Políticas

17/5/2012|1222

Kirchner-Macri contra los trabajadores de la Ciudad

Los choques entre el gobierno nacional y el de la Ciudad se reducen a ver quién paga el costo político de aplicar un duro ajuste. Lo que divide a los adversarios es lo que tienen en común: fuertes necesidades de caja, que se agravan día a día. El gobierno de la Ciudad carece del recurso de la emisión monetaria o el de manotear los fondos de la Anses.


La cuestión del subte es ejemplar: el acuerdo de traspaso fracasó cuando vieron que los costos eran impagables y cuando quedó claro que sería seguido por los colectivos, la basura y otros servicios. Las paritarias ponen todo al rojo vivo, porque de algún lado tendrá que venir la plata para pagar el aumento salarial. Un aumento de tarifas para financiar la paritaria del subte llevaría a un tarifazo del conjunto del transporte público. El gobierno nacional ha cubierto con más subsidios el aumento salarial del 18 por ciento firmado por la UTA.


La pelea por la caja se ha desplazado a los depósitos judiciales, a partir de una orden judicial que los transfiere del Banco Ciudad al Nación. El asunto se puso tan mal que incluso los diputados K Jorge Yoma y Carlos Heller lo han descrito como un despropósito, que podría llevar a una corrida bancaria.


El ajuste lo sufren también los docentes de la Ciudad y otro tanto ocurre con los empleados públicos. En ninguno de los dos casos el aumento alcanza siquiera el 20 por ciento. El ajuste está afectando seriamente el funcionamiento de los hospitales de la Ciudad: en el Alvarez, las obras para recomponer los daños del incendio no han comenzado; en el Borda, la falta de gas ha dado lugar a una fuerte crisis y otro tanto ocurre en el Muñiz.


La disputa por quién aplica el ajuste abarca también la cuestión de la seguridad. El gobierno nacional pretende que su costo lo asuma Macri. Lo mismo ocurre con el asunto del destino final de la basura.


Con relación a la basura, la pelea entre ambos gobiernos también es por los montos que paga la Ciudad por enterrar la basura en la provincia.


Es claro que los choques entre el kirchnerismo y el macrismo no están motivados por sus diferencias ideológicas, sino que están determinados por el derrumbe fiscal y por el propósito de ambos de que el ajuste lo pague el pueblo.


Las direcciones sindicales kirchneristas se han sumado al oficialismo nacional -o sea al ajuste nacional y popular que quieren ejecutar por medio de Macri. Es lo que ocurre con la UTE (docentes), que ha dejado pasar los cierres de cursos, y con los gremios estatales que, en mayor o menor medida, responden al aparato kirchnerista. En el caso del sindicato del Subte, la cosa es más grave aún, pues la dirección encabezada por Pianelli se ha sumado a la campaña para que "Macri se haga cargo del subte" y ha relegado la paritaria del sindicato, que los K han entregado a la UTA. En lugar de preparar una huelga general para destrabar la paritaria e imponer el reconocimiento de la AGTSyP como única representación gremial de los trabajadores del Subte, la directiva pianellista ha puesto su prioridad en actuar como chirolita de las diatribas del ajustador nacional.


Los trabajadores de la Ciudad deben enfrentar esta crisis política desde el punto de vista de sus intereses y su perspectiva. La consigna de que "los sindicatos rompan con el gobierno" y defiendan los reclamos en las paritarias, por medio de un plan de lucha, es fundamental. Pone al desnudo que el impasse de la masa laboral es la expresión del seguidismo de los burócratas grandes y pequeños a los gobiernos capitalistas.