Políticas

11/11/2004|876

Kirchner-Bush

Se ha formado una pareja

La celebración de la victoria de Bush, por parte de Kirchner, culminó una escalada de manifestaciones de apoyo de su administración al norteamericano que había tenido lugar durante la campaña electoral.


Bielsa, el canciller, en varias oca­siones declaró su preferencia por el masacrador de Irak.


Para disipar cualquier duda, aca­ba de acoplarse a los festejos la espo­sa del presidente, la “amazona” de los nac. & pop., que ha pedido un “ejer­cicio de liderazgo” al gobierno re-elec­to de Estados Unidos.


Tenemos, entonces, a un gobierno “nacional y popular” que apoya a la de­recha norteamericana y a un gobierno que no esconde su política de imponer “la democracia” a sangre y fuego.


Los izquierdistas que apoyan a Kirchner no se han siquiera notifica­do de la novedad.


El apoyo al yanqui no cae, claro, del cielo.


A mediados del 2001, la derecha republicana hizo conocer con claridad que se oponía a la continuación de la convertibilidad y que abogaba por la devaluación y la pesificación.


Los duhaldistas comenzaron a reunirse con los republicanos Calomiris y Meltzer para organizar el zar­pazo.


La administración Bush no quería ningún salvataje de la economía ar­gentina por la vía tradicional de un crédito internacional para respaldar la devaluación.


El desenlace de la crisis argentina no debía tener un “costo fiscal”, sino un “costo social”; una devaluación sin anestesia.


Este planteo forjó la alianza de la burguesía argentina y el imperialis­mo yanqui -de la cual habló tanto es­te periódico a finales del 2001 y prin­cipios del 2002.


Además de esta concordancia, sin embargo, había otra: la burguesía “nacional” encabezada por Techint es partidaria del Alca, a lo cual se opo­ne la burguesía brasileña.


Bush valora este hecho extrema­damente.


Las ‘tensiones’ de Argentina con Brasil son funcionales a los planteos yanquis.


Techint ve en un ingreso en gran escala al mercado norteamericano su tabla de salvación frente a la compe­tencia terminal de las siderúrgicas brasileñas que controla el capital eu­ropeo.


La francesa Arcelor, que controla a las siderúrgicas Tubarao y Belgo Mineira (esta última se ha quedado con Acindar), amenaza con acabar con Techint.


Estas combinaciones explican el apoyo de Bush a la Argentina en el FMI -que siempre fue un reflejo de la pelea yanqui-europea-, y el apoyo de Kirchner al criminal Bush.


Kirchner manda tropas a Haití y los yanquis le dan un puesto a Kirch­ner en el Consejo de Seguridad.


Todo esto, claro, bajo la batuta del más progresista de los progres, Biel­sa.


A los iraquíes les queda el consue­lo de un Museo de la Memoria -para dentro de cien años.