Políticas

20/12/2012|1253

La agenda de 2013: la batalla política de la izquierda

A medida que se acercaba el miércoles 19, el acto convocado por Moyano, Micheli y Barrionuevo en la Plaza de Mayo fue reforzando las características reaccionarias que hemos señalado desde estas páginas. Los "preparativos" para el 19 no se concentraron en las fábricas o en las asambleas sindicales. En cambio, los organizadores redoblaron sus contactos con los dirigentes de la oposición patronal. En lugar de anunciar un plan de lucha para defender las paritarias del tope que pretende imponer el gobierno, Moyano ‘lo corrió' con el pseudo desafío de que "gobierne por decreto". Las centrales opositoras se han convertido en los fogoneros más activos de un frente opositor al kirchnerismo, que abarca desde el PRO hasta Proyecto Sur. La militancia moyanista por el acto incluyó los encuentros con Alfonsín y Lavagna, quien oficia como vocero de la burguesía -desde Techint a Clarín y las automotrices y sojeros. El ‘pliego de reivindicaciones' del ex candidato radical y ex ministro kirchnerista plantea, por partida doble, una devaluación y la definitiva libertad de tarifas.


Facundo Moyano se reunió con Scioli, De Narváez y varios diputados pejotistas, a dos días de la marcha del 19. Pactaron un ‘interbloque' bonaerense para protegerse de las embestidas de Mariotto y de La Cámpora. Pero, al mismo tiempo, Scioli aceptaría consensuar una lista de diputados nacionales con Cristina, con la pretensión de obtener, a cambio, una mayoría en la lista de legisladores provinciales. O sea que se mueve en todas las direcciones, incluida la disputa por la herencia de los K. El tironeo por las ‘pilchas que vas a dejar' (como decía Discépolo) se ha instalado con mucha antelación al año 2015. Moyano llamó en estos días a "cerrar el ciclo del kirchnerismo", pero para darle la llave de la puerta a los enemigos de los trabajadores. Este rumbo derechista estaba anunciado en los acuerdos con la CGT de Barrionuevo.


Los organizadores llamaron a los caceroleros a la marcha del 19, pero no para sumarlos a las reivindicaciones obreras, sino como enviados de los mismos opositores derechistas que se pusieron, políticamente, al frente de los cacerolazos del 13S y el 8N.


Subte


A pocas horas -y metros- de la marcha del 19, los obreros y delegados del subterráneo estarán librando una lucha tenaz contra la ley con la que el macrismo quiere establecer el traspaso del servicio a la Ciudad. El ‘traspaso' es, por un lado, la envoltura de un tarifazo en el transporte y de enormes negociados vinculados con su financiamiento y, por otro lado, una agresión a las conquistas de sus trabajadores. Los organizadores de la marcha del 19 le han dado la espalda a la lucha de los metrodelegados -algo que vale, en particular, para la CTA de Micheli. En cambio, sí se han preocupado por atraer a la marcha a las huestes del puntero Ritondo, el vicepresidente macrista de la Legislatura porteña. Esto es algo que no puede sorprender, si se tiene en cuenta que el arco que apoyó este traspaso reaccionario -impulsado por el kirchnerismo- va desde Macri hasta Proyecto Sur. Los de Solanas, a su turno, acaban de votar junto al PRO el tarifazo del ABL en la Ciudad, avalando así los verdaderos presupuestos del Estado porteño (Banco Ciudad, tierras públicas) y su manejo sin control por parte del gobierno PRO. En la Ciudad de Buenos Aires, escenario de la marcha del 19, se ha puesto de manifiesto el contenido nefasto de las ‘salidas' que, de centroizquierda a centroderecha, fogonean los dirigentes de las tres centrales opositoras.


Confiscación política


La marcha del 19 transcurrirá después de un año signado por la primera huelga general contra el gobierno K, manifestaciones y enormes expresiones de insatisfacción popular. El gobierno ha buscado gambetear el ‘rodrigazo', pero con el impuesto al salario (que se aplicaría también ¡a las indemnizaciones por despido!), con la restricción sistemática de las asignaciones familiares, la inflación galopante y con el aumento de la desocupación y de la subocupación. En medio de los anuncios oficiales de "viviendas para todos", la construcción acumuló 30.000 puestos de trabajo perdidos a lo largo del año. Ahora, el gobierno condiciona una reducción del mínimo imponible a ganancias a la aceptación de un tope a las paritarias. La burocracia sindical -que acompañó al kirchnerismo durante una década- se ha fracturado al calor de esta crisis. El clasismo y la izquierda han reforzado su intervención.


La burocracia sindical interviene con el propósito de contener la reacción obrera contra el ‘modelo' y bloquear una unión entre el movimiento obrero que lucha con la izquierda auténtica. La ‘reconstrucción del peronismo' -la consigna levantada por Moyano- es una salida con los De la Sota, Macri, Barrionuevo y Scioli.


Los organizadores de la marcha han puesto sobre la mesa la tentativa de copar políticamente el movimiento popular, sin disimulos. Quieren pasar a jugar directamente en los armados electorales de 2013. A pocas horas de la marcha, trascendieron disidencias entre la CGT y la CTA: los partidarios de Lozano y De Gennaro en la CTA reclaman dar por finalizados los acuerdos con Moyano, para pasar a disputar un lugar en las listas del FAP de Binner (el mismo que dijo que "no reconocía fronteras programáticas ni con Macri"). A su turno, Moyano ha obtenido una personería electoral, que colocará al servicio de ‘colar' dirigentes en las listas opositoras.


Nuestra política


El Partido Obrero lucha contra esta tentativa de copamiento político de la clase obrera y del movimiento popular, así como por la fusión de este movimiento con la izquierda revolucionaria. Es una batalla política, que la propia burocracia sindical se ha encargado de marcar. La responsabilidad por esta batalla política es del Frente de Izquierda. Unimos la exigencia combativa de un plan de lucha y de un paro de 36 horas a la batalla por una alternativa política de los trabajadores. Con el mismo propósito estratégico, estaremos en las calles este jueves 20, junto a una parte de la izquierda, para reivindicar al Argentinazo. Su tarea inconclusa -unir a la rebelión popular con el programa y la organización de la izquierda revolucionaria- es la gran cuestión que debe crecer a pasos de gigante en 2013.