Políticas

12/3/2009|1074

La bosta se despegó del ladrillo

La derrota del kirchnerismo en Catamarca fue presentada en forma unánime como una hecatombe del gobierno nacional y se le asignó la misma importancia que a las elecciones que perdiera en Misiones hace tres años, sin registrar que poco después Cristina K ganaba las elecciones nacionales. De repente se descubrió también que había comenzado el año electoral y se relegaba al olvido el 80 por ciento de los votos del santiagueño K, Gerardo Zamora, hace solamente cinco meses, apenas después de que el gobierno hubiera sido derrotado con la 125. Por otro lado, como el triunfante Frente Cívico negó que lo de Catamarca hubiera sido una victoria del radicalismo, y Carrió y Macri hacían de nuevo un papelón en la patria chica de Luis Franco, la oposición patronal no pudo adjudicarse nada. En una palabra, la política nacional se ha salido de los ejes: el gobierno de los K y la ‘reconstrucción de la autoridad del Estado y la política’ se está saltando de los goznes, mientras los opositores patronales fatigan para un punto de reagrupamiento que sea sólido. Es muy difícil que la crisis mundial vaya a corregir este panorama.

Lo que la prensa evitó mostrar es que la abstención en Catamarca llegó a cerca del 40 por ciento -tres puntos por encima de la votación precedente. Calculadora en mano, esto significa que el gobierno obtuvo el 30 por ciento del padrón electoral y el kirchnerismo por debajo del 25 por ciento. Esta disparidad explica que los partidos tradicionales continúen ganando frente a una población cada vez más descontenta.

Lo realmente importante de Catamarca es la característica de la derrota K. Por aquello de que la bosta sirve para fabricar ladrillos, el jefe de la tropa hizo un acuerdo con Saadi y Barrionuevo – y acabó salpicado por la mierda. Cuando éstos abandonaron el barco antes de que se abrieran las urnas, la desmoralización que sembraron en la filas K fue mayúscula. No se trata de un detalle menor, porque toda la política del kirchnerismo, desde el comienzo, ha sido a fuerza de bosta -que al comienzo fue bautizada como ‘borocotización’. En cualquier ámbito de actuación, lo que destaca a los aprendices de K es la vocación irreprimible por la mierda. Es así como se los ve rosqueando en los medios sindicales y estudiantiles y de los derechos humanos.

Los nacionales y populares tenían, en Catamarca, una limitación adicional a la de la pasión por los residuos animales. No podían atacar el corazón del poder del Frente Cívico: los pulpos de la minería y los capitales de las plantaciones de olivos, uvas y citrus. En un alarde de folklorismo, el propio K llamó, en su discurso de clausura de la campaña, “a desalambrar”, pero olvidó mencionar que los dueños de los alambres, y de las tierras que protegen, son de su propio cuño. Una semana antes, su esposa presidenta había reducido las retenciones a las exportaciones a los pulpos extranjeros que controlan las bodegas de Mendoza (también en Catamarca). La alusión sistemática a que las elecciones fueron solamente provinciales, hacen prever que el kirchnerismo pretende alcanzar en octubre una alianza con el Frente Cívico: no abandona la bosta, apenas reemplaza la de vaca por la de caballo.

Jorge Altamira