Políticas

4/8/2008|890

Kirchner contra Bolivia


Es imposible engañarse.


 


En Bolivia se encuentra en ejecución un golpe de los pulpos internacionales del petróleo y el gas.


 


No aceptan pagar regalías del 50% ni de ninguna clase –porque siempre falsifican la producción real que extraen.


 


Un golpe de Repsol, de Petrobrás, Panamerican Energy, de Exxon, de Conoco-Phillips.


 


El presidente Mesa condicionó su continuidad en el cargo a que el Congreso votara lo que reclaman esas petroleras.


 


También la condicionó a que no se lo obligara a rescindir el contrato usurero con Aguas del Illimani, propiedad de la francesa Suez.


 


La misma que tiene el paquete mayoritario de acciones de Aguas Argentinas.


 


Lula, Kirchner y Tabaré Vázquez se movilizaron para defender a Mesa y a las petroleras, incluso cuando el precio del petróleo se encuentra a 54 dólares el barril.


 


Bush no podía haber encontrado mejores servidores.


 


El apoyo de Kirchner al pulpo del servicio de aguas, Suez, es el testimonio de una bancarrota moral y política.


 


Los explotados de Bolivia ni siquiera reclamaban la nacionalización de sus recursos, a la que tienen derecho.


 


En el Altiplano ha quedado hecho trizas el nacionalismo, progresismo e izquierdismo del político ‘popular’ de medio pelo de América Latina.


 


No debe sorprender, sin embargo, porque actúan así según sus intereses de clase.


 


No sólo valoran en Mesa la defensa de los pulpos que hacen caja para los políticos latinoamericanos; también valoran que llame a la movilización callejera contra los bloqueos y los piqueteros.


 


Pero los bloqueos y los piqueteros son el recurso de la nación boliviana contra la entrega: hoy del gas y el petróleo, ayer del cobre y el estaño; mucho antes de la plata y el oro, siempre exterminando al trabajador indígena.


 


El nacionalismo latinoamericano, que debutó como antiimperialista, pone al desnudo su característica fascista cuando las masas escapan a su control.


 


Sólo es popular cuando tutela.


 


Trabajadores argentinos, recojamos la advertencia que viene de Bolivia.