Kicillof y la democratización de la palabra

LEY DE MEDIOS

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El jueves 20 de marzo, el ministro Kicillof sorprendió presentándose como representante de las acciones del Estado (9%) en la asamblea de accionistas del grupo Clarín, que comenzó a dar tratamiento a la implementación del plan de adecuación aprobado por el AFSCA. El propósito era reclamar que la adecuación fuera implementada por la asamblea de accionistas y no por el directorio. No obstante, votó el curso de acción con el resto de los accionistas.

Lo que está en juego

La desconcentración del grupo Clarín derivaría en una división entre testaferros, lo que fue advertido por muchos, como lo que planea el grupo Vila-Manzano. Cablevisión -que concentra el 70% de la facturación del grupo- pasaría a manos de los hijos de Magnetto o de Noble.
David Martínez -dueño del fondo buitre Fintech- es accionista del 40% de Cablevisión, pero también posee acciones de Telecom. “Deivid” tendría todo cerrado con Ralph Booth, del fondo de inversión Fontinalis, para que acerque una oferta jugosa por Cablevisión de 4.000 millones de dólares. Ralph Booth es, a su vez, propietario del 9% de las acciones del grupo Clarín. Booth había ingresado al grupo Clarín en 1999, junto con Goldman Sachs. He aquí la preocupación de Kicillof por la asamblea de accionistas.

La cruzada por la “democratización de la palabra” se perfila como el apoyo al copamiento de los medios por los fondos buitres, que son precisamente la plataforma de operaciones K en esta nueva etapa de reendeudamiento.


Julián Morcillo