista, para el país y para el mundo. Como escribieron alguna vez André Breton y León Trotsky: “He aquí lo que queremos: la independencia del arte para la revolución, la revolución para la liberación definitiva del arte.”