Políticas

4/11/2010|1153

Kirchner, en los ’70 y ’80

-Exclusivo de internet

Río Gallegos era poco más que un pueblo de unos 6 mil habitantes en febrero de 1950, cuando ahí nació Néstor Carlos Kirchner. Descendía de una familia de comerciantes radicados en esa zona en los años veinte. El primer Carlos Kirchner patagónico figura en los registros de aportantes de dinero para el armado de la “guardia blanca” que tomó parte en la represión de 1921.

Al empezar los ’70 -Néstor, como otros jóvenes de clase media acomodada del interior-, llegó a La Plata para estudiar Derecho. A partir de ese momento, su actividad política no es fácil de seguir. Se sabe que se integró en la Juventud Peronista, organizadora de la Federación Universitaria para la Revolución Nacional (FURN), pero todo indica que había dejado de militar a mediados de 1973, cuando la FURN se unió al Frente de Agrupaciones Eva Perón (FAEV). El FAEV estaba orientado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), que muy poco antes se habían definido por el peronismo y en octubre de ese año se fusionarían con Montoneros.

Alguna vez, Kirchner se incluyó a sí mismo, en declaraciones radiales, entre los fundadores de la JUP platense. Sin embargo, Rafael Flores, miembro de la mesa de conducción de aquel agrupamiento y encargado entonces de dar a conocer la fusión de la FURN con la FAEV, niega terminantemente que Kirchner haya estado ahí. Los sobrevivientes de lo que fuera la Regional 7 de la JP, en La Plata, no recuerdan haberlo visto sino muy ocasionalmente.

En una entrevista con el periodista Alfredo Leuco, por Radio del Plata, Kirchner dijo que cayó preso en 1974, cuando la derecha peronista derrocó al gobernador santacruceño Jorge Cepernic, afín a Montoneros. Sin embargo, Daniel Gatti, uno de los biógrafos no autorizados del ex presidente, dice: “Ni las crónicas periodísticas, ni los trabajos de investigación de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, que tratan temas como la participación de la juventud en los años ’70 y comentan la militancia juvenil peronista previa y posterior a la intervención contra el gobernador Cepernic, dan cuenta de la militancia o de la cárcel que se adjudica”.

La única detención registrada de Kircher es inmediatamente posterior al golpe de 1976 y fue ordenada por el coronel Alberto Calloni, jefe de área y primer responsable de la dictadura militar en Santa Cruz. Según el testimonio de Flores, Kirchner fue interrogado por Calloni en persona, sin esposas ni capuchas. En todo momento, el militar lo trató de “doctor”, le preguntó por la movilización del 25 de mayo de 1973 y, sin más, lo dejó en libertad tres días después. Quizá contribuyó a ese buen trato la influencia de su tía Ángela, asesora de la dictadura en Santa Cruz y después dirigente radical.

Un dato interesante: mientras fue intendente de Río Gallegos y después gobernador de Santa Cruz, Kirchner nunca reivindicó su supuesto pasado “setentista”. Cuando el Argentinazo generó la crisis política que terminó por conducirlo a la presidencia de la Nación, entonces sí, Kirchner creyó conveniente recoger la mística de aquellos años y, simplemente, se inventó un pasado.

Después de aquel incidente con el coronel Calloni, Kirchner, ya casado con la actual Presidenta, abrió un estudio de abogado en Río Gallegos, en la calle 25 de Mayo 264, seguro de que ya nadie lo molestaría. Asesoró comercios y fue apoderado de empresas. Además, fue gestor de cobros y recuperos; es decir, encargado de ejecutar desde televisores hasta heladeras y pianos cuyas cuotas estuvieran impagas. Un vecino de Gallegos, Henry Olaf Aaset, a quien sus amigos llaman “Pilín”, tiene entre sus recuerdos de niñez el haber visto cómo un oficial de justicia, bajo la batuta de Kirchner, se llevaba un televisor de su casa.

En esa época, el gran salto económico de los Kirchner se produjo cuando Domingo Cavallo, desde la presidencia del Banco Central, dictó la Circular 1050, que indexó las cuotas hipotecarias y las volvió impagables. Asociado con la financiera Finsud, Kirchner fue el terror de los propietarios despojados y, gracias a esa 1050, compró 21 de las propiedades que hoy figuran en su declaración jurada.

Durante un lustro, la actividad política de los Kirchner quedó en suspenso. Sólo en 1982, cuando después de Malvinas la retirada de la dictadura se hacía inevitable, Kirchner se asomó a la interna peronista y, al año siguiente, fue nombrado presidente de la Caja de Previsión Social de Río Gallegos. En junio de 1984, el gobernador peronista Arturo Puricelli lo echó de ese cargo, en medio de una disputa muy dura sobre los manejos financieros de la ciudad. No obstante, ese año en la Caja le alcanzó a Kirchner para anudar el entretejido de relaciones políticas que le permitirían postular su candidatura a intendente en 1986 y ganar la intendencia al año siguiente.

Ya en la gobernación, a partir de 1991, respaldó decididamente la gestión de Carlos Menem y los diputados que le respondían votaron a favor de las privatizaciones de aquel gobierno, incluida la de YPF. Al mismo tiempo, instauró en la provincia una suerte de dictadura civil y comenzó allí esa “tercerización” del aparato represivo con la organización de patotas, como la que en 2002 reprimió los cacerolazos en Río Gallegos. En el grupo represor había varios funcionarios del gobierno, como el gerente de Servicios Públicos, José Luis Gómez, y hasta el ex chofer de Kirchner, y luego poderoso empresario, Rudy Ulloa.

Kirchner sólo comenzó a distanciarse de Menem a partir de 1998, cuando el entonces presidente decidió buscar una nueva reelección. Fue entonces cuando Kirchner se alineó con Eduardo Duhalde para frenar ese intento menemista. Esto es: su pase a la oposición a Menem fue parte de una interna, de una lucha entre camarillas en el PJ, de manera alguna una perspectiva política distinta.

Producto de esa misma interna se transformó, en 2002, en el candidato de Duhalde a la presidencia. Claro que entonces ya había ocurrido el Argentinazo y la lucha de camarillas quedaba supeditada a la gran tarea de la burguesía: recomponer la autoridad del Estado, golpeada y maltrecha por la sublevación popular.