Kirchner-Bush
Se ha formado una pareja
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La celebración de la victoria de Bush, por parte de Kirchner, culminó una escalada de manifestaciones de apoyo de su administración al norteamericano que había tenido lugar durante la campaña electoral.
Bielsa, el canciller, en varias ocasiones declaró su preferencia por el masacrador de Irak.
Para disipar cualquier duda, acaba de acoplarse a los festejos la esposa del presidente, la “amazona” de los nac. & pop., que ha pedido un “ejercicio de liderazgo” al gobierno re-electo de Estados Unidos.
Tenemos, entonces, a un gobierno “nacional y popular” que apoya a la derecha norteamericana y a un gobierno que no esconde su política de imponer “la democracia” a sangre y fuego.
Los izquierdistas que apoyan a Kirchner no se han siquiera notificado de la novedad.
El apoyo al yanqui no cae, claro, del cielo.
A mediados del 2001, la derecha republicana hizo conocer con claridad que se oponía a la continuación de la convertibilidad y que abogaba por la devaluación y la pesificación.
Los duhaldistas comenzaron a reunirse con los republicanos Calomiris y Meltzer para organizar el zarpazo.
La administración Bush no quería ningún salvataje de la economía argentina por la vía tradicional de un crédito internacional para respaldar la devaluación.
El desenlace de la crisis argentina no debía tener un “costo fiscal”, sino un “costo social”; una devaluación sin anestesia.
Este planteo forjó la alianza de la burguesía argentina y el imperialismo yanqui -de la cual habló tanto este periódico a finales del 2001 y principios del 2002.
Además de esta concordancia, sin embargo, había otra: la burguesía “nacional” encabezada por Techint es partidaria del Alca, a lo cual se opone la burguesía brasileña.
Bush valora este hecho extremadamente.
Las ‘tensiones’ de Argentina con Brasil son funcionales a los planteos yanquis.
Techint ve en un ingreso en gran escala al mercado norteamericano su tabla de salvación frente a la competencia terminal de las siderúrgicas brasileñas que controla el capital europeo.
La francesa Arcelor, que controla a las siderúrgicas Tubarao y Belgo Mineira (esta última se ha quedado con Acindar), amenaza con acabar con Techint.
Estas combinaciones explican el apoyo de Bush a la Argentina en el FMI -que siempre fue un reflejo de la pelea yanqui-europea-, y el apoyo de Kirchner al criminal Bush.
Kirchner manda tropas a Haití y los yanquis le dan un puesto a Kirchner en el Consejo de Seguridad.
Todo esto, claro, bajo la batuta del más progresista de los progres, Bielsa.
A los iraquíes les queda el consuelo de un Museo de la Memoria -para dentro de cien años.