Políticas

3/3/2022

Deuda externa

La ampliación del swap con China, o el camino de endeudamiento eterno

Ni "multilateralismo" ni "estabilidad cambiaria".

Foto: prensa Presidencia.

Alberto Fernández informó en su discurso de apertura de sesiones del Congreso que se había concretado la ampliación de swap, ese mecanismo contable que explica más de la mitad de las reservas internacionales del Banco Central pero cuya utilización es compleja, ya que se trata de una cuenta en yuanes con intereses y que requiere previa autorización del gobierno chino. Según lo anunciado, llegaría ahora al equivalente a 23.000 millones de dólares en total, y contaría con aval para cubrir gran parte del déficit comercial y pago de deudas con el gigante asiático.

La versión oficial es que la ampliación del swap vendría de la mano de la intención de saldar la mitad del saldo negativo del intercambio comercial con China, que en 2021 cerró por encima de los 7.300 millones de dólares. También serviría para cancelar los pagos de deuda provenientes de proyectos de infraestructura como las represas hidroeléctricas de Santa Cruz, o la anunciada construcción de la central nuclear Atucha III -inversiones con una tasa usuraria del 7% anual. Es un recurso que permitiría contener la fuga de divisas, en vistas a cumplir con los compromisos con el FMI. Lo cierto es que cada yuan que se usa debe devolverse con un interés, y la aprobación no es ni de lejos automática.

La utilización de los yuanes requiere un complejo procedimiento administrativo y debe contar con luz verde desde el Banco Popular de China. Esto no es “multilateralismo”, como sostiene el presidente, y mucho menos una menor dependencia del FMI. Más bien en términos concretos significa que el usufructo del swap también estará condicionado, en parte, a las revisiones trimestrales del Fondo sobre la política económica del país.

Como fuera, si esto se concreta tendríamos una importante emisión de deuda externa para financiar la balanza de pagos con China, que se suma a los créditos que el gobierno está tomando con el Banco Mundial y otros organismos multilaterales, además del nuevo programa fondomonetarista que incluye el pago de sobretasa (1.600 millones de dólares anuales que se seguirán pagando cada tres meses por, al menos, doce años) además de los 45.000 millones que vencen. La gestión del Frente de Todos tiene poco que envidiarle al “endeudamiento irresponsable” del período macrista, y promete terminar igualmente en otro default.

Más aún, el Tesoro va a emitir 4.000 millones de dólares en bonos a medida para que los gigantes fondos de inversión Pimco y Templeton puedan finalmente fugar sus capitales especulativos del país, tras haber quedado “atrapados” en bonos en pesos cuando estalló la bicicleta financiera macrista. Con el pretexto de evitar una presión cambiaria, le regalaría los dólares a precio oficial en lugar de al contado con liqui (Infobae, 1/3); un negoción. El pacto con el FMI incluye el rescate de hasta el último centavo del capital financiero internacional que lucró con Argentina.

Por lo demás, esta orientación es la antítesis del desarrollo y la soberanía nacional. Según sostuvieron funcionarios del Banco Central, “la idea es simplificar la parte administrativa para que los privados puedan usarlo. Apuntamos a que la operatoria se haga a través del banco ICBC” (Ámbito Financiero, 3/3). Es el reflejo de la entrega absoluta del comercio exterior, en este caso podríamos tener toda una cadena de valor en manos de capitales chinos: la soja que exporta desde sus puertos privados Cofco, y se produce con semillas y agrotóxicos de Syngenta, realizaría sus operaciones comerciales mediante ICBC; si en el futuro la China Communications Construction Company se queda con la licitación de la Hidrovía tendríamos cartón lleno.

Peor aún, lo que se financia con altos intereses es un comercio colonial, en el cual Argentina vende materias primas y derivados e importa bienes de capital e insumos industriales, a la par que infraestructura estratégica queda en manos de capitales orientales. Por eso el déficit de la balanza de pagos es descomunal, y lo seguirá siendo porque la reciente gira del Alberto Fernández por China, en que se firmó la integración en la Nueva Ruta de la Seda, reafirma este remate de los activos del país. Lo único que esto deja en materia de recaudación o ahorro se va por la ventanilla del pago de la deuda externa. El parasitismo es total.

Para capitalizar al país hace falta, por el contrario, romper con el FMI y nacionalizar la banca y el comercio exterior bajo control obrero, de manera de concentrar el ahorro nacional poniendo fin a la fuga de capitales e invertirlo en un plan desarrollo nacional bajo la dirección de los trabajadores.